.— El venezolano Hugo Chávez, el boliviano Evo Morales, el ecuatoriano Rafael Correa, el nicaragüense Daniel Ortega, el hondureño Juan Orlando Hernández, el mexicano Andrés Manuel López Obrador, el salvadoreño Nayib Bukele, el costarricense Rodrigo Chaves y el colombiano Gustavo Petro son perseguidos por un factor en común.

Los nueve llegaron al poder presidencial en sus países tras aceptar competir bajo leyes y normas de juego institucionales previamente establecidas. Ya instalados en sus tronos, renegaron de esos mismos códigos o preceptos que los llevaron a la presidencia.

“Se trata de un tipo de ‘golpe blando’. Para estos dirigentes, cambiar las reglas del juego después de haber sido elegidos es una forma de subvertir la democracia”, afirmó el analista e investigador independiente brasileño Leonardo Coutinho, presidente de Inbrain Consultants, consultora privada de Washington.

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“Autócratas plenos, como Nicolás Maduro y Ortega, o en consolidación, como Petro y Bukele, se sirven de la democracia, con defectos y debilidades (…), para jugar con las ‘reglas del juego’, ganar el poder y así usurparlo en favor de la perpetuación personal al frente de sus respectivos países”, narró Coutinho a EL UNIVERSAL.

“En América Latina estamos acostumbrados a los golpes de Estado en los que intervienen militares y guerrillas, por ejemplo. Estos nuevos dictadores utilizan la democracia como puerta de entrada y luego la cierran. Prácticamente la cementan para que nadie pueda volver a atravesarla”, subrayó.

“Es la dictadura de la minoría: utilizar los sistemas democráticos, sin alterar el orden institucional, para llegar al poder y luego revertir todo ese orden para mantenerse en el poder”, adujo, por su parte, el politólogo Carlos Murillo, director del Centro de Investigación Observatorio del Desarrollo de la (estatal) Universidad de Costa Rica.

“Esto no es ni de izquierda o derecha. Esto es de carácter autoritario, de proyecto populista: usan un lenguaje que a la gente le gusta y que le llega cada vez más a sectores de la población que creen, como en Costa Rica, que el mundo comenzó el 8 de mayo de 2022” cuando Chaves asumió, dijo Murillo a este periódico.

En una visita a Estados Unidos en el primer quinquenio de la década de 1960, al entonces líder cubano Fidel Castro (1926-2016) se le preguntó por qué incumplió la promesa que lanzó desde la Sierra Maestra, bastión oriental de la guerra de guerrillas en Cuba, de 1956 a 1958, de realizar elecciones libres y democráticas. Respondió que, en el camino, “nos encontramos” un sistema mejor: el comunismo.

En campaña por la presidencia de Venezuela, que ganó en 1998, Chávez (1954-2013) negó que se perpetuaría en el poder, garantizó que gobernaría sólo un periodo y negó ser socialista o comunista. “Moribunda”, proclamó Chávez en 1999 al asumir como presidente y describir a la Constitución sobre la que juró y luego derogó, para redactar una nueva Carta Magna, consolidarse en el poder y heredarlo a un régimen socialista que ya cumplió 25 años.

Al convertirse en presidente de Ecuador en 2007, Correa maniobró para promulgar una nueva Constitución y ejerció por tres mandatos consecutivos hasta 2017. Un proceso similar logró Morales tras instalarse en la presidencia de Bolivia en 2006, con nueva constitución, y gobernó hasta 2019.

Sin modificar la Constitución Política de Nicaragua y con un progresivo control monopólico del país, Ortega se reeligió tres veces sin líos y sin rivales.

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López Obrador triunfó en 2018 en una lucha elaborada contra lo que definió como mafia del poder y su correligionaria y sucesora, Claudia Sheinbaum, también venció bajo unas reglas que ahora López Obrador busca modificar.

En contra de principios pétreos constitucionales de Honduras, Hernández juró en 2014 y se reeligió para gobernar dos cuatrienios seguidos hasta 2022. Con su legitimidad constitucional en duda, Bukele se reeligió este año, inició este mes su segundo quinquenio y afianzó su monopolio en El Salvador. Este año acusó de podrido al sistema político salvadoreño, al que nunca cuestionó cuando ganó la presidencia en 2019 y gobernó dos municipios de 2012 a 2018.

Chaves se instaló en Costa Rica para un cuatrienio en 2022, comenzó este mes a preguntar sobre la vía para reelegirse y se topó con la realidad de que constitucionalmente sólo podría hacerlo a partir de 1934. Chaves pregonó, el 21 de marzo pasado, que “Costa Rica ha sido y seguirá siendo un faro de democracia, paz y compromiso ambiental”, pero el viernes anterior acusó que, desde 1948, este país se convirtió en una “dictadura perfecta”, en una polémica por sufrir un eventual fracaso con el plan de referendo que planteó formalmente este mes.

Rumbo a cumplir en agosto su segundo de los cuatro años de mandato, Petro penetró en una controversia sobre el futuro electoral colombiano, en medio de confusos amagos de modificar la Constitución Política del país.

“Entre los proyectos de generación de crisis de Petro está el poner en peligro y hasta hacer colapsar el sistema electoral” para prolongarse en el poder, alertó ayer el exguerrillero, excongresista y empresario colombiano Carlos Lucio, en una entrevista con el diario El Tiempo, de Bogotá.

A consulta de este periódico, el mercadólogo costarricense Iván Barrantes, consultor independiente en estrategia política, planteó que “el fenómeno está muy asociado al debilitamiento de los partidos políticos como instituciones para construir ideas y a la percepción de los ciudadanos, que se sienten desconectados porque el sistema les ha fallado”.

“Fenómenos como Nayib Bukele capitalizan, con un discurso personalista y mesiánico, la crisis de los partidos y de la sociedad: intentan llevar la visión del caudillo, como en Costa Rica, donde el presidente se jacta en decir que tenemos una dictadura perfecta y echa por tierra más de 75 años de ser una democracia madura reconocida mundialmente”, recalcó.

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