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San José. – Tras asumir hoy como el octavo presidente de Chile desde el retorno a la democracia en 1990 y empezar a tratar de cumplir con un alud de gigantescas expectativas depositadas por sus compatriotas en su gobierno de cuatro años, el político chileno Gabriel Boric Font pondrá en aprietos a la vieja izquierda de América Latina y el Caribe.
Despojado de los añejos dogmas del comunismo hemisférico, que se ató a la ortodoxia de Cuba, Boric ya aclaró que gobernar desde la izquierda también implicará respeto a la democracia y que abrazar al socialismo igualmente equivaldrá a honrar la libertad, con la tolerancia en el horizonte.
Las palabras democracia y libertad retumban en los reiterados y masivos reclamos de los opositores—exiliados o presos—a los regímenes gobernantes en Cuba, Venezuela y Nicaragua, que se proclaman socialistas.
En este panorama, eventuales triunfos electorales en 2022 de la izquierda en Colombia, con Gustavo Petro, y en Brasil, con Luis Inácio Lula da Silva, modificarían el mapa político continental. Chile comparte más de 7 mil 800 kilómetros de fronteras terrestres con países de gobiernos de izquierda: Argentina, Perú y Bolivia.
“La nueva izquierda en América Latina no tiene, en el fondo, una identidad ideológica definida como en el pasado lo fue la posición marxista-leninista y las visiones de utopía revolucionaria”, afirmó el politólogo, sociólogo y relacionista internacional boliviano Franco Gamboa, profesor de la (estatal) Universidad Mayor de San Andrés, de Bolivia.
“Debería ser menos ideológica. De hecho, ya no es ni marxista ni revolucionaria armada y (debe) orientarse al sentido común de una ciudadanía que realmente alcance la equidad y la igualdad socioeconómica: esto representa (…) la necesidad de diseñar políticas sociales que hagan al Estado un conjunto de instituciones sencillamente democráticas”, dijo Gamboa a EL UNIVERSAL.
De 36 años, egresado en derecho y ex diputado, Boric se convertirá en el presidente más joven de América tras ganar el 19 de diciembre de 2021 en segunda ronda como candidato de la coalición izquierdista Apruebo Dignidad y con un trasfondo: el recuerdo de Salvador Allende (1908—1973), el presidente socialista derrocado en el golpe de Estado de 1973 y que gobernó Chile desde 1970.
Boric vive en pareja con la chilena Irina Karamanos Adrian, de 32. No tienen hijos.
Visión externa
Boric reveló que priorizará los nexos con México (con gobierno de izquierda), Perú y Colombia como socios de Chile en la Alianza del Pacífico, que nació en 2011 para la apertura e integración económica de las cuatro naciones con respeto a la democracia, el orden constitucional, el libre mercado y el Estado de derecho.
También se enfocará en la Organización de Estados Americanos y la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que incomodan a La Habana, Caracas y Managua por cuestionar la libertad, la democracia y los derechos humanos en esos tres países. Europa, América del Sur y el multilateralismo serán cruciales para Boric.
“Hay que condenar las violaciones a los derechos humanos sin matices, independiente del color político de quien las cometa”, anunció la canciller designada chilena, Antonia Urrejola, en una entrevista con el (no estatal) Foro Permanente de Política Exterior, centro de análisis de Chile.
Boric “quiere liderar una nueva izquierda, y esa nueva izquierda tiene que ser democrática con respeto a los derechos humanos”, sentenció.
Boric definió su postura en 2018 al distanciarse del Partido Comunista de Chile (PCCh), aliado de Apruebo Dignidad y fiel a Cuba, Venezuela y Nicaragua. Si la izquierda condena las violaciones a los derechos humanos de otros gobiernos de América Latina y el Caribe, debería censurar las violaciones que comenten los de Cuba, Venezuela y Nicaragua, recalcó.
En una izquierda socialista, democrática y libertaria “no podemos permitirnos” seguir un “doble estándar”, precisó.
Foco interno
Precedido por Patricio Aylwin (1990—1994 y murió en 2016) y Eduardo Frei (1994—2000), de centro—derecha, Ricardo Lagos (2000—2006) y Michelle Bachelet (2006—2010 y 2014—2018), de centro—izquierda, y Sebastián Piñera (2010—2014 y 2018—2022), de derecha, Boric emprenderá hoy uno de los principales retos desde el fin de la dictadura militar, que gobernó de 1973 a 1990: la reconfiguración de Chile.
Boric jurará a su cargo en contexto distinto a sus antecesores: Chile comenzó a redactar en el segundo semestre de 2021 una nueva constitución política que cambiará su estructura institucional interna y que deberá ser aprobada o rechazada por los chilenos en un plebiscito en 2022.
La actual constitución fue emitida en 1980 en el apogeo de los 17 años de la dictadura militar que el general Augusto Pinochet (1915—2006) impuso al derrocar a Allende, entró en vigencia transitoria el 11 de marzo de 1981 y asumió validez total el 11 de marzo de 1990, al asumir Aylwin. Aunque las fuerzas de la derecha aceptaron el triunfo de Boric, se apegan al pasado.
La pobreza por ingresos, salud, educación, seguridad social o vivienda llegó en 2019 al 20,7% o 3,6 millones de chilenos de los 19,3 millones de los habitantes de Chile, mientras que, en 2017, el 1% más adinerado de ese país captó el 26,5% de la riqueza y el 50% de los hogares más pobres accedió solo al 2,1% de la riqueza neta, según diversos estudios socioeconómicos independientes.
El ascenso de Boric es “un desafío muy serio a la nueva izquierda: un esfuerzo por derrotar a la desigualdad económica y social en Chile”, en un proceso paralelo a “la exigencia de mantener las políticas de libre mercado (y) negociar con las élites liberales y muy privilegiadas de Chile”, advirtió Gamboa.
Pragmático, Boric concentrará su prioridad interna en la reforma a las pensiones, la activación económica, el acuciante desempleo, la creciente inseguridad, los líos migratorios en la frontera con Perú, las pugnas territoriales con la etnia mapuche y el ataque al coronavirus, sin ignorar la educación y la salud.