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San José.— El anuncio que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, difundió ayer de que dio positivo en una prueba de Covid-19 reafirmó un claro mensaje de que, ante la pandemia, “nadie es especial” y que, como alertó la Organización Mundial de la Salud (OMS) al revelarse que el gobernante se sumó a los más de 11.6 millones de enfermos del coronavirus en el orbe, todos “somos igualmente vulnerables”.
Bolsonaro admitió en rueda de prensa en Brasilia que resultó contagiado de lo que, al minimizar la crisis sanitaria tras aparecer el primer caso en Brasil en febrero, calificó como simple “gripecita” para oponerse a dictar rigurosas reglas de confinamiento o cuarentena y realizar actos públicos masivos sin bioseguridad.
“Siempre ha sido un irresponsable”, aseveró la brasileña Deysi Cioccari, politóloga, comunicóloga, académica y experta en Bolsonaro, un capitán ultraderechista en retiro, de 65 años y empeñado en irradiar una imagen de invencible.
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“Nunca se preocupó por los muertos por Covid-19 como tampoco le importan ahora. Las cosas están bastante mal. Nunca fue una preocupación real para el presidente y su discurso y actitudes muestran el mismo desprecio ahora”, dijo Cioccari a EL UNIVERSAL. El país registra un millón 668 mil 589 casos y 66 mil 741 decesos, según la Universidad Johns Hopkins. Es la segunda nación más afectada a nivel global.
“Desprecia la gravedad de la mayor crisis de salud del siglo. Insiste en que se exagera la reacción a la pandemia. Niega la ciencia y perjudica a la población brasileña. Son características muy fuertes de él y su gobierno: individualismo, falsificación de la ciencia. Glorifica la opinión a expensas de la ciencia”, agregó.
La confirmación de que el mandatario porta el virus inquietó a familiares, ministros y demás autoridades de gobierno y las llevó a someterse a pruebas tras estar en contacto cercano con un presidente reacio a usar mascarilla o cubreboca. Por la negativa de Bolsonaro a aceptar consejos técnicos para combatir la afección, el cargo de ministro de Salud de Brasil quedó dos veces vacante este año.
La enfermedad es “como la lluvia”, por lo que “mojará a muchos”, pronosticó, al informar que decidió tratarse con hidroxicloroquina, el fármaco que la OMS calificó como ineficaz para el coronavirus, aunque es defendido por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Al enterarse del contagio del brasileño, el irlandés Mike Ryan, director de Emergencias Sanitarias de la OMS, respondió que eso muestra que “nadie es especial, todos estamos potencialmente expuestos y somos igualmente vulnerables” y le deseó “una recuperación rápida y completa”. Brasil “afronta momentos difíciles”, añadió Ryan, en alusión a que, según datos oficiales, ese país es segundo con más casos en el mundo después de Estados Unidos.
“Que Bolsonaro resultara positivo desgraciadamente era algo que parecía inevitable e ineludible por sus conductas y desafíos de menosprecio a la epidemia”, alegó el médico costarricense Álvaro Avilés, jefe del Servicio de Infectología del (estatal) Hospital México, uno de los principales de Costa Rica.
“Nadie está exento ni protegido. No hay título que proteja ni estrato social, ni posición política y menos tendencia económica o militar. Ciertamente [él] es un muy mal ejemplo a seguir, porque desautorizar y perder a sus pilares y bastiones en salud, solamente por imponer una posición arbitraria, antojadiza, arrogante, pasa la factura”, explicó Avilés a este diario.
Al subrayar que “esto es un golpe muy grave” a la credibilidad y la sostenibilidad del sistema político brasileño, aseguró que la actitud de Bolsonaro “es una especie de inmolarse. Al inmolarse las personas buscan hacer eterno su nombre, ganar sus cinco minutos de fama y quedar presentes en el escenario mundial. Solemos recordar a las personas por las cosas muy buenas o muy malas”.
Tras puntualizar que lo sucedido a Bolsonaro es “un golpe para la región”, cuestionó: “Esto enciende las alarmas. Si los grandes caen, ¿qué puede pasar con los pequeños? Y si eso pasa en países tan poderosos como Brasil, ¿qué no podrá suceder en los países más pequeños, más modestos y con menos economía y penosamente muchas veces con menos cultura y educación?”.