San José. – En la forma, parecería superficial la noticia de que los presidentes de Argentina, Javier Milei, y de El Salvador, Nayib Bukele, estrellas indiscutibles en América Latina y el Caribe de un estrafalario movimiento de extrema derecha que apuntaló al exmandatario estadounidense Donald Trump como símbolo, se reunirán hoy y mañana en San Salvador.
En el fondo, no obstante, estarán la expansión y la promoción dos modelos radicales en seguridad y economía que serían claves para el continente americano.
Con Bukele, la súper-ultra-mega-plus-extra mano dura para combatir al crimen organizado sin importar el irrespeto a los derechos humanos y los abusos de las fuerzas de seguridad, con arrestos arbitrarios y presuntas ejecuciones extrajudiciales.
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Con Milei, la política implacable de choque económico para equilibrar las finanzas públicas sin importar los recortes al gasto social, educativo y en salud o el aumento del desempleo y su secuela de creciente pobreza y desesperanza.
“Con Trump, Bukele, Milei y algunos otros, de izquierda o de derecha, estamos ante un fenómeno de liderazgos mesiánicos, neopopulistas y autoritarios”, afirmó el politólogo costarricense Carlos Murillo, director del Centro de Investigación Observatorio del Desarrollo de la (estatal) Universidad de Costa Rica.
“Miley y Bukele generan (líneas de) confrontación en áreas específicas que son sus puntos claves, para convertirse en salvadores de la sociedad. Tienden a escoger áreas particulares en las que son muy sólidos con sus discursos”, dijo Murillo a EL UNIVERSAL.
“Las alianzas de ambos están más construidas en sus proyectos personalistas, como seguridad y economía en los dos, para mostrarse sólidos en ámbitos que son confrontativos, pero que dominan. Estamos ante un giro importante”, subrayó.
En este engranaje calzó Trump, presidente de Estados Unidos de 2017 a 2021, “y es sin duda el referente de este tipo de líderes. Aunque tampoco compartan todos los aspectos de Trump, sí es el liderazgo personalista, autoritario y populista”, puntualizó.
El encuentro
Bukele y Milei se conocerán hoy en San Salvador. El salvadoreño irrumpió en junio de 2019 a la escena internacional al asumir como gobernante, mientras que el argentino emergió en 2023 como personaje controversial y se instaló en diciembre anterior en la Presidencia.
Procedente de una gira que inició el lunes pasado en EU, Milei acudirá mañana como invitado de lujo de Bukele a su toma de posesión para inaugurar un segundo quinquenio consecutivo en El Salvador, en un caso sin precedentes en la historia salvadoreña de antes y después de la guerra civil de 1980 a 1992.
Desde mayo de 1944 —hace 80 años—, cuando cayó la tenebrosa dictadura que el general y terrateniente ultraderechista salvadoreño Maximiliano Hernández (1882-1966) implantó en 1931, ningún presidente legal o de facto de El Salvador gobernó más de cinco años.
El hecho marcará a un país que, durante 12 años y en una pugna entre un ejército derechista y una guerrilla comunista, cayó a un conflicto bélico que dejó unos 80 mil muertos y desaparecidos y cuyos bandos pactaron la paz en 1992 para edificar la democracia.
Bukele renegó del pacto y repudió el sistema que imperó en El Salvador a partir de 1992, aunque al amparo de ese aparato avanzó políticamente desde 2012 en alcaldías al poder. Ayudado por un controversial fallo de 2021 de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de El Salvador que autorizó la reelección, pese a que la Constitución de ese país, de 1983, la prohibió, se reeligió en febrero anterior.
Nuevas Ideas, el partido de Bukele, arrasó en los comicios parlamentarios de febrero de 2021, lo que ratificó el autoritarismo que el presidente exhibió en 2020. Bukele controló al Poder Legislativo y, en carambola, al Judicial y al resto del aparato institucional, lo que sumó al del Ejecutivo y de las fuerzas militares y policiales.
Enfrentado a las pandillas de delincuentes, en marzo de 2022 dictó un estado de emergencia o excepción (aún vigente) para restablecer la seguridad ciudadana, reducir los homicidios y otros índices criminales, ejecutar arrestos masivos indiscriminados y arbitrarios, efectuar juicios masivos con sentencias en bloque y quedó teñido de autoritarismo. Bukele minimizó los cuestionamientos en su contra.
“Indudablemente (en cinco años) se ha tenido un retroceso en la democracia y en respeto a derechos humanos. Y en los próximos cinco profundizará (su plan) de obtener todo el poder”, denunció el abogado salvadoreño Miguel Montenegro, director ejecutivo de la (no estatal) Comisión de Derechos Humanos de El Salvador.
“Bukele se apoderó de las instituciones del estado, intimidó y amenazó a las organizaciones de derechos humanos y a los medios de comunicación con el derecho a la libertad de comunicación y expresión”, relató Montenegro a este diario.
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“A todo ello hay que sumarle la gravedad de las capturas masivas en el régimen de excepción. El dato oficial es de 80 mil 200 detenidos y más de 300 personas que han fallecido. Muchas fueron torturadas”, aseveró.
A consulta de este periódico, la abogada salvadoreña Ingrid Escobar, directora de Socorro Jurídico Humanitario, instancia no estatal de defensa de los derechos humanos de El Salvador, planteó que “lamentablemente el legado de estos cinco años de Bukele ha sido la pérdida de derechos humanos constitucionales fundamentales”.
“El modelo de Bukele se vende como exitoso por bajar los homicidios. El régimen de excepción es otra pérdida de garantías por ser eterno y llevamos casi 27 meses. De más de 26 mil inocentes detenidos, unos 8 mil ya fueron liberados y siempre procesados. El resto está preso. Hay unos 80 mil capturados y el objetivo es llegar a 120 mil”, aseguró.
EL UNIVERSAL no pudo confirmar, de manera independiente, que esa sea la meta. Escobar insistió en que la herencia del primer quinquenio de Bukele “es una pérdida constante y sistemática de derechos humanos. Vamos corriendo hacia una dictadura que se consolida cada día más”.