Washington.— Ya no hay marcha atrás: el demócrata Joe Biden es oficial y formalmente el presidente electo de Estados Unidos. El trámite del Colegio Electoral, un órgano arcaico y ceremonial, consolidó y certificó que el exvicepresidente será el nuevo inquilino de la Casa Blanca, aunque le pese a Donald Trump, quien insiste en negar la realidad y mantiene sus quejas por un proceso electoral que considera fraudulento, sin presentar pruebas y basado en teorías de conspiración.

Nunca antes se había prestado tanta atención a un proceso tan tedioso, puramente burocrático, sin ningún atisbo de sorpresa. Sin embargo, la subversión de Trump y su tozuda insistencia en que hubo fraude, poniendo en jaque a las instituciones estadounidenses, colocó al país en alerta. El conteo se siguió al minuto, con la misma atención que los resultados de la noche electoral.

No hubo sobresaltos en la jornada, no hubo ni “electores infieles”, aquellos que deciden no votar acorde con lo decidido en el sufragio popular. Biden se quedó con los 306 votos electorales, contra 232 de Trump. El mismo resultado que hace cuatro años dio la victoria al republicano frente a Hillary Clinton.

Biden, horas después del sello definitivo de su triunfo, pidió que de una vez por todas el país “pase la página”, en un discurso que fue más una oda a la democracia y un ataque velado a la insistencia de Trump de no aceptar resultados y querer mantener el poder a toda costa. “En Estados Unidos, los políticos no toman el poder: la gente se lo concede. La llama de la democracia se iluminó en esta nación hace mucho tiempo. Y ahora sabemos que nada, ni tan siquiera una pandemia, o un abuso de poder, va a extinguir esta llama”, dijo el demócrata, quien consiguió 81 millones de votos y debe asumir la presidencia el próximo 20 de enero.

Es hora de la unidad, añadió un Biden consciente de los desafíos que le esperan, incluyendo la pandemia de coronavirus.

Pero Trump aún no está dispuesto a reconocer su derrota, pese a quedarse sin recursos para buscar la subversión, con estrategias sin ningún tipo de validez legal y que sólo sirven para mantener los ánimos de sus seguidores, alimentando todavía más el fantasma del fraude electoral y toda la serie de teorías de la conspiración correspondiente.

Uno de sus más cercanos asesores, Stephen Miller, anunciaba que en algunos estados (como Pennsylvania, Nevada o Georgia) se iban a crear colegios electorales paralelos, puramente trumpistas, para crear una falsa dualidad de resultados que tendría que ser dirimida en el Congreso. Una acción sin ninguna base constitucional que quedará en nada.

Con el resultado del Colegio Electoral sólo queda una etapa en el proceso para oficializar el triunfo de Biden: el envío de resultados al Capitolio y su aclamación, algo que sucederá el 6 de enero.

La bancada republicana comienza a romper filas con Trump, si bien el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, no respondió a preguntas de los periodistas sobre si ya había llegado el momento de reconocer a Biden como presidente electo. El número dos de los conservadores en la Cámara Alta, John Thune, afirmó que “una vez el colegio selle el tema llegó el momento para todos de mirar hacia adelante”. Su predecesor en el liderazgo republicano, el también senador John Cornyn, confesaba que, “sujeto a cualquier otro litigio que pudiera ocurrir entre ahora y el 20 de enero”, Biden es el legítimo presidente electo.

Por otra parte, ayer empezó el voto anticipado para la segunda vuelta de las elecciones en Georgia para dos asientos en el Senado, que determinarán qué partido controlará una Cámara Alta que será crucial.

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