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Las filas continúan y todos los días hay buenas ventas, así lo reportan los casi 90 establecimientos que lograron tener todo en orden para iniciar 2018 vendiendo marihuana a los mayores de 21 años que lo deseen en California. Una de las tiendas mejor preparadas para este momento y que más gente recibe es “Harborside”, en Oakland, y otra en San José.
“Nos preparamos bien, porque sabemos lo importante que es este momento para nuestra gente y porque queremos dar el mejor servicio que alguien pueda pedir”, dice Andrew Deangelo, director de Operaciones de la empresa e inversionista en la industria de la marihuana desde que fue autorizada en California medicinalmente. “Con prepararnos bien me refiero no sólo a la atención al público, también y en especial a las dudas que los compradores puedan tener, de ahí que nuestros empleados en realidad son instructores de cannabis —marihuana— y tienen casi siempre las respuestas a sus preguntas”, comenta. “Muchas personas quieren saber sobre las distintas calidades que vendemos, las diversas presentaciones que tenemos y qué sucede, por ejemplo, cuando en lugar de fumarse se come; todo se les explica hasta que estén satisfechos”. Acerca de sus empleados, asegura que “varios mexicano-estadounidenses trabajan conmigo y saben hacer muy bien su trabajo”. El logotipo de “Harborside” es una mano haciendo el símbolo de amor y paz, de la década de los sesentas.
Pero no todos están de acuerdo con la llegada de la marihuana recreacional al estado más rico y poderoso —económicamente hablando— de la Unión Americana.
“Mientras México sigue poniendo los muertos y gastando en seguridad nacional, California, el estado más poblado de la Unión Americana vende ahora marihuana sin que sea delito”, dice sarcástico Francisco Moreno, vocero del Consejo de Federaciones Mexicanas (Cofem) en California; “en Los Ángeles aún no se abre ninguno de los que se llaman recreacional, pero hay decenas, cientos de los dizque medicinales, donde desde antes de esta ley, hace años, décadas, venden la droga sin problemas; jugando al doctor y diciendo que padeces cualquier cosa y ahí mismo te la recetan, te la venden y te la fumas”. “Es una burla”, asegura.
Según “Alberto”, quien pidió el anonimato, la marihuana “tenía que legalizarse porque casi todo mundo la fuma en California y creo que en el país —Estados Unidos—”. “Es peor seguir a escondidas y enriqueciendo al narco que comprarla legalmente, pagar impuestos y que ese dinero se destine a obra social”, señala a EL UNIVERSAL este mexicano de 36 años, originario de Morelia, Michoacán, padre de familia y con más de 20 en California. Cuestionado sobre si sus hijos la consumirían, responde que “por tradición uno no quiere que sus hijos fumen marihuana ni tabaco y que no tomen, pero la verdad es que cada uno toma sus decisiones y debe hacerse responsable de ellas. No me gustaría, pero si lo hacen no podré hacer nada”.
Por lo pronto, “Alberto” ya disfruta de los beneficios de la legalización de la marihuana en California y reconoce que antes de la llegada de esta nueva ley “era relativamente fácil fumarla casi en cualquier lugar, en primer lugar porque la mayoría la fuma y basta que haya una reunión, una fiesta o lo que sea, siempre va a haber marihuana para el que quiera”.
“Las mujeres ya no se esconden”
Otra consumidora anónima, “Victoria”, mexicano-estadounidense de ascendencia sonorense, soltera y nacida en Los Ángeles, dice a este diario que “las mujeres de hoy ya no se esconden ni se apenan; a la que le gusta fumar lo hace con su pareja o con sus amigos o amigas”, afirma. “Siempre va a haber una excusa para hacerlo con alguien o a solas. Muchos en otras partes donde el consumo es menor se asombrarían de ver cómo muchas personas —hombres y mujeres— manejan bajo los efectos de la marihuana, que es más difícil de detectar; es decir, si no vas fumando en el auto, desde luego”, ríe. “Yo no consumo otra droga, sólo fumo marihuana porque me relaja y a veces bebo alcohol, pero trato de ser responsable porque no me gustaría tener problemas con las autoridades”, afirma esta mujer de 38 años, quien fue madre muy joven e indica que a veces fuma con su hijo mayor.
La venta recreativa de la marihuana en California está regida por normas como que sólo se vende a mayores de edad, que no se puede fumar en público ni cerca de una escuela o guardería; tampoco se puede fumar donde está prohibido el tabaco.
“La buena noticia para los que no estamos a favor de la legalización es que los impuestos van a poner en las nubes el valor de los 28 gramos y medio [una onza] permitidos por persona”, dice Moreno.
En “Harborside”, el costo de una onza es de 150 dólares, aunque varía en otros lugares y en promedio está en 240 dólares. Observadores y estudiosos de este fenómeno creen que el costo legal podría hacer que el mercado negro siga teniendo mucha entrada económica.
El otro gran reto es el bancario. “Los bancos se rigen por leyes federales y hacer depósitos de dinero ganado por venta de marihuana sería considerado ‘lavado de dinero’ sin duda”, explica Francisco Moreno. Por eso, añade, los vendedores de marihuana legal “están inventando fideicomisos y cooperativas en redes financiaras alternas a los bancos para poder guardar su dinero, pero es sabido que a sus empleados, en la mayoría de los casos, les están pagando en efectivo”.
Y aunque la llegada de la venta legal de la marihuana en California llegó con bombo y platillo, las autoridades estatales aún están terminando de organizarse respecto a cuántas y cuáles son las concesiones que van a dar en total, cómo van a controlar la siembra, cosecha y distribución legal que debe ser dentro del estado y de qué manera van a lidiar con el mercado negro. En California están autorizados alrededor de mil 300 expendios de la hierba y actualmente, en el inicio del año con la nueva ley, sólo hay operando cerca de 90.
Ese es otro factor. Mientras California y los demás estados consumidores legales de la hierba —Alaska, Maine, Colorado, Massachusetts, Nevada, Oregon, Washington y Washing-ton DC— han dado luz verde a la legalización de esta droga, a nivel federal aún sigue prohibida y perseguida. ¿Cuál es el límite? Cada estado debe supervisar que las operaciones relacionadas con el consumo de la droga sean dentro de los límites estatales.
Una siembra, distribución o venta incluso entre estados con la legalización de la marihuana representaría un delito federal y es ahí donde la Oficina de Combate a las Drogas de Estados Unidos (DEA) intervendría. Mientras no se violen leyes federales, el gobierno no investiga ni se mete en las decisiones de los estados, respetando su soberanía.
Se espera que esta industria represente alrededor de 17 mil millones de dólares en la próxima década, de los cuales sólo California generaría 7 mil, de acuerdo con los expertos en este tipo de economía.