Brasilia.— El ultraderechista Jair Bolsonaro y el progresista Fernando Haddad, quienes disputarán la presidencia de Brasil en una segunda vuelta, ayer empezaron a mostrar sus cartas para la nueva campaña, con la extrema polarización como apuesta.

Bolsonaro, quien obtuvo 46% de los votos y quedó a un paso del poder, agitó la bandera del anticomunismo, mientras que Haddad, apoyado por 29 % del electorado, visitó en la cárcel a su mentor y líder del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula da Silva, preso por corrupción.

Esa visita le dio munición al líder de la ultraderecha, quien se vale de las redes sociales para comunicarse con sus seguidores: “Ustedes eligen: ser gobernados por alguien limpio o por aquel mandado por la corrupción”, escribió desde su domicilio, donde aún se recupera de las heridas que sufrió el 6 de septiembre, cuando fue acuchillado durante un mitin.

Reiteró que Brasil “no puede” volver a apostar en la izquierda y el “comunismo” y reafirmó que, si gana la segunda vuelta del 28 de octubre, su plan pasa por “reducir el número de ministerios, privatizar estatales” y acabar con la corrupción.

Haddad, por su parte, conversó con periodistas tras la visita a Lula, a quien simplemente le “informó” sobre lo ocurrido en las urnas, e insistió en que intentará “unir a las fuerzas democráticas” frente al autoritarismo que le achaca a Bolsonaro.

Según Haddad, en la segunda vuelta los brasileños elegirán entre “el neoliberalismo que ellos [Partido Social Liberal] defienden y el Estado del bienestar que proponemos, con derechos para los trabajadores”.

Haddad confirmó que pretende conversar con algunos candidatos derrotados y manifestó su “respeto” por Geraldo Alckmin, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), quien quedó en cuarto lugar con 4.7 % y en cuyas filas ya se insinúa una desbandada hacia las trincheras de Bolsonaro, quien se apropió de casi todo el espectro conservador.

La búsqueda de nuevas alianzas ocupará las próximas jornadas de Bolsonaro y Haddad, aunque también deberán preparar sus espacios en televisión y alistarse para seis debates, el primero de los cuales será el próximo jueves.

Bolsonaro dijo ayer que está “en condiciones de volver”, para “debatir con el PT y decir que nadie lo quiere de vuelta”.

Reacciones. El ministro de Asuntos Exteriores español, Josep Borrell, situó ayer la victoria electoral del ultraderechista Jair Bolsonaro en las presidenciales de Brasil en el auge de los movimientos populistas asociados a la extrema derecha nacidos de la crisis económica de 2008.

“El Brexit, el rechazo al proceso de paz de Colombia, la elección de Donald Trump como presidente de EU: los movimientos populistas están surgiendo como refuerzo de lo que en algunos países son manifestaciones de la extrema derecha”, señaló.

En tanto, el ex presidente del Parlamento Europeo y dirigente socialdemócrata alemán Martin Schulz alertó ayer del peligro de un viraje hacia la derecha en Brasil: “Sería una señal fatal para toda América Latina y un perjuicio para la cooperación internacional”.

“Haddad tiene la oportunidad de reunir a todas las fuerzas democráticas y progresistas”, dijo Schulz. De lo contrario, “un populista autoritario amenaza con hacerse con el poder” en el país.

A pesar de las reacciones negativas en el mundo, las bolsas latinoamericanas cerraron ayer con ganancias, tras la jornada electoral en Brasil, que llevó a un repunte de Sao Paulo.

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