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Washington.- Tras meses de reproches entre Estados Unidos y China, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, vuela este sábado rumbo a Beijing para rebajar la tensión con el gigante asiático, un viaje muy esperado pero que tiene un alcance limitado.
El avión del jefe de la diplomacia estadounidense aterrizará el domingo por la mañana para una visita que estaba programada en febrero pasado pero que fue pospuesta después de que Blinken denunciara la presencia de un supuesto globo espía chino en Estados Unidos.
Será la primera vez que un secretario de Estado estadounidense pise suelo chino desde 2018, cuando Mike Pompeo visitó el país asiático en representación de la Administración de Donald Trump (2017-2021), bajo la cual se deterioraron las relaciones bilaterales.
Antes de partir, Blinken dijo el viernes en rueda de prensa que su objetivo es establecer "canales de comunicación estables" entre Washington y Beijing para evitar que haya "malentendidos" entre ambas potencias que puedan derivar en un conflicto.
Se espera que el secretario de Estado se reúna en Beijing con el jefe de la diplomacia china, Wang Yi, o con el ministro chino de Exteriores, Qin Gang, quien hasta el año pasado era embajador en Washington.
Pero no está claro si se verá con el mandatario chino, Xi Jinping, quien el viernes recibió al magnate Bill Gates.
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La Administración de Joe Biden se ha propuesto gestionar de forma "responsable" su rivalidad con China, es decir, competir comercialmente con el gigante asiático y buscar alianzas internacionales para aislarlo, pero evitando siempre un conflicto directo.
Sin embargo, los rifirrafes han sido constantes por episodios como la visita el año pasado a Taiwán de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y la cercanía de Beijing hacia Rusia en la guerra de Ucrania.
Con todo, el misterioso caso del globo espía chino, que Beijing asegura era un artefacto meteorológico, fue utilizado por Blinken como pretexto para cancelar su viaje a China en febrero pasado.
Desde entonces ha habido una tímida operación de deshielo que escenificó en abril la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, con un discurso conciliador en el que aseguró que "el mundo es suficientemente grande" para las dos potencias.
Pero no todo han sido buenas señales. A principios de mes, el ministro chino de Defensa evitó reunirse con su homólogo estadounidense al coincidir ambos en Singapur.
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Y esta misma semana, Washington ha acusado a Cuba de albergar instalaciones chinas de espionaje al menos desde 2019, algo que han negado tajantemente tanto La Habana como la capital china.
La situación de Taiwán y la guerra de Ucrania, así como el tráfico de fentanilo o el encarcelamiento de ciudadanos estadounidenses en China son temas que Blinken quiere poner sobre la mesa en los encuentros.
A su vez, el gobierno chino tiene su propia agenda, como dejó claro el ministro Qin Gang en una llamada el miércoles con Blinken en la que exhortó a Estados Unidos a cesar en su empeño de dañar los intereses soberanos en materia de seguridad y desarrollo de China "en nombre de la competencia".
Washington, por ejemplo, bloqueó el año pasado el acceso a China de su sector de semiconductores alegando que Beijing quiere utilizar los chips para desarrollar su industria militar.
Según Manfredi, Estados Unidos "quiere aliviar el conflicto pero también marcar territorio para que China no pueda desarrollarse".
En medio de esta rivalidad, ambas potencias están intentando ampliar sus esferas de influencia, con China redoblando sus inversiones en África y América Latina, y Estados Unidos estrechando lazos con el Indopacífico.
Como resultado, se está configurando un "mundo multipolar" con Washington y Pekín como grandes potencias, pero con otros poderes regionales que no se acaban de alinear con ninguno de los dos bloques, opinó el experto.
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mcc