Damasco.— Apenas cuatro semanas después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declarara la victoria sobre el grupo Estado Islámico (EI), los yihadistas perpetraron ayer un ataque en Siria que dejó 16 muertos y puso de relieve una realidad muy diferente en el terreno.
Cuatro estadounidenses, incluidos dos soldados, están entre las víctimas mortales de un atentado suicida en un restaurante en la ciudad clave de Manbij, al norte de Siria, en el ataque más letal contra las fuerzas de EU desde su despliegue en este país, en 2015.
El Comando Central de Estados Unidos informó que uno de los civiles que falleció era empleado del Departamento de Defensa y el otro, un contratista. Los nombres de los estadounidenses muertos no se dieron a conocer hasta que se notifique a sus familias de lo sucedido.
Imágenes de video difundidas por activistas locales y agencias noticiosas mostraban un restaurante dañado así como una calle salpicada de sangre y cubierta de escombros. Diversos vehículos también resultaron dañados. En otro video se veía un helicóptero que sobrevolaba la zona.
Las imágenes tomadas por una cámara de seguridad muestran una calle concurrida y después una bola de fuego que envuelve a personas mientras otras corren a resguardarse.
Trump afirmó el 19 de diciembre que Estados Unidos y sus aliados habían “derrotado” al EI, y ordenó una retirada inmediata de sus tropas de esta nación devastada por la guerra.
El presidente no reaccionó ayer de inmediato a la muerte de tropas estadounidenses, pero el vicepresidente Mike Pence reiteró la postura de la Casa Blanca cuando afirmó que “se ha derrumbado el califato” del EI y “ha sido derrotada” la red terrorista.
Pence hizo su declaración en un discurso ante el Departamento de Estado poco después de que el ejército informó que había soldados estadounidenses entre los muertos en el ataque.
Advierten que el Estado Islámico está activo. Mientras muchos estadounidenses aplaudieron la decisión de Trump de retirar las tropas de Siria, hartos de años de conflictos costosos y aparentemente interminables, observadores han dicho que el atentado de ayer muestra que la medida fue demasiado apresurada.
Según Charles Lister, miembro del Instituto de Medio Oriente, el ataque demostró que ahora el Estado Islámico puede encabezar una leve insurgencia en Siria.
Así es “precisamente como esta organización yihadista se ha adaptado y ha vuelto al ataque otros años”, sostuvo el experto.
“La orden de Trump fue imprudente e impulsada mucho más por preocupaciones políticas internas que por hechos en el terreno”, agregó.
Para reforzar su argumento de que el EI había sido derrotado, Trump destacó la cantidad de territorio que el grupo había perdido desde que declaró un “califato” en franjas de Siria e Irak, en 2014.
Pero los yihadistas todavía controlan pequeñas zonas en el valle del río Éufrates, y se cree que miles de combatientes permanecen en Siria.
“Sugerir que el EI está ‘derrotado’ porque ya no controla territorio es fundamentalmente malinterpretar cómo el EI y otras organizaciones similares tratan de operar”, dijo Lister.
Los miembros del propio Partido Republicano de Trump se han manifestado en contra de sus planes de retirada, incluido el senador Lindsey Graham, que suele ser uno de sus partidarios incondicionales.
“Mi preocupación por las declaraciones hechas por el presidente Trump es que [él] entusiasmó al enemigo contra el que estamos luchando”, dijo Graham.
“Espero que el presidente mire con atención hacia dónde se dirige en Siria. Sé que la gente está frustrada, pero nunca estaremos a salvo aquí a menos que estemos dispuestos a ayudar a las personas que se levantarán contra esta ideología radical”.
El senador Marco Rubio, también republicano, dijo que la reivindicación del EI del ataque sirve como un “trágico recordatorio de que no ha sido derrotado y se está transformando en una insurgencia”.