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San José.— Bella está viva en México, Spayk está muerto en Ecuador, Soly y Mozku están activos en Costa Rica y Wilson está desaparecido— y parece que para siempre— en Colombia. Las dos perras heroínas y los tres perros héroes sólo hicieron en 2022 y en 2023 lo más valioso de todo lo que saben hacer, compartir y disfrutar: ser leales.
Bella acompañó por más de tres meses al australiano Timothy Shaddock tras zarpar en un catamarán en abril anterior del puerto mexicano de La Paz, en el noroccidental estado de Baja California, y naufragar en el navío en el océano Pacífico; ambos sobrevivieron a múltiples penurias y fueron rescatados en julio y el 19 de ese mes regresaron a México.
Spayk murió el 17 de noviembre de 2022 en Quito, en el sector norcentral de Ecuador, cuando, en una espeluznante y sanguinaria escena grabada y difundida en reses sociales, una mujer lo ahorcó de un árbol, en un caso que agudizó el drama del maltrato animal en ese país y que está sometido a un proceso judicial en contra de la asesina.
Soly y Mozku cumplieron una riesgosa misión el 24 de julio pasado en el norte de Costa Rica como miembros de la Unidad de Búsqueda y Rescate con Perros (K-SAR) de la Cruz Roja Costarricense, al rastrear desaparecidos— vivos y muertos— por una avalancha de agua, árboles y maleza que descendió de las montañas y arrasó con casas y establecimientos comerciales.
Wilson desapareció desde que, el 9 de junio pasado, halló a cuatro niños indígenas colombianos—Lesly, de 13; Soleiny, de nueve; Tien, de cuatro, y Cristin, de uno— en una selva del sur de Colombia luego de 40 días de desaparecidos tras sobrevivir, el 1 de mayo a un accidente aéreo y deambular por la jungla.
“Son héroes y heroínas. La lealtad de las perras y de los perros va más allá de lo que los seres humanos podemos comprender”, afirmó la argentina María Dolores Ocampo, comportamentista canina y entrenadora canina: “Son ángeles en esta tierra. Su nivel de altruismo es mayor que el de nosotros los humanos. Dan lo que tienen adentro, que es puro amor y pura lealtad. Nos entienden mejor a nosotros que nosotros a ellos”, dijo Ocampo a EL UNIVERSAL. “¡Y lo hacen de manera humilde! Son todo cariño. Si un perro callejero salva a una persona de un asalto, no esperan nada a cambio”, explicó Ocampo, propietaria de Rope, una empresa de Quito que trabaja en el comportamiento y la educación de perras y perros.
Al recordar que “los perros se separaron de los lobos, porque eran dos bandos y es lo que ahora llamamos ‘proto-perro’ o perro ancestral”, explicó que, luego de ese proceso, “voluntariamente se asociaron a los humanos porque ven una oportunidad: son grandes oportunistas, seres de efectividad.
“Se asociaron a nosotros mostrándonos sus habilidades y nosotros, bastante oportunistas también, vemos las habilidades y las ventajas que nos traen tener a un perro cerca y empezamos a entablar una relación laboral junto a ellos”, subrayó.
Tras aclarar que “el perro o la perra mascota de nuestras casas es una modernidad”, mencionó que “en primera instancia siempre trabajaron a nuestro lado. A partir de eso, los seres humanos los manipulamos genéticamente para desarrollar perros de caza, de seguridad, de pastoreo de ganado, de limpieza de plagas. Desde siempre el perro trabajó junto al humano”. Apasionada del estudio canino, Ocampo señaló que “como humanidad nos corresponde reconocer los pequeños y los grandes actos de heroísmo de perras y perros que tienen en nuestras casas y para nuestras vidas, como amarnos incondicionalmente”.
“Descartar que hubiera desaparecidos”
Como jefe de K-SAR de la institución socorrista de Costa Rica, el costarricense Gustavo González, tecnólogo en Cardiología, trabajó con Soly en un operativo coordinado con Mozku luego del desastre natural por el alud que asoló a un vasto sector del norte de este país.
Ambos animales desplegaron una tarea vital: “Su trabajo fue descartar que hubiera desaparecidos” en la masa de barro, agua, tierra y escombros que quedó después del feroz paso de la tromba, explicó González a este diario.
“Soly [hembra] y Mozku [macho] rastrearon toda el área. Hicimos un barrido con el objetivo de determinar que no hubiera ninguna persona enterrada, viva o muerta. En la zona destruida había un restaurante, un minisúper y otros negocios comerciales y detrás había casas, por eso es que se temía que hubiera personas vivas atrapadas o ya muertas”, relató. Para proteger la vida de los animales, que es un elemento fundamental en misiones de salvamento, cualquier labor de rescate quedó regida por protocolos básicos.
“Se ingresa por un tiempo determinado de 20 minutos y con lapsos de descanso. No podemos exceder la capacidad del perro o de la perra por más de 20 minutos. Lo primero es salvaguardar su vida. No debemos perder la vida del animal en la zona de trabajo”, precisó.
En el operativo en el norte de Costa Rica, por ejemplo, Soly y Mozku compartieron su trabajo. Cuando la perra entró a desarrollar todo su aprendizaje, el perro se quedó descansando y refrescándose y después se turnaron las responsabilidades.
Para llegar a ese punto de eficiencia, los perros y las perras debieron ser sometidos a un intenso entrenamiento, señaló.
“Se les enseña mediante el juego de presa y la caza, con técnicas de que les guste una bola y un mordedor de tela. Con el juego se les premia con el mordedor. Cuando se está en regiones de desastre, obviamente no se les pueda dar ese premio y lo que se aplica, en esas condiciones, es el premio verbal. La persona que lo acompaña le dice cosas que el animal entiende, se le felicita”, narró González.
Para adiestrarlos se recurre a tres lineamientos básicos:
—Búsqueda en estructuras colapsadas.
—Búsqueda en terraplén o movimientos de tierra.
—Búsqueda en campo abierto sectorizado.
Por eso, el tiempo será crucial. De acuerdo con González, si el perro o la perra ingresa a un punto en un máximo de 24 horas después de ocurrida una tragedia, podrá localizar un cadáver. No obstante, si la entrada al sitio se registró luego de ese plazo, será probable que, si detecta que hay una persona muerta, el animal marcará el punto o dará algún indicio.
Al comportamiento se sumará un aspecto central: por establecerse un nexo estrecho entre ambos, el perro o la perra casi siempre vivirá con el guía.
“Hay que entender una diferencia, una característica muy importante: no se trata de una mascota. En mi caso, Soly vive conmigo en mi casa. Yo soy cruzrojista voluntaria y llevo el costo del mantenimiento de Soly. Por eso es que cada guía tiene su propio perro o perra. Y viven juntos”, aseveró.
Ante una eventualidad, como tener que movilizarse de urgencia al exterior a unirse a acciones de socorro y rescate por terremotos, huracanes, erupciones volcánicas, maremotos y otros fenómenos de la naturaleza, los animales de la K-SAR y de otras unidades similares, como las de los bomberos o las de las policías, deben tener al día su cartilla de vacunas, medicamentos, vitaminas, alimentación y diversos controles sanitarios.
¿Y el momento del retiro? “Dependerá de múltiples condiciones”, reconoció González, al señalar que las perras y los perros de rescate también tienen derecho, como los seres humanos, a jubilarse.
“Un asunto a considerar será, por supuesto, la condición física del animal, que puede variar de uno a otro. Algunos piensan que cuando llega a los nueve años se está ya en la víspera del retiro”, planteó.
La búsqueda de Wilson
En una noticia que consternó, las fuerzas militares de Colombia anunciaron el 26 de julio el final de la Operación Esperanza, que empezó cuando los cuatro niños colombianos desaparecieron en la jungla con el percance aéreo y se prolongó luego del hallazgo de los menores para rastrear a Wilson, un valeroso miembro del cuerpo canino de la institución castrense colombiana.
Wilson rompió el cordel que le ató a su guía, el soldado colombiano Cristian Lara, y corrió por la selva para encontrar a los cuatro, pero cuando las patrullas de rescate que lo siguieron lograron finalmente llegar al lugar donde permanecían los indígenas… ya el perro no estaba y desapareció.
En la tenaz y peligrosa búsqueda que comenzó casi de inmediato, los militares desplegaron en el área varios ritos para atraerlo, como alimentos, perras en celo, ropa de Lara y otros mecanismos que resultaron infructuosos para llevarlo de regreso a su hogar con Drugia, su madre, y con sus hermanos Vacan y Wálter, también miembros de las fuerzas armadas, y con su guía. Al finalizar la Operación Esperanza, las tropas salieron de la montaña. Lara también abandonó la selva y está en proceso mental y físico de recuperación.
Sin perder la esperanza, parece que Wilson ya no regresará… pasó a la historia como héroe.