Del Río, Texas.- Lewis Owens, juez del condado de Val Verde, trata de apoyar con lo tiene: autoridad por la función que desempeña, y el respeto ganado de su comunidad. Aunque sabe que es harto difícil, no deja de dar la batalla. Se une a los esfuerzos para tratar que la normalidad regrese cuanto antes a esta ciudad, donde miles de haitianos intentaron ingresar a Estados Unidos , en una avalancha que parecía incontenible.
Sabe que al menos 15 aviones repatriaron a tres mil haitianos a Puerto Príncipe , del resto no sabe su destino, pero lanza una explicación desafiante que insinúa que el resto, unos 12 mil, podrían estar aún territorio estadounidense, en El Paso , San Antonio o Laredo , en Texas. Es ahí, resume, donde iniciará un proceso, “para dejarlos ir o ver para dónde llevarlos”. Aún, así, sabe que la mayoría ya fueron liberados.
Él mismo reconoce que la calma todavía es frágil, porque se tiene información de que se está bajo el acecho de miles de migrantes que esperarán pacientes el momento oportuno, en distintos puntos fronterizos en México, para volver intentar ingresar a Estados Unidos por esta apartada localidad, en el suroeste de Texas, y que hace apenas unos días también era lejana y ajena del imaginario nacional.
Para muchos de sus habitantes, Del Río vivió una hecatombe con la llegada de más de 15 mil haitianos, que esperaron incluso años, para llegar hasta esta localidad, donde sabían que todo estaba acordado para que pudieran ingresar en estampida.
“Por supuesto que sabían que por aquí podrían pasar”, relata Owens, quien en mangas de camisa y pantalones vaqueros, ayudaba a los agentes migratorios a remover los obstáculos colocados en la entrada del Puente Internacional , para apresurar su reapertura, tras ocho días de permanecer cerrado.
Las vulnerabilidades en este punto fronterizo de no más de 36 mil habitantes y solo a 500 kilómetros de Houston , son bien conocidas: apenas 12 agentes de la Patrulla Fronteriza para vigilar casi 250 kilómetros y una policía local que hace sus rondines cotidianos casi sin incidentes que atender. Además, las aguas del Rio Bravo, que pasan por este punto fronterizo son de las más bajas de este afluente de más de tres mil kilómetros, por ellas, se puede cruzar a pie.
Ahora, trabaja un ejército de dos mil 310 trabajadores contratados de forma temporal para borrar la huella que dejó el campamento de migrantes haitianos en este país, y así arrancar el peso moral que causa el infortunio que viven miles que huyen de sus países en busca de una mejor opción y única para vivir.
Los motores de los trascabos liberaban un rugido uniforme, que a la distancia parecía un ronco rumor que se escuchaba en el ambiente caluroso que regularmente asola a la región en esta época del año, aunque ahora milagrosamente más benevolente, porque apenas rozaba los 25 grados Celsius.
Decenas de camiones de carga trasladan al tiradero local , los restos de las frágiles chozas que los ciudadanos haitianos levantaron debajo del puente internacional con sus propias ropas, hojas de palma y palos. Pero también carpas de nylon poliamida, las que, según testimonios, les fueron entregadas en algún momento de su travesía por México.
“La idea es dejar bien limpio todo el sitio cuanto antes”, asegura Mike, un hombre con barba tupida, quien al volente de su Torton, con capacidad de carga de hasta 20 toneladas, luce fornido. “No necesitamos tanto, pero quieren todo rápido, pues a echarle”, agrega, en ese acento que se disuelve sutil entre el inglés y el español.
Los días de furia comienzan a quedar atrás, pero saben que nuevas avalanchas humanas se podrían desencadenar de nueva cuenta. Por ello, decenas de agentes del U.S. Customs and Border Protection ( CBP ), y de las State Troopers, que tiene la atribución de detener a quien cometa violaciones federales, fueron apostados en el lugar en previsión de posibles nuevas acometidas migratorias.
“Ahora, hay que tratar de estar preparados”, insiste Owens, con expresiones claras y contundentes. No se anda por las ramas, y afirma que Roberto de Los Santos Vázquez , alcalde de Ciudad de Acuña, fue omiso por no prestar atención a las señales de que por la localidad que gobierna llegarían más de 20 mil haitianos. “Debería de renunciar”, alienta en su estilo franco.
Sin más, los trabajos son intensos, en una tarea para borrar algo que hizo voltear al mundo hacia esta ciudad, donde su lema se destaca en su anuncio oficial al pie del Puente Fronterizo: “Bienvenidos, City of Del Rio: Texas, Lo Mejor De la Frontera”.
La frase no deja de ser irónica, ya que más de mil migrantes sin documentos intentan cruzar todos los días por esta ciudad, que vive en mucho de la actividad comercial, de la siembra de maíz, sorgo y algodón, pero también de la cacería. Extensos territorios son destinados para la caza del venado.
El turista local suele visitar los viñedos de Val Verde, condado al que pertenece Del Rio , y que son considerados los más tradicionales y antiguos de Texas . Aquí se producen vinos desde hace 135 años.
Lisa, una mujer regordeta, oriunda de Eagle Pass , quien trabaja en la tienda de conveniencia de la estación de gasolina local, reconoce que no hay suficiente vigilancia en la frontera. Lo dice, pero parece no preocuparle el asunto, porque no deja de sonreír.
Mientras platica, atiende a los clientes, algunos de ellos, policías locales, estatales o de la Patrulla Fronteriza . “Hasta aquí llegaron algunos haitianos, pidiendo que le llamáramos a la Border Patrol, para que los recogiera”, explica Lisa, sin entender las razones de tan extraña petición.
El Puente internacional fue reabierto el pasado sábado, y de inmediato se formaron largas filas para arrancar con el cruce que ya era esperado por miles de habitantes tanto de Del Rio como de Ciudad Acuña . Coahuila.
El propio juez Owens sabe que esta historia no ha terminado, y que aún está vivo el ánimo de miles de ciudadanos de otros países, incluyendo de Haití , por ingresar al país por este punto fronterizo . Y aunque reconoce las causas que detonan el fenómeno de la migración, también tiene dudas sobre quién o quiénes podrían estar detrás de este tsunami migratorio que llegó hasta las tierras de Del Rio.
“Este es un problema del gobierno de México, porque si no los hubieran dejado entrar más abajo (en la frontera sur), no hubieran estado aquí. Además de no cuidar, nos están mandando 15 mil personas en buses, y quién sabe quien se los pagó, esa es la pregunta”, arremete. Tras la expresión, se despide y echa a correr para agilizar junto con policías estatales el paso vehicular. El puente se reabrió para dar paso a una normalidad, una que podría romperse en cualquier momento, y regresar al estado de emergencia humanitaria .
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