E l divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea quedará consumado a la medianoche del 31 de enero, hora de Europa Central. Pero como toda separación, será confusa, complicada y llena de suspicacias.
A partir de las 23:00 horas, tiempo del meridiano de Greenwich, el Reino Unido perderá todos los derechos de la membresía comunitaria y pasará a ser un tercer país, como lo fue antes de su adhesión en 1973.
Por su parte, la Unión Europea quedará reducida a 27 países, es decir, por vez primera desde la icónica declaración en 1950 del ministro francés de Asuntos Exteriores, Robert Schuman, restará en lugar de sumar miembros.
Las futuras relaciones entre Londres y la Europa rica estarán regidas por un Acuerdo de Cooperación y Libre Comercio, éste último apartado fue resuelto el pasado 24 de diciembre tras meses de intensas negociaciones en las que se superaron temas esencialmente espinosos, como pesca y competencia.
El Consejo Europeo adoptó el martes, mediante procedimiento escrito, la decisión sobre la firma del Acuerdo de Comercio y Cooperación UE-Reino Unido y su “aplicación provisional” a partir del 1 de enero de 2021, a la espera de la aprobación del Parlamento Europeo y la decisión final del consejo, el próximo año (el ejercicio será meramente simbólico).
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, firmaron en Bruselas en nombre de la Unión Europea, mientras que el primer ministro Boris Johnson firmó en Londres en nombre del Reino Unido.
Tras la firma formal, el acuerdo se publicará en el Diario Oficial de la UE en todos los idiomas y se aplicará provisionalmente a partir del 1 de enero de 2021.
Como estaba previsto, el resultado es publicitado según los intereses de cada bando. El premier británico Boris Johnson, aseguró que “es un Brexit que sirve a todos”, un viejo adagio de su predecesora, Theresa May.
La titular del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, lo describió como un “acuerdo justo y equilibrado”. En tanto que el padre del Brexit, el veterano político Nigel Farage, quien luchó desde el interior de las estructuras comunitarias (Parlamento Europeo) para devolverle la independencia a su país, presume en redes sociales que “la guerra ha llegado a su fin. Ganamos”.
Si bien el pacto de última hora evita el Brexit duro, y por tanto el escenario del caos, el resultado alcanzado es un acuerdo complicado, lleno de disposiciones, candados y excepciones.
Asimismo deja en el aire una serie de preguntas que deberán aclarase al paso de los meses y años, ya que regula muchos de los elementos de la colaboración bilateral, pero no cubre todos los detalles, de acuerdo con los expertos reunidos en el foro virtual UK in a Changing Europe, convocado el lunes por un centro de estudios para analizar el contenido del acuerdo del Brexit.
Tampoco disipa completamente los escenarios de futuras confrontaciones. “El acuerdo es revisable cada cinco años, para entonces se considerará si ha sido bueno o no para el país”, sostiene Catherine Barnard, profesora de derecho de la UE de la Universidad de Cambridge.
Sin embargo, el haber recuperado el poder para discrepar de la Unión Europea no necesariamente significa que el gobierno podrá sacar ventajas comerciales y obtener mayor inversión. Las futuras relaciones estarán sujetas a un mecanismo de supervisión, regido por un Consejo de Asociación, una treintena de comités técnicos y grupos de trabajo, al tiempo que Bruselas preservó suficientes instrumentos para ejercer represalias en caso de que el Reino Unido unilateralmente cambie las reglas del juego.
Así que la clave estará en la decisión por parte de Westminster de ejercer o no el poder soberano de apartarse de lo establecido, sostiene el profesor de economía y política pública del King´s College de Londres, Jonathan Portes. Advierte que si Londres apuesta por la divergencia, habrá que espera tarifas y barreras por parte de Bruselas.
“¿Reconvergencia gestionada o mayor divergencia? Esa es la pregunta más importante”, precisa Portes, quien anticipa que los impactos de Brexit serán “negativos y significativos”, pero no catastróficos, ni a un grado que desplome los estándares de vida de los británicos.
Las barreras adicionales al comercio por el Brexit tendrán un impacto a largo plazo en el PIB del Reino Unido equivalente al 4%, calcula el investigador.
A partir del jueves no será más “business as usual”. El Reino Unido sale del mercado único y la unión aduanera, deja de estar sujeta a las políticas y los acuerdos internacionales suscritos en el marco de su membresía en el bloque comunitario.
También se suprimen los privilegios de la afiliación europea: la libre circulación de personas, mercancías y servicios. A partir de la hora cero, en el Canal de la Mancha emergerán dos mercados con normas y marcos jurídicos distintos, creando en ambas direcciones obstáculos hoy inexistentes para el comercio de bienes y servicios.
Esto será particularmente visible en la movilidad y los intercambios transfronterizos, sostiene Katy Hayward, profesora de sociología política de la Queen's University Belfast.
Afirma que la distorsión en la actividad fronteriza será resultado de la introducción de controles, la aplicación de normas sanitarias, así como la falta de preparación, información y familiaridad con los procesos.
Para evitar que despierten los fantasmas del pasado en la isla de Irlanda, fue introducido un protocolo especial que evita la creación de una frontera dura entre Belfast y Dublín.
Como en todo acuerdo, habrá algunos temas perdedores y otros que “relativamente” resulten ganadores. Para Portes, sectores como pesca y automotriz salen bien parados debido a que el acuerdo comercial contempla cero aranceles y cuotas; en tanto que los servicios, incluyendo los financieros, son considerados como los grandes perdedores.
Uno de los mayores reclamos de los promotores del Brexit, era recuperar el control sobre los dineros y las leyes. La jurisdicción europea se aplicará solo en el marco de la participación británica en programas emblemáticos de la Unión, como Horizonte Europa; podrá beneficiarse de ellos siempre y cuando contribuya al presupuesto colectivo para el periodo 2021-2027.
Otro cambio evidente tendrá lugar en el ámbito de la política exterior, la seguridad exterior y la cooperación en materia de defensa. No existirá ningún marco para desarrollar y coordinar respuestas conjuntas.
En el rubro de la seguridad, en particular el combate a la delincuencia y el terrorismo, el nivel de cooperación será mayor al inicialmente previsto. Por ejemplo, continuará el intercambio de información (ADN, huellas digitales, datos de pasajeros) y mantendrá el uso de base de datos delictivos, pero Londres no tendrá las mismas facilidades de acceso Europol y Eurojust, ni tampoco los beneficios de la orden de captura y entrega europea.
El acuerdo puede suspenderse en caso de incumplimiento grave por parte del Reino Unido a su compromiso por respetar la democracia, el estado de derecho, los derechos humanos, la lucha contra el cambio climático y la no proliferación de armas de destrucción masiva.