Los enormes tanqueros esperan. Decenas de barcos gigantes llenos de gas natural licuado (GNL) se encuentran frente a las costas de España, de Portugal, de Reino Unido y de otras naciones europeas.
Pese a la gran demanda que hay de este combustible fósil, el cual es enfriado a unos -160 grados centígrados para su transporte, hay tanqueros que tienen días esperando para entregar su preciada carga.
Tras invadir Ucrania en febrero pasado, Rusia redujo el suministro de gas a Europa, lo que desencadenó una crisis energética que disparó el precio del gas. Esto provocó el temor a la escasez de energía y a que las facturas de los consumidores se dispararan.
"Lleva pasando unas 5 o 6 semanas", dijo Augustin Prate, vicepresidente de Mercados de Energía y Materias Primas de Kayrros, uno de los muchos observadores que han seguido el desarrollo de la situación.
Él y sus colegas rastrean los barcos a través de las señales del Sistema de Identificación Automática (AIS), que los buques transmiten a los receptores, incluso a los satélites.
"Está claro que es una gran historia", afirmó.
¿Por qué los barcos cargados de GNL merodean por Europa? La respuesta, como habrás adivinado, es un poco complicada.
Fraser Carson, analista de investigación de Wood Mackenzie, también ha estado siguiendo la situación y ha contabilizado 268 buques de GNL en todo el mundo, notablemente por encima de la media anual de 241. De los que están actualmente en el mar, 51 están en las proximidades de Europa.
El experto explicó que los países europeos se lanzaron a comprar gas durante el verano con el objetivo de llenar los tanques de almacenamiento en tierra. ¿El objetivo? Garantizar la disponibilidad del combustible para cubrir las necesidades energéticas este invierno.
La meta original era tener sus depósitos al 80% de su capacidad antes del 1 de noviembre. No obstante, esto se ha cumplido, e incluso superado, mucho antes de lo previsto. Los últimos datos sugieren que el almacenamiento está ahora en casi el 95%.
Pero mientras el GNL sigue llegando a tierra, la demanda de instalaciones que calientan el combustible en estado líquido y lo conviertan de nuevo en gas es alta. A esto hay que agregarle que no hay muchas plantas de este tipo en Europa, en parte porque el continente dependió durante mucho tiempo del gas suministrado por Rusia, a través de gasoductos.
Esa es una de las razones por las que los tanqueros están esperando: algunos hacen cola para acceder a las terminales de regasificación.
Alemania y Países Bajos han comenzado a construir en nuevas instalaciones de regasificación. Se espera que algunas, construidas rápidamente con barcos de GNL reconvertidos y atracados en los muelles, entren en funcionamiento en unos meses.
Otra razón para este cuello de botella es que en Europa es que se está consumiendo menos gas del que se consume tradicionalmente en esta época del año, porque las temperaturas se han mantenido relativamente altas hasta bien entrado octubre.
Además, como señaló Antoine Halff, cofundador de Kayrros, las actividades industriales que dependen de este combustible han reducido su consumo.
"Se ha producido una caída muy drástica de la producción de cemento y acero en Europa", afirmó.
También hay otro ingrediente y es que en el mercado se viene presentado la situación llamada "contango", la cual supone demorar la entrega de un producto porque su precio a futuro será superior al actual.
"El precio que se obtendrá por entregarlo en enero será más alto que hacerlo en noviembre", explicó.
Michelle Wiese Bockmann, editora de mercados y analista de la revista de transporte marítimo Lloyd's List, afirmó que solo por esperar a entregar en diciembre un cargamento en lugar de noviembre, los beneficios podrían ser de decenas de millones de dólares.
Aunque es posible que los compradores de otras partes del mundo terminen adquiriendo los cargamentos de algunos buques que esperan frente a las costas europeas, lo que significa que podrían salir y dirigirse a Asia, por ejemplo, Europa se puede beneficiar de tener un exceso de GNL literalmente flotando en sus mares.
Algunos observadores afirmaron que el hecho de que los buques esperen es, en parte, positivo, pues implica que hay gas disponible para cuando se necesite.
El único problema está en el dinero. La demanda febril de gas significa que los países ya han pagado cantidades extraordinarias para conseguirlo.
Alemania gastó US$ 48.849 millones en importaciones entre enero y agosto, publicó Reuters. En el mismo período del año anterior la cifra fue de US$ 16.875 millones.
Tanto Bockmann como Carlson sostienen que los países europeos se encuentran en una situación ventajosa, pese al entorno geopolítico.
La verdadera pregunta es qué pasará después. Con el gas asegurado al menos para las próximas semanas, el precio de la materia prima en Europa ha empezado a bajar.
Pero nuevas interrupciones del suministro y unos meses de invierno muy fríos podrían cambiar el panorama.
También hay que tener en cuenta la situación mundial. El aumento de la demanda de importaciones de GNL en Europa ha impulsado la competencia por el gas en todo el mundo. Países como Pakistán y Bangladesh, que dependen del GNL, pero que tienen menos influencia financiera en el mercado, se han visto perjudicados por la situación.
Una parte del GNL que tradicionalmente se dirigía a Asia ha terminado en Europa. Ha sido un "gran juego de sillas musicales", dijo Halff.
Pero algunos países asiáticos, en particular China, Japón y Corea del Sur, que también utilizan mucho GNL, buscarán probablemente importaciones grandes en los meses más fríos, lo que podría alimentar la competencia entre continentes.
Corey Grindal, director de operaciones y jefe de comercio mundial del productor de GNL Cheniere, aseguró lo que está ocurriendo en el mercado es "un fenómeno a muy corto plazo".
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