Bruselas.— El fallido intento de asesinato del candidato republicano parece haber despertado a unos seguidores que hasta el momento del ataque parecían estar desconectados con la campaña electoral.

De acuerdo con la base de datos de la organización internacional Armed Conflict Location and Event Data (ACLED), las manifestaciones antiBiden no daban señal de despegar hasta que el magnate fue herido por una bala en la parte superior de la oreja derecha durante un mitin político en Butler, Pennsylvania.

Durante el primer semestre, la media fue de 25 movilizaciones al mes, con máximos de 31 y 36 actos en febrero y mayo, y mínimos de 16 y 21 en enero y junio.

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Seguidores de Trump, a la espera del paso del convoy del candidato presidencial republicano, para un mitin de campaña en St. Cloud, Minnesota. Foto: de Alex Brandon. AP
Seguidores de Trump, a la espera del paso del convoy del candidato presidencial republicano, para un mitin de campaña en St. Cloud, Minnesota. Foto: de Alex Brandon. AP

En las primeras dos semanas del mes pasado se contabilizaron 45 protestas, con un aumento exponencial después del ataque, que fue el 13 de julio.

Kieran Doyle, investigador para Norteamérica de ACLED, afirma que es prematuro saber si se trata de una tendencia en aumento o constituye una reacción pasajera a la agresión armada al candidato presidencial republicano.

También hay dudas sobre las consecuencias que pueda tener la eventual candidatura de la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, por el Partido Demócrata.

No se sabe si su perfil, mujer, de padre jamaicano y madre india, termine siendo factor de movilización, tanto de la base de Trump como de los movimientos de supremacismo blanco, entre otros.

Las dudas tienen que ver con la permanente caída en el número de protestas en Estados Unidos desde 2020, con excepción de las acciones relacionadas con la guerra de Israel en la Franja de Gaza.

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La congresista Lauren Boebert, una de las principales críticas al Servicio Secreto por el ataque a Trump. Foto: de CHRIS KLEPONIS. AFP
La congresista Lauren Boebert, una de las principales críticas al Servicio Secreto por el ataque a Trump. Foto: de CHRIS KLEPONIS. AFP

Las demostraciones contra la migración, el aborto o la comunidad LGBTQ perdieron fuerza este año. En 2021, 2022 y 2023 se contabilizaron 54, 180 y 233 eventos anti-LGBTQ, respectivamente, mientras que en lo que va del presente año van 49.

También las movilizaciones realizadas por los grupos extremistas de derecha han ido en picada; el grupo ultraderechista Proud Boys prácticamente ha desaparecido del escenario público. Sus convocatorias suman nueve este 2024, mientras que en 2022 fueron 124.

Al margen del caso específico de los Proud Boys, cuyo silencio parece estar asociado a las condenas dictadas a algunos de sus exlíderes, como Enrique Tarrio, sentenciado a 22 años de prisión por el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021, la disminución de las movilizaciones parece estar también ligada a una creciente desconexión de la población con la vida política.

“A pesar del acto circense visto en los últimos meses entre los partidos, la reacción ciudadana a los diversos estímulos políticos ha sido distinta a la de 2020.

“Recientemente, hemos presenciado una disminución de las manifestaciones (…) lo cual difiere con lo que se hubiera esperado debido a la polarización”, sostiene Clionadh Raleigh, profesora de la Universidad de Sussex y directora ejecutiva de ACLED.

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“De alguna manera estamos viendo a una sociedad agotada por lo que políticamente están presenciando, de ahí que se muestren menos disponibles a involucrarse en protestas, pese a que la situación política sugiere que el país está dividido”.

Por el contrario, lo que sí va en aumento son las amenazas y los actos de intimidación contra funcionarios públicos.

Más preocupante aún es que se trata de un fenómeno que se extiende por todo el país y que se está normalizando, destaca Shannon Hiller, directora ejecutiva de un programa de la Universidad de Princeton dirigido a recaudar datos sobre casos de hostilidad contra funcionarios estadounidenses (Bridging Divides Initiative, en inglés).

Dice que no se ha llegado a la violencia física, porque las amenazas son suficientes para “alcanzar los objetivos”. Alteran el ejercicio del funcionario y sus aspiraciones. Las amenazas de muerte son el método más frecuente entre 2022 y 2023, así como la invasión de la intimidad domiciliaria, el acecho, seguimiento y agresiones a las personas más cercanas.

La base de datos registra más de 750 incidentes contra todo tipo de funcionarios locales de enero de 2022 a marzo de 2024.

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