Madrid.— La comunidad LGTBIQ+ ha conseguido importantes avances en la mayoría de los países industrializados, pero continúa sobreviviendo bajo mínimos en buena parte del planeta, sobre todo en el mundo islámico donde el colectivo padece la represión en diferentes grados.
Las sanciones impuestas por motivos de orientación o identidad sexual son muy variadas; en 11 países la homosexualidad puede suponer pena de muerte. Más de 70 países tipifican como ilegales las relaciones consentidas entre personas del mismo sexo, y la gran mayoría las castigan con penas de cárcel, según informes de organizaciones humanitarias que recalcan el hecho de que un simple beso sea un delito. En ocasiones, a los homosexuales se les tortura para obtener confesiones de “desviación”; y en otras se les viola para “curarlos”.
El mapa que registra los mayores índices de hostigamiento hacia los homosexuales apenas ha variado en los últimos años, con Arabia Saudita, Brunei, Irán, Mauritania, Nigeria y Yemen encabezando la lista de países que más severamente castigan al colectivo, incluyendo la pena capital que no siempre se aplica. En otros cinco países (Afganistán, Emiratos Árabes Unidos, Paquistán, Qatar y Somalia), la condena a muerte puede llegar a imponerse con base en ciertos códigos legales o religiosos, aunque hay menos certeza jurídica sobre la situación. En julio de 2020 Sudán abolió la pena de muerte como castigo por relaciones sexuales consensuadas entre personas del mismo sexo, aunque estos encuentros aún son castigados.
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En Medio Oriente y Norte de África (Bahréin, Egipto, Irán, Marruecos y Túnez), se detiene y encarcela a las personas LGTBIQ+ por cargos de “actos licenciosos” o “conducta inmoral”, y se las persigue en aplicación de leyes que penalizan las relaciones sexuales consentidas entre personas del mismo sexo.
En África, el colectivo sigue sufriendo abusos o discriminación en Camerún, Kenia, Senegal, Tanzania, Togo y Uganda. En países asiáticos como Indonesia o Malasia, los homosexuales también son objeto de hostigamiento. “Hay cientos de casos en los que agentes estatales sometieron a personas LGBT y de género diverso a multas, detenciones arbitrarias, enjuiciamientos, castigos corporales, encarcelamientos y [posiblemente] la pena de muerte”, señala la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA), en su informe de 2021.
La represión alcanza a todos los integrantes del colectivo, pero los transexuales son víctimas preferenciales. Según datos recogidos por Transgender Europa, entre 2008 y 2020 murieron asesinadas 3 mil 664 personas transexuales en el mundo por prejuicios discriminatorios. “En América, Brasil sigue siendo el país más mortífero del mundo para las personas trans. En países como Argentina, Bahamas, El Salvador, Haití, Honduras, Jamaica, República Dominicana o Venezuela, se mantienen niveles elevados de crímenes de odio, apología del odio y discriminación, así como asesinatos y persecución contra activistas LGBTI”, denuncia Amnistía Internacional (AI). A pesar de las mejoras constitucionales registradas en los últimos años, en México y otros países latinoamericanos como Colombia y Honduras, los miembros del colectivo gay siguen siendo objeto de discriminación y acciones violentas.
En contraste, es en Europa, Canadá y Australia donde se han materializado los mayores avances de la comunidad gay. En casi todos los países del Viejo Continente las personas homosexuales acceden sin problemas a las instancias más altas de la administración del Estado y ocupan cargos de diputados, u otros a nivel municipal.
En Italia surgió a finales de 2020 el partido Gay, que se define como solidario, ambientalista y liberal. En el norte de Europa y concretamente en Dinamarca, el primer país del mundo en reconocer oficialmente la unión civil entre parejas del mismo sexo en 1989, continúan afianzándose los derechos del colectivo.
Malta, Bélgica, Luxemburgo, Portugal, Noruega, Finlandia, Suecia y España encabezan el ranking de los países europeos con más derechos LGTBIQ+, según el último informe de ILGA.
En el otro extremo del tablero se encuentran la mayoría de los países musulmanes, que sancionan severamente el ejercicio de la homosexualidad, forzando al colectivo gay a vivir en la clandestinidad. En algunos casos, la estigmatización se realiza con burdas censuras, como la decisión de Emiratos Árabes Unidos de prohibir la exhibición de la película de Pixar, Lightyear, ante reportes que señalan que se muestra un beso entre dos personajes femeninos. Kuwait, Arabia Saudita, Malasia y otros países musulmanes también podrían vetar la película por idénticos motivos.
Es mucho lo que se ha conseguido en la mayor parte de Europa en lo que se refiere a los derechos gays, aunque no todos los integrantes del colectivo son percibidos de la misma manera. Los transexuales siguen siendo los más estigmatizados en muchos países europeos, por lo que tienen problemas para lograr su plena aceptación y enfrentan con demasiada frecuencia trabas laborales, aunque su situación no se puede comparar con la dura represión que padece esta minoría en otras regiones del planeta.
Además, aún hay países como Rusia y otros del Centro y Este europeo donde la homosexualidad es fuertemente reprobada, incluso a nivel gubernamental.
“La orientación sexual e identidad de género sigue siendo en muchos Estados de Europa del Este y Centroeuropa un tabú social que conlleva rechazo, discriminación y abusos. Estas personas ven frecuentemente vulnerados sus derechos humanos en ámbitos como la educación, el empleo o la salud”, resalta AI.
En Letonia, Lituania, Bulgaria, Croacia, Serbia, Hungría, Moldavia o Rusia es frecuente la vulneración del derecho a la libertad de expresión y reunión o crímenes de odio contra el colectivo, dicen organizaciones humanitarias. La labor preventiva y de inclusión no debe realizarse sólo en términos legislativos. El que la homosexualidad no esté penalizada, no impide que personas LGTBIQ+ sufran a diario discriminación y crímenes de odio en países con alta intolerancia social.
“El discurso homofóbico de muchos gobernantes, políticos, religiosos y medios (...) fomenta un clima de intolerancia y discriminación contra la diversidad sexual de lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales, e incluso alienta la violencia contra esas personas”, concluye AI.
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