Washington.— Un retrato gigante de Franklin Delano Roosevelt domina la decoración del Despacho Oval del presidente Joe Biden. No es nuevo que FDR es una referencia para la nueva administración estadounidense: Biden comparte con él la necesidad imperiosa de actuar urgentemente para sacar al país de una crisis profunda. El primer mes del demócrata como presidente ha dejado claro que es el espejo en el que se mira, hasta el punto de haber superado en estas semanas la velocidad de acción del mandatario que sacó a Estados Unidos de La Gran Depresión.
Este sábado Biden llega a la marca de su primer mes en el cargo con casi todas las cartas sobre la mesa: su visión de país está clara, sus prioridades son conocidas. La presentación en sociedad el pasado jueves de su propuesta de ley migratoria es un punto cumbre de esta primera fase, en la que no ha cesado en su tarea de priorizar sus objetivos y quitar dudas sobre temas en los que se centra.
“La administración está haciendo un buen trabajo usando los Poderes Ejecutivos rápidamente para deshacer el daño de los años de Trump y mandar señales sobre sus propias prioridades”, dijo hace unos días a The New York Times Alasdair Roberts, director de la escuela de política pública de la Universidad de Massachusetts y experto de los inicios del gobierno de Roosevelt.
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Los primeros 10 días de Biden fueron frenéticos, con jornadas temáticas en las que su firma se plasmó en decenas de decretos y proclamaciones. Hasta ahora ha emitido 52 decretos, normativas, memorandos y demás acciones tomadas como comandante en jefe de Estados Unidos, de las cuales 31 son órdenes ejecutivas, cerca de la mitad de ellas, para revertir políticas de la administración anterior. “No estoy haciendo leyes, estoy eliminando malas políticas”, dijo hace unos días, cuando firmó un puñado de acciones sobre migración.
Es precisamente este ámbito uno de los prioritarios y que más tinta de su pluma ha gastado. Sin contar las decisiones tomadas para con el gran desafío que enfrenta el país —la pandemia de coronavirus—, el punto en el que más ha actuado ha sido migración: una decena de acciones de las cuales ocho eran directamente para revertir una política de Donald Trump. No ha sido sólo algo retórico: desde ayer empezó a tramitar la reaceptación de solicitantes de asilo, y las agencias de migración están cambiando su acercamiento a las tareas de deportación y detención de migrantes.
Biden todavía tiene margen de maniobra en aspectos que no ha tocado ni se ha pronunciado con alguna acción ejecutiva, como en el tema de control de armas o pena de muerte, pero la gran mayoría de todo lo que se proponía ya ha tenido respuesta en forma de decreto, proclamación o notificación oficial.
Su participación este viernes de su primer encuentro con los países integrantes del G7 fue su presentación oficial al mundo, su primera incursión al multilateralismo clásico estadounidense previamente a Trump, dando un paso más iniciado con el regreso a los Acuerdos del Clima de París y otros organismos de la ONU.
Las indicaciones de que está abierto a reabrir las negociaciones nucleares con Irán es otro aspecto de la nueva política que ha llegado con Biden. El éxito de su primer tramo como presidente, el que marca el estándar de los 100 días, no será completo sin haber conseguido algún triunfo en el Congreso. Y eso, ahora mismo, sólo tiene un nombre: el nuevo paquete de estímulo para combatir los efectos de la pandemia de coronavirus. Los fondos existentes hasta ahora terminan a mediados de marzo, y deberá hacer gala de su vanagloriada capacidad de diálogo y tender la mano a sus rivales políticos.
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No es la única tarea congresual que le exigirá paciencia: también tendrá que esperar para que el Senado, en sus trámites burocráticos y su lentitud crónica, terminen de completar su gabinete. Hasta la fecha sólo han confirmado a siete de los 33 nominados: todavía faltan, entre otros, su fiscal general y los secretarios de Comercio, Agricultura, Salud, Educación, Trabajo, Energía, Interior y Vivienda.
El primer mes de Biden como presidente no ha servido sólo para marcar en cuestiones de fondo, sino también de forma. Las ganas de la nueva administración para romper con los últimos cuatro se ven en cualquier paso que dan. Hay conferencia de prensa de la portavoz a diario —así como de los grandes ministerios como los departamento (secretarías) de Estado y de Defensa—, la política no se hace a través de redes sociales, sino en comunicación directa con los periodistas y medios de comunicación; incluso han vuelto las mascotas a la Casa Blanca.
No han faltado, sin embargo, los obstáculos y tropiezos, aunque nada que ver con el continuo goteo de acusaciones, críticas y escándalos. La mayor crisis interna de este inicio de mandato de Biden probablemente fue el caso de un miembro del equipo de comunicación de la Casa Blanca insultando y amenazando a una reportera. Tras intentar aplacar las críticas con una suspensión temporal, finalmente fue despedido.