Tel Aviv.— Israel afirmó que frustró ayer un ataque a gran con bombardeos en Líbano, pero el movimiento islamista aseguró que logró lanzar cientos de drones y cohetes a posiciones israelíes en represalia por el asesinato de uno de sus líderes.

La lleva semanas expresando su temor a una escalada militar regional entre Irán y sus aliados, por un lado, e Israel, por otro, a raíz de la guerra en Gaza, donde tras 10 meses sigue sin lograrse un alto el fuego pese a las negociaciones.

El movimiento islamista palestino Hamas, que libra una guerra contra Israel en Gaza desde hace más de 10 meses, celebró la “fuerte” respuesta del grupo chiíta libanés y consideró que era una “bofetada” al gobierno israelí. Por su lado, el presidente estadounidense, Joe Biden, sigue “de cerca” los acontecimientos y un portavoz del Pentágono declaró que Washington está “dispuesto a apoyar” la defensa de Israel, su aliado.

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Hezbolá, armado y financiado por Irán, había amenazado con represalias tras la muerte, el 30 de julio, de uno de sus jefes militares, Fuad Shukr, en un ataque israelí en la periferia sur de Beirut.

Junto a Irán y Hamas, amenazó también con responder al asesinato del exdirigente del grupo palestino Ismail Haniyeh en Teherán, el 31 de julio, atribuido a Israel.

La Fuerza Aérea israelí, tras recibir informaciones sobre los planes de ataque de Hezbolá, lanzó “una operación compleja poco antes de las 5:00 de la mañana, hora local, en la cual un centenar de aviones golpearon miles de lanzacohetes dirigidos al norte de Israel en 40 zonas del sur del Líbano”, declaró un portavoz militar, el teniente coronel Nadav Shoshani. El vocero del Ejército, Daniel Hagari, dijo por la noche que “más de 270 objetivos” fueron alcanzados. Un funcionario estadounidense indicó, bajo condición de anonimato, que Estados Unidos “no participó en los ataques preventivos de Israel” pero que proporcionó ayuda “en término de seguimiento de los ataques entrantes” de Hezbolá.

Los cohetes y drones de Hezbolá formaban parte de un “ataque planificado de mayor envergadura y pudimos frustrar gran parte”, aseguró Shoshani.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, advirtió que Israel no había dicho su “última palabra” con los bombardeos de la víspera. Por su parte, Hezbolá aseguró que el ataque fue un “éxito” e indicó que apenas era la “primera fase” de la respuesta a la muerte de Shukr.

Su líder, Hassan Nasralá, desmintió las “afirmaciones engañosas” de Israel, que afirmó haber destruido “miles de lanzacohetes” e interceptado “miles de cohetes”. El movimiento islamista indicó que lanzó “un gran número de drones” contra territorio israelí y “más de 320” cohetes Katiusha contra 11 bases militares en Israel y en los Altos del Golán sirio ocupados por Israel.

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Nasralá declaró que el “objetivo principal de la operación” era “la base de Glilot, la principal de la inteligencia militar israelí”. Israel aseguró que esta base “no fue alcanzada”. Según el ejército israelí, Hezbolá disparó “más de 150 proyectiles”, de los cuales varios fueron derribados. Al final de la tarde, la misma fuente indicó que un efectivo de la Marina cayó “en combate” en el norte, sin precisar si había relación con el ataque.

Horas después, el brazo armado de Hamas reivindicó el lanzamiento de un cohete a Tel Aviv que, según los mandos militares israelíes, cayó en una zona deshabitada.

Los hechos se producen en momentos en que El Cairo acoge una nueva ronda de conversaciones desde el jueves, a la que acuden jefes de la inteligencia israelí, estadounidense, qatarí y egipcia. Una delegación de Hamas abandonó ayer la capital egipcia, tras haberse “reunido con los mediadores egipcios y qataríes”, según un representante de Hamas. El movimiento islamista palestino, no obstante, no participó en esta última ronda y según medios locales, rechazó el acuerdo de cese el fuego como está planteado.

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