San José. – La moneda está en el aire. Es un final de fotografía, con desafío de ruleta rusa, gol de oro o muerte súbita, sin más allá, con pronóstico reservado y entre la agonía de la derrota y el éxtasis de la victoria.
El paisaje de hoy de Brasil se pinta así… exhibe sombras, dudas y signos de interrogación: sin trébol de cuatro hojas ni as de oros.
Sumido en un momento estelar de culminación irreversible como si estuviera en un campo deportivo, un escondite de hechiceros con naipes, caracoles y cenizas y humos de cigarrillos o un casino o garito con la última faena con dados o barajas, Brasil vive unas horas de estrés político en vísperas de la segunda y decisiva ronda de los comicios presidenciales.

Sin claro favorito, el combate se dirimirá mañana entre el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro y el expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva y el vencedor gobernará cuatro años a partir del próximo primero. ¿Reelección consecutiva o retorno al poder?
“Brasil está en un compás de espera (…) bajo tensión, con miedo y esperanza”, afirmó el sociólogo y politólogo brasileño Rodrigo Augusto Prando, profesor e investigador de la (no estatal) Universidad Presbiteriana Mackenzie, de Brasil.

“No es solo la elección de un presidente, sino también una prueba para nuestras instituciones y la democracia misma. Bolsonaro tensó durante su mandato nuestra democracia y planteó dudas sobre la confiabilidad del sistema electoral”, describió Prando a EL UNIVERSAL.

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“El sentimiento de muchos brasileños es que, si es derrotado, Bolsonaro puede promover actos que se remontan a lo que sucedió en Estados Unidos (en 2020 y 2021) cuando (el entonces presidente Donald) Trump fue derrotado”, agregó.

Los brasileños votarán sin certeza de que Bolsonaro aceptará una derrota y con el recuerdo de que Trump se negó a admitir la suya ante el actual presidente de EU, Joe Biden.
Bolsonaro eludió este mes responder si reconocería la victoria de Lula y ahondó el temor al aducir que el aparato electrónico electoral es obsoleto y anticuado, ignorar las encuestas desfavorables a su causa y aclarar que, si todo transcurre sin nada “anormal”, vencerá porque su diferencia sobre su rival es “enorme”.
“Lula dijo que será su última contienda presidencial. Es decir, esta elección es simbólica en muchas dimensiones, de izquierda y de derecha. Espero que tengamos la tranquilidad necesaria para aceptar el resultado de las elecciones y el civismo de revivir en una sociedad que ha sido fracturada por la polarización política”, advirtió Prando.
Las encuestas confirieron a Lula una mínima ventaja que oscila en el rango de 53% versus 47% de Bolsonaro y con una distancia marcada casi que por el margen de error. Por eso, nadie, descarta el factor sorpresa.

“La batalla está pareja”, adujo la periodista brasileña Myrian Clark, editora en jefe de MyNews, canal televisivo de periodismo independiente de Brasil. “Todas las encuestas apuntan a que Lula va adelante. Bolsonaro está haciendo lo que sea para causar líos”, declaró Clark a este periódico.
Unos 156,4 millones de los de 215,4 millones de brasileños elegirán mañana presidente y vicepresidente. En la primera ronda, el 2 de este mes, eligieron a 540 legisladores federales—513 diputados y 27 de 81 senadores—, a los legisladores de 26 estados y del Distrito Federal y a 14 gobernadores.

Ese día, en la contienda por la presidencia y 12 gobernaturas, ninguna fórmula obtuvo más del 50% de los votos y las dos que recibieron más avanzaron a la de mañana.
A una polarizada pelea final clasificaron Bolsonaro, presidente desde enero de 2019, en lucha por reelegirse a un segundo cuatrienio y de una coalición regida por el derechista Partido Liberal (PL), y Lula, presidente de 2003 a 2010, empeñado en regresar al poder y de una alianza comandada por el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT).
Lula ganó la primera con 57 millones 258 mil 115 sufragios (48.43%), con Bolsonaro de segundo con 51 millones 71 mil 277 (43,20%), según el conteo oficial. Mañana se requerirá mayoría simple para triunfar.

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“Por el lado de la campaña de Lula notamos una mezcla de euforia y aprensión”, relató la politóloga brasileña Denilde Holzhacker, profesora en la (no estatal) Escuela Superior de Propaganda y Mercadeo, de Brasil.

Al señalar que las encuestas erraron en primera vuelta “en la predicción” de colocar a Lula como presidente electo sin necesidad de segunda, Holzhacker aseveró a este diario que ahora hay cautela y mientras la campaña de Bolsonaro “muestra un aire de victoria”.

“Pero los últimos eventos negativos (de Bolsonaro) han mostrado desesperación y signos de que no cree en la victoria”, subrayó.
Aunque la zozobra de la moneda en el aire y del “foto—finish” pasará mañana en la noche cuando surgirá el saldo definitivo, Brasil vivirá lo que Holzhacker anunció como resaca. “El sentimiento en la sociedad en general es que, independientemente de quién gane las elecciones, tendremos un ‘post día 30’ todavía de tensión e incertidumbre”, anticipó
.

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