San José. – Con victorias contundentes de las fuerzas de derecha y centroderecha en El Salvador, Panamá y República Dominicana de febrero a mayo de 2024 en las urnas, América Latina y el Caribe recorrieron más de la mitad de su calendario electoral anual y quedaron frente a los dos últimos pero históricos comicios presidenciales de este año: México y Venezuela.

A diferencia de México, donde las expectativas plantearon que se respetará la decisión mayoritaria que los mexicanos expresarán en las votaciones del 2 de junio entrante, en Venezuela se profundizó el temor de que el régimen del cuestionado presidente izquierdista venezolano,, maniobrará con todos los instrumentos a su alcance para desconocer la voluntad popular.

“El poder (de Maduro) está merodeando, como un depredador, para dar el zarpazo e impedir las elecciones”, programadas para el próximo 28 de julio, alertó el periodista venezolano Miguel Otero, presidente y director del periódico El Nacional, de Venezuela.

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“Zarpazo porque equivaldría a robar de las manos de cada quien ese bien ciudadano, humano y personal que es el derecho al voto. Pero en esta ocasión el dispositivo político-social, la evaluación de las respectivas fuerzas y capacidades, el estado de realidades del tablero internacional, es muy distinto al de años anteriores”, afirmó Otero.

“El de ahora es un escenario de un régimen que ha sufrido una merma, una erosión sustantiva en su cuenta de aliados y apoyos en los últimos cuatro años”, planteó, en un artículo que compartió con EL UNIVERSAL.

“Los sectores” leales a Maduro, postulado por el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y otras agrupaciones, “sostienen que (las elecciones) deben ser evitadas al costo que sea, porque se trataría, ni más ni menos, de participar en un proceso electoral” en el que el gobernante “sería ampliamente derrotado”, puntualizó.

En contraste a las advertencias de Otero, Maduro proclamó el sábado anterior en su cuenta de X (antes Twitter) que “ni imperios, apellidos u oligarcas podrán detener esta avalancha de amor, paz y alegría del pueblo venezolano” y, seguro de su victoria, garantizó que “vamos pa’rriba”.

“Este año Venezuela se juega su futuro e iremos hacia adelante en unidad, lucha, batalla y victoria, siempre junto al pueblo, con liderazgo, consciencia y patriotismo”, escribió al día siguiente en X, al aseverar que “estamos en el camino correcto de la historia”.

Maduro pronosticó el 4 de febrero anterior que, “por las buenas o por las malas”, ganará los comicios y preservará el timón de los poderes Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral y de las fuerzas militares, policiales y paramilitares.

Electo en abril de 2013 al morir el entonces presidente Hugo Chávez (1954-2013), fundador del régimen en 1999, Maduro se reeligió en 2018 en unos comicios cuestionados dentro y fuera de Venezuela por ilegítimos y competirá para gobernar del 10 de enero de 2025 al 10 de enero de 2031.

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Aunque el presidente pregonó este año que “Venezuela tiene el sistema electoral más confiable, transparente y auditado del mundo” y prometió que habrá “elecciones libres y verificables”, la limpieza del actual proceso siguió en duda.

Luego de superar múltiples trabas y fracasos al inscribir a sus candidatas a la Presidencia —primero María Corina Machado y luego Corina Yoris, ambas derechistas—, el principal bloque de la oposición venezolana quedó técnicamente fuera del tiempo para registrar a sus aspirantes, del 21 al 25 de marzo pasados.

Con una prórroga de último minuto, la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), la más importante coalición antichavista, registró al opositor derechista Edmundo González como candidato.

“La oposición presenta un candidato postulado por el imperialismo (de EU), dependiente, manipulable, un títere sin ideas”, acusó el teniente Diosdado Cabello, número dos del régimen, en X el 15 de este mes. “El chavismo tiene a Maduro”, agregó, al presentarlo como candidato “del amor” a la Patria, la paz, la independencia y la soberanía y anticipar que unidos “venceremos”.

Las jornadas electorales por la presidencia en 2024 en América Latina y el Caribe llevaron al triunfo de los derechistas Nayib Bukele, el 4 febrero en El Salvador, y José Raúl Mulino, el 5 de este mes en Panamá, mientras que el centroderechista Luis Abinader se reeligió anteayer en República Dominicana. Cerrada la vía de una segunda ronda en Panamá, los tres triunfaron en la primera.

Venezuela se regirá en solo una vuelta y con mayoría simple como requisito para vencer. Además de Maduro y González, ocho candidatos más —todos hombres— se disputarán la contienda.

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Enfrentados a la profunda incógnita de si Maduro aceptará reconocer una eventual derrota y decidirá —acorralado por una avalancha de votos en su contra— entregar el mando, los opositores destacaron que, en distintas encuestas, González figuró como favorito para ganar. Las señales políticas ratificaron que el chavismo jamás pondría en peligro su poder y controlar el dominio casi monopólico del país por otros seis años, al menos hasta 2031.

Como mayor rostro visible de la oposición, Machado anunció anteayer en X que “enviamos un mensaje muy poderoso a los venezolanos y al mundo sobre la inmensa fuerza que tiene este movimiento ciudadano por la libertad”.

“Esto nos trasciende y nos convoca a más, a darlo todo (…) hasta el 28 de julio, cuando les aseguro que saldremos victoriosos”, prometió.

González “será el presidente de todos y la transición no tendrá vuelta atrás”, presagió.

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