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Bob Salem
es un hombre de 53 años que estableció un récord insólito en el Libro Guinness al convertirse en la persona que más rápido empujó un maní montaña arriba utilizando su nariz.
Salem es la cuarta persona en intentar esta hazaña de resistencia que le llevó un día menos que el récord anterior. El hombre norteamericano llegó a la cima de Pikes Peak en Colorado el viernes por la mañana y terminó sus hazaña después de siete días completos.
Al dar detalles de cómo lo logró, Bob confesó que tenía que hacer gran parte del trabajo por la noche para evitar el calor abrasador y las diversas distracciones de la montaña .
“Cuando lo hacía a la luz del día, tenía que parar cada 10 minutos para sacar fotos o hablar con algunas personas”, relató. En el transcurso de la semana, calcula que se comió unas dos docenas de maníes, simplemente porque algunos de ellos caían por las grietas de las rocas y eran irrecuperables. Originalmente, iba a haber alguien a su lado con una mochila y algunos suministros, pero al final eso no sucedió, y Salem se embarcó en una misión en solitario. Caminaba un poco por el sendero con sus cosas, luego las tiraba y volvía a bajar, antes de subir empujando el maní con su nariz.
“No me siento dolorido ni nada, pero sé que perdí algo de peso. Mis músculos están bien, solo estaba haciendo el movimiento de ida y vuelta lo que realmente me agotó”, detalló. En el camino, subsistió con una dieta de maní, acompañada por galletitas saladas, tartas y “una vieja lata de comida de supervivencia de 1964 y caramelos de carbohidratos”, según relató. Al llegar a la cima, lo recibieron representantes de la ciudad de Manitou Springs para entregarle un joyero para su último maní, junto a dos placas conmemorativas por su esfuerzo.
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La batalla entre dos hombres
Dentro de las distintas proezas insólitas que abarca el Guinness, también se destaca la del “lanzamiento de lavarropas”, por la que dos hombres de gran contextura física se batieron en un duelo para saber quién lanzaba el electrodoméstico más lejos.
La red social del famoso libro compartió un video de la “épica batalla” entre el sueco Johan Espenkrona y Kelvin de Ruiter de los Países Bajos, quienes querían romper el récord del lituano Zydrunas Savickas, que tenía la mejor marca con un total de 4,13 metros.
A su alrededor, tres árbitros están listos para registrar el momento: uno para verificar que el lanzador no se pase de la línea, el otro para marcar en el suelo dónde cayó el lavarropas y el tercero para verificar el peso de los electrodomésticos, como si se tratara de los Juegos Olímpicos. Al comenzar la competencia se nota cómo cada lanzador tiene el mismo estilo para sujetar el electrodoméstico, por ende, su gesto técnico es idéntico.
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Ambos sujetaron el lavarropas y lo llevaron a su cabeza. Tomaron envión, corrieron unos pocos pasos e intentaron lazar el producto de limpieza lo más lejos posible. Por su puesto, los electrodomésticos utilizados se hicieron pedazos al impactar en el suelo e incluso algunos perdieron agua. Una de las juezas marcaba con una tiza roja el lugar donde impactaba primero el producto, y cada participante tuvo tres intentos.
Tras cada intento, los participantes mejoraban sus marcas y se miraban con cara desafiante. El pequeño público del Récord Guinness animaba a los hombres para que se superaran, aunque con el correr de los lanzamientos se los vio exhaustos por la cantidad de esfuerzo que hacían en cada intento.
No obstante, el ganador de la prueba fue el sueco Johan Espenkrona, quien logró lanzar el lavarropas a 4,45 metros de distancia y batió la marca que tenía el lituano Zydrunas Savickas con 4,13 metros. Tras anunciar el ganador, la jueza le entregó al sueco un cuadro que certificaba el logro obtenido. “Nosotros tiramos las máquinas y yo gané, adiós”, dijo en tono de broma Johan Espenkrona.
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