Corinto, Honduras.— Al menos 300 migrantes hondureños salieron ayer hacia la frontera con Guatemala en una nueva caravana rumbo a Estados Unidos, pero el éxodo se diluyó en el camino por los bloqueos policiales, y muy pocos lograron cruzar por puntos ciegos.
Equipaje al hombro, los migrantes —que aseguran huir de la violencia y la pobreza en su país— partieron desde la terminal de autobuses de la ciudad de San Pedro Sula, caminando por la orilla de la carretera hacia la frontera con Guatemala.
Se trató de un grupo reducido en comparación con las multitudinarias caravanas que suelen salir desde Honduras con destino a Estados Unidos. En el recorrido de unos 100 km desde San Pedro Sula a Corinto, la caravana se fue diluyendo en grupos pequeños.
Decenas de menores fueron retenidos por no llevar permisos de los padres y retornados en patrullas a San Pedro Sula.
Algunos adultos fueron también detenidos por no llevar identificación y regresados. Los que lograron avanzar hasta Corinto no pudieron pasar por la aduana al no llevar la prueba del Covid y unos pocos cruzaron la frontera, o legalmente o por puntos ciegos. Los demás se regresaron.
“Los fuertes operativos de Honduras la dispersaron [a la caravana] y regresaron a las personas”, dijo un representante de migración de Guatemala, cuyo gobierno había dispuesto incluso usar la fuerza para contener cualquier ingreso ilegal.
Horas antes, la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, habló por teléfono con el mandatario guatemalteco, Alejandro Giammattei, a quien agradeció el control en la frontera. Hablaron de cómo mejorar las condiciones de vida en la región para frenar la migración.