Nueva York.— Este domingo 20 de noviembre el presidente estadounidense cumple una cifra redonda: 80 años. Sin haberlo planeado, también batirá un récord, convirtiéndose en el mandatario de mayor edad en la historia de Estados Unidos. De momento, la familia presidencial no ha anunciado ninguna celebración por todo lo alto porque, por si fuera poco, el día anterior estarán celebrando la boda de una de las nietas presidenciales, Naomi Biden —hija de Hunter Biden—, de 28 años, en el jardín sur de la Casa Blanca. Será la boda número 19 en la historia en esta residencia oficial.

Un buen ajetreo para “un hombre sano y vigoroso”, según el equipo médico del presidente, pero a quien los años, como a todos, le pesan cada vez más. O por lo menos así lo ven los estadounidenses. Según una encuesta de CBS News, 73% de los ciudadanos piensa que debería haber un límite de edad para los funcionarios electos. Entre los demócratas, 71% está de acuerdo con que “Biden es mentalmente agudo y capaz de enfrentar los desafíos”, pero 46% reconoce que quizá no esté a la altura para el desafío que suponen las elecciones de 2024. Según otra encuesta del periódico The New York Times, 64% de los votantes prefiere un candidato más joven de cara a los siguientes comicios.

Para Biden su edad es todo lo contrario, una fortaleza. El presidente ha asegurado en varias ocasiones que está en plena forma, y que además su edad va unida a una mayor experiencia. De eso sí que no le falta al octogenario. Biden lleva toda su vida moviéndose en arenas políticas que le han permitido llegar a donde está hoy. Ya lo había intentado antes; sin embargo, la muerte de su hijo Beau, en 2015, lo apartó de una posible victoria vicepresidencial en ese momento.

Además, hay líderes mundiales al frente de grandes naciones mucho mayores que él, como el presidente de Camerún, Paul Biya (89 años), o la reina Margarita de Dinamarca (82 años). Entonces, ¿por qué la edad del mandatario amenaza con volver a ser tema central ahora que EU está a punto de pasar página en las elecciones de medio término? Erick Langer, profesor de Historia en la Universidad de Georgetown, Washington, responde que “los republicanos han hecho muy buen trabajo de propaganda, y han tratado de pintar a Biden como un viejito que no sabe qué dice”.

Rafael Bernal, periodista especializado en cuestiones políticas del medio digital estadounidense The Hill, está convencido de que hay “falta de costumbre. Reagan está muy presente en la mente de la población. Murió de un duro Alzheimer seis años después de salir del poder y siempre quedará la duda” de si le afectó durante su mandato.

Por otro lado, cuenta que “también hay falta de deportividad, falta de tacto. Cualquier línea de ataque político es válida. Algo que siempre ha existido, pero con Donald Trump se aceleró aún más esa dinámica de odiar al enemigo en vez de respetar al rival”.

Si Biden se presentará o no a las elecciones presidenciales de 2024 es una cuestión que ronda el imaginario estadounidense. ¿Por qué tanto misterio? ¿Por qué no anunciarlo y disipar las dudas? Según el profesor Langer, Biden no quiere “volverse irrelevante en su partido. Si dijera que se va, le quitaría mucho poder porque no verían en él continuidad para seguir adelante con las iniciativas que se ha propuesto”.

Por tanto, “prefiere”, explica el profesor, “mantener las opciones abiertas, pero es verdad que necesita postularse pronto, porque tampoco quiere darle una plataforma al expresidente donde Trump acapare todo el escenario”.

La cuestión incomoda a algunos demócratas que son conscientes de los despistes de su líder. Como cuando durante un discurso en un acto en septiembre preguntó dónde estaba Jackie Walorski.

“Jackie, ¿está aquí? ¿Dónde está Jackie? Iba a estar aquí”, aseguraba el mandatario.

La congresista republicana había fallecido en un accidente de tráfico semanas antes.

“Estos despistes los ha tenido siempre”, sonríe el profesor Langer, “los ha tenido toda su vida”. Tampoco pasó inadvertido para la prensa cuando culpó a la guerra de Irak por la inflación, queriendo referirse a la de Ucrania. O cuando en otro acto saludó al aire. Momentos difíciles para su equipo de prensa, que trata de justificar cada uno de estos lapsus como buenamente puede.

Aun así, el equipo del mandatario estadounidense ya se prepara para una segunda campaña presidencial, según funcionarios de la Casa Blanca.

Mientras, el propio Biden es más prudente y hace días aseguró que es una decisión que discutiría con su familia estas fiestas y compartiría con el público a principios de 2023.

El líder demócrata y la primera dama Jill Biden planean viajar a Nantucket en las celebraciones de Acción de Gracias y ahí conversarán sobre el futuro político del mandatario.

“No va a tener prisa [en hacer el anuncio], pero tampoco va a dejar que haya dudas. Igual hasta lo anuncia más tarde de lo normal, que suele ser un año antes, como hizo Barack Obama en 2011 para su reelección en 2012”.

Sin embargo, para el profesor Langer, el líder demócrata “está mayor para postularse otra vez. Está al tanto de todo, pero a fin de cuentas a esa edad es difícil absorber toda la información que como presidente necesita absorber”. Al responder sobre cuándo cree que el presidente estadounidense podría anunciar su decisión, declara que “con su 80 cumpleaños ahora no es el mejor momento, va a dejar pasar esa fecha para que nadie se acuerde”.

Pero los estadounidenses, cuando quieren, no olvidan. Con una inflación de 7.8%, la economía a punto de sufrir otro gran revés y con una ciudadanía más polarizada que nunca, lo más importante ahora para la población es la estabilidad. Una seguridad que se ha buscado estas elecciones de medio mandato en la continuidad del Partido Demócrata en el Senado, aunque los republicanos se hicieron con el control de la Cámara de Representantes.

“Biden ha intentado varias veces llegar a la presidencia a lo largo de los años, pero el público no le prestó mucha atención y en el momento que fue la opción más seria, aburrido, pero con experiencia, le votaron”, explica Bernal. En contra de la tradición histórica, que suele favorecer al partido en la oposición, los votantes han creído las palabras de Biden: “La democracia estadounidense está siendo atacada porque el derrotado expresidente de EU se niega a aceptar los resultados de las elecciones de 2020”, y le han permitido a él y su partido seguir controlando la Cámara Alta. Una segunda oportunidad para el presidente.

Si el líder demócrata anuncia su candidatura para las elecciones presidenciales de 2024 el próximo año, terminaría su segunda legislatura con 86 años (nada descabellado teniendo en cuenta que su contrincante, Donald Trump, tendría 82 años al dejar el cargo si gana en 2024). Si finalmente decide dar un paso atrás, ¿qué otra opción presidencial tiene el Partido Demócrata?

Para los expertos en política estadounidense las alternativas están claras y son dos: el recién reelegido gobernador de California, Gavin Newsom, o la vicepresidenta Kamala Harris.

“Newson tendría los votos del estado de California que ya son muchos. Además es progresista, atractivo, habla muy bien”, opina el profesor Langer, quien también cree que uno de los motivos por los que Biden no deja que Kamala Harris “destaque es porque tampoco querría dar la imagen de que está a punto de abandonar”.

Bernal asegura que “hay muchos nombres” encima de la mesa, pero pocos rivales de verdad”. Para el periodista, el excandidato presidencial y actual secretario de Transporte, Pete Buttigieg, también es una buena elección. “Aunque si se lanza Biden, ninguno de los tres se presentaría. Si lo hace Kamala Harris quedaría raro, y los otros dos tampoco lo harían, son aliados”.

Una incógnita que todo apunta a que se tendrá que esperar para resolver. De momento, Biden tendrá que decidir su futuro político con unas encuestas poco favorables, con un índice de aprobación de 41.1%, según FiveThirtyEight.

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