Miami.— En un país donde la lucha por los derechos civiles ha definido gran parte de su historia moderna, el racismo sigue siendo una fuerza persistente y de enormes divisiones en Estados Unidos. A 61 años del icónico discurso I have a dream, de, EU se enfrenta a una encrucijada, en la que las tensiones raciales se entrelazan con la política, la justicia y la identidad nacional. Los candidatos presidenciales Donald Trump y Kamala Harris personifican enfoques y visiones profundamente diferentes sobre el tema.

En la última década se vieron ejemplos trágicos de cómo la discriminación racial se manifiesta en diversas formas, desde la hasta los crímenes de odio. La muerte de George Floyd en 2020 fue un punto de inflexión que provocó protestas masivas a nivel mundial, al subrayar la urgencia de abordar renovadamente el tema del racismo sistémico en EU.

El aumento de crímenes de odio contra asiático-estadounidenses durante la pandemia de Covid-19, alimentado por retóricas que vinculaban al virus con la comunidad asiática, es otro recordatorio de que el racismo sigue siendo una amenaza en la sociedad estadounidense. Estos eventos, junto a los asesinatos de Trayvon Martin, Breonna Taylor y el ataque armado en el Walmart de El Paso, Texas, han dejado en claro que el sueño de igualdad está lejos de cumplirse.

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Todo empeora cuando líderes de la talla de Donald Trump están en el centro de la controversia racial en Estados Unidos. Desde el lanzamiento de su campaña presidencial en 2015, ha sido acusado de utilizar la retórica racista como herramienta política. Las políticas implementadas bajo su gobierno reflejaron una visión que muchos han calificado de discriminatoria.

El manejo de Trump de los eventos de Charlottesville en 2017, donde supremacistas blancos se manifestaron violentamente, fue ampliamente criticado. Su declaración de que había “gente muy buena en ambos lados” fue interpretada como una falta de condena clara al racismo, lo que alimentó las críticas de que su administración legitimaba esas actitudes. En el debate presidencial de 2020 cuando se le pidió que condenara a los grupos supremacistas blancos su respuesta de “manténganse al margen y listos” dirigida a los Proud Boys, un grupo extremista, fue percibida como un guiño a los elementos más radicales de su base de apoyo. Trump también mostró una actitud hostil hacia el movimiento Black Lives Matter, al calificar a los manifestantes de “anarquistas” y “terroristas”.

Kamala Harris, la primera mujer afroestadounidense y de ascendencia india en ser nominada para la vicepresidencia por un partido mayoritario, representa una historia de superación y diversidad en la política estadounidense. Como hija de inmigrantes, Harris ha simbolizado la posibilidad de un EU más inclusivo, aunque su historial como fiscal general de California no ha estado exento de críticas.

Durante su tiempo como fiscal, Harris enfrentó críticas por algunas decisiones que, según sus detractores, afectaron negativamente a las comunidades de color.

Como senadora, ha sido una defensora de la reforma de la justicia penal y ha apoyado proyectos de ley para aumentar la rendición de cuentas policial y mejorar las condiciones en las prisiones.

El racismo persistente sigue siendo una de las principales barreras para la igualdad en Estados Unidos. Aunque la segregación legal terminó hace décadas, las disparidades raciales persisten en casi todos los aspectos de la vida diaria.

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La Casa Blanca dijo en un comunicado sobre La discriminación racial en el Estados Unidos contemporáneo, que “sesenta años después de la Ley de Derechos Civiles de 1964, la Administración Biden está trabajando para derribar las barreras a la igualdad de oportunidades”.

La brutalidad policiaca es quizás la manifestación más visible del racismo persistente. Casos como el de Floyd, quien fue asesinado por un oficial de policía en Minneapolis, y de Eric Garner, quien murió asfixiado por un policía en Nueva York, han mostrado la violencia racial a la que los afroestadounidenses están desproporcionadamente expuestos. Las disparidades económicas entre blancos y minorías raciales siguen siendo significativas.

El legado del movimiento de derechos civiles también ha influido en las comunidades latinas en EU. Aunque la lucha se centró inicialmente en los afroestadounidenses, las lecciones y victorias obtenidas inspiraron a líderes latinos a luchar por sus propios derechos. Figuras como César Chávez y Dolores Huerta encabezaron el movimiento de derechos de los trabajadores agrícolas. El país se encuentra en una encrucijada, donde el racismo sigue siendo una fuerza divisiva que impacta no sólo a los afroestadounidenses, sino también a latinos, asiático-estadounidenses y otras minorías, dicen expertos.

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