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Ankara.— Los equipos de rescate en Turquía y el norte de Siria luchaban ayer contrarreloj y el frío para buscar entre los escombros a supervivientes del violento sismo del lunes, cuyo balance ya superó los 7 mil 800 muertos y se espera que aumentará más.
Llegaron equipos de búsqueda de casi 30 países y promesas de ayuda. La primera sacudida, en la madrugada del lunes, alcanzó una magnitud de 7.8 y se sintió en Líbano, Chipre y el norte de Irak. En Turquía, el número de muertos se elevó a 5 mil 894, según el último balance de las autoridades, mientras que en Siria murieron al menos mil 932 personas, lo que suma un total de 7 mil 826 víctimas mortales.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, decretó el estado de emergencia por un periodo de tres meses en 10 provincias del sureste azotadas por el sismo.
Con base en los mapas de la zona afectada, una responsable de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Adelheid Marschang, indicó que “23 millones de personas están expuestas” a las consecuencias del terremoto, “incluyendo cinco millones de personas vulnerables”.
Turquía es el hogar de millones de refugiados de la guerra en Siria. El área afectada en Siria está dividida entre el territorio controlado por el gobierno y el último enclave dominado por la oposición, donde millones dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir. “Es una carrera contrarreloj”, advirtió el director general de la institución, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Más de 8 mil personas han sido rescatadas de los escombros en Turquía y unas 380 mil se han refugiado en albergues u hoteles gubernamentales, declararon las autoridades.
Las pilas inestables de metal y concreto hicieron que los esfuerzos de búsqueda fueran peligrosos, mientras que las temperaturas bajo cero los hicieron cada vez más urgentes.
Las autoridades enfrentaron críticas de los residentes de Hatay, una provincia muy afectada, ubicada entre Siria y el mar Mediterráneo, quienes dicen que los esfuerzos de rescate se han retrasado. El ministro de Salud, Fahre-ttin Koca, dijo que mil 647 personas murieron sólo en Hatay, el número más alto en cualquier provincia de la nación turca.
Un gran incendio en el puerto de Iskenderun en la provincia de Kahramanmaras, causado por contenedores que se volcaron durante el terremoto, envió espesas columnas de humo negro al cielo. El Ministerio de Defensa dijo que el incendio se extinguió con ayuda de aviones militares.
En Siria, los esfuerzos de ayuda se han visto obstaculizados por la guerra en curso y el aislamiento de la región controlada por los rebeldes a lo largo de la frontera, que está rodeada por fuerzas gubernamentales respaldadas por Rusia.
Los socorristas voluntarios, conocidos como Cascos Blancos, tienen años de experiencia rescatando a personas de edificios destruidos por ataques aéreos sirios y rusos en el enclave controlado por los rebeldes; sin embargo, dicen que el terremoto ha superado su capacidad.
El presidente estadounidense, Joe Biden, prometió a su homólogo turco “toda la ayuda necesaria, sea la que sea”.
Un contingente francés pretende llegar hasta Kahramanmaras, en la zona del epicentro.
China anunció el envío de ayuda por 5.9 millones de dólares, mientras que Emiratos Árabes Unidos prometió 100 millones de dólares para Siria y Turquía.
Arabia Saudita anunció un puente aéreo para proporcionar ayuda. De acuerdo con Erdogan, 45 países ofrecieron apoyo, incluido Ucrania.
El llamado lanzado por el gobierno de Siria recibió por ahora respuesta de Moscú, su aliado, que prometió equipos de socorro “en las próximas horas”, además de 300 militares rusos que ya se encuentran en el lugar para ayudar en el rescate.
La ONU también reaccionó, pero insistió en que la ayuda debe llegar a toda la población siria, incluida la parte que no está bajo control de Damasco. La Media Luna Roja siria instó a la Unión Europea (UE) a levantar las sanciones contra el régimen.
El lunes se registraron hasta 185 réplicas, además de las dos sacudidas principales: una de 7.8 en medio de la noche (04H17 locales) y la otra de magnitud 7.5 al mediodía. Las réplicas continuaron durante la madrugada del martes. La más fuerte, de magnitud 5.5, ocurrió a las 6H13 locales (3H13 GMT) a 9 km al sureste de Gölbasi (sur de Turquía). Las autoridades turcas habilitaron gimnasios, escuelas y mezquitas para albergar a los supervivientes.
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