El hijo no biológico predilecto de Donald Trump no le podía fallar. Siguió el guion del presidente estadounidense para alcanzar la presidencia y ahora hace lo mismo para dejarla, hecha pedazos.
“El Trump tropical”, se apodó al brasileño cuando estaba haciendo campaña por la presidencia. Bolsonaro, como Trump, supo leer la indignación que había en Brasil frente a la corrupción del gobierno, el hartazgo de los brasileños y apeló a ello.
Prometió transparencia, rendición de cuentas, y cambio, un cambio radical.
Sin embargo, una vez en el poder, mostró una cara que no le gustó a muchos brasileños: de la autocracia al machismo, pasando por la discriminación y el descrédito de la ciencia . Igual que hizo Trump en Estados Unidos.
El mandatario estadounidense decidió ir por la reelección y cuando las encuestas mostraron que la balanza no se inclinaba a su favor, comenzó a sembrar las dudas sobre el sistema electoral estadounidense .
Bolsonaro hizo exactamente lo mismo, cuestionando un sistema que ha sido elogiado internacionalmente y que nunca ha recibido un solo cuestionamiento. Aun así, insistió en que se prestaba al fraude, igual que las encuestas “amañadas”, y que ambos favorecían a su rival, Luiz Inácio Lula da Silva . Trump, por cierto, tampoco es amigo de las encuestas.
La graduación de Bolsonaro como pupilo de Trump llegó con las elecciones. El estadounidense no sólo no reconoció su derrota, sino que alegó un fraude que nunca pudo probar y atizó protestas que derivaron en la toma del Capitolio en 2021 , uno de los hechos más vergonzosos en la historia de Estados Unidos.
Al acercarse la segunda vuelta en Brasil, el temor era que Bolsonaro hiciera lo propio. A diferencia del estadounidense, que usó todos los medios para denunciar “ fraude ”, el “Trump tropical” guardó silencio hasta el martes.
Cuando habló, fue para limitarse a decir que respetaría la Constitución, sin reconocer su derrota. Mucho menos el triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva.
Esa diferencia lo ha sido todo en Brasil, porque dio tiempo al mismo gobierno de Bolsonaro para salir a reconocer el triunfo de Lula y hablar del inicio de la transición, y a los líderes de gobiernos de todo el mundo para reconocer al líder izquierdista como el ganador y presionar al mandatario del gigante sudamericano a hacer lo propio.
El silencio de Bolsonaro atizó a sus seguidores a iniciar bloqueos en las carreteras del país y a exigir a los militares un “ golpe ” para evitar que Lula asuma el poder en enero próximo.
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Presionado, Trump tuvo que salir a pedir a sus simpatizantes dejar el Capitolio, no sin antes justificar la indignación de su gente y llamarla “buenos muchachos”.
Bolsonaro aprendió esa lección también. El martes justificó las protestas y bloqueos de camioneros y demás seguidores, hablando de la “indignación por la injusticia electoral”.
Presionado, hoy pidió el retiro de los bloqueos de sus “buenos muchachos”.
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