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La Paz.— La presión en las calles y la pérdida del apoyo del ejército de Bolivia sellaron ayer el destino del expresidente Evo Morales, quien anunció su dimisión en medio de una crisis política que deja a la nación en un vacío institucional y en la incertidumbre, tras las renuncias de quienes debían reemplazarlo.
“Renuncio a mi cargo de presidente para que [Carlos] Mesa y [Luis Fernando] Camacho no sigan persiguiendo a dirigentes sociales”, dijo Morales por televisión desde Cochabamba, en alusión a líderes opositores que convocaron las protestas acusándolo de fraude electoral en los comicios del 20 de octubre.
¿Orden de aprehensión?
El que fue primer presidente indígena de Bolivia defendió su legado. “Estamos dejando a Bolivia con muchas conquistas sociales”, dijo el exmandatario de 60 años, quien asumió el poder en 2006. Frente a las versiones de que huiría, tuiteó que “no tengo por qué escapar”. Por la noche, denunció la existencia de una “orden de aprehensión ilegal” en su contra y que su domicilio fue atacado. “Los golpistas destruyen el Estado de derecho”. La policía negó que haya orden para capturarlo.
Miembros del organismo electoral que certificó su cuestionada victoria ya fueron detenidos, incluyendo la presidenta del tribunal.
La Constitución boliviana establece que la sucesión recae en el vicepresidente, luego en el titular del Senado y después en el titular de Diputados, pero el vicepresidente Álvaro García Linera; la presidenta del Senado, la oficialista Adriana Salvatierra, y el presidente de la Cámara de Diputados, el miembro del oficialismo Víctor Borda, renunciaron.
Se espera que los miembros de las cámaras de Diputados y Senadores se reúnan en las próximas horas para buscar consensos y nombrar a una comisión interina o legislador que lleve las riendas del país en lo administrativo y mientras se convoca a elecciones a la brevedad posible. Al renunciar, Linera aseguró que “se consumó el golpe de Estado”. Venezuela, Cuba y líderes como el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se apegaron a esa versión.
La dimisión se produjo horas después de que Morales llamara a nuevas elecciones, presionado por un informe difundido en la madrugada de ayer por la Organización de los Estados Americanos (OEA) en el que señalaba que había encontrado “irregularidades” en los comicios de octubre y cuestionara “la integridad de los resultados” de esa elección.
La OEA habló de “manipulación” y llamó “estadísticamente improbable” que Morales haya obtenido los 10 puntos porcentuales necesarios para evitar un balotaje con el liberal Carlos Mesa, quien resultó segundo. Una inexplicable pausa en el conteo de votos de casi un día, provocó acusaciones de fraude y fue lo que desató protestas de la oposición, huelgas y bloqueos carreteros.
La convocatoria a elecciones no bastó. El comandante en jefe de las fuerzas armadas, Williams Kaliman, y el comandante de la policía, general Vladimir Yuri Calderón, “sugirieron” a Morales renunciar para permitir, según Kaliman, “la pacificación y el mantenimiento de la estabilidad por el bien de nuestra Bolivia”.
Al conocerse la renuncia, Mesa celebró lo que llamó el “fin de la tiranía”, mientras que las calles de La Paz y otras ciudades del país se convirtieron en un carnaval; algunos celebraban entre lágrimas; otros lamentaron la partida de Evo, acusando actos de violencia.