Bruselas.- Los aplausos han sido tan fuertes como las críticas para la farmacéutica anglo-sueca AstraZeneca, quien auguró fama y prestigio con el desarrollo de una de las primeras vacunas contra la Covid-19.
 
El biológico desarrollado conjuntamente con Oxford, ha pasado a la historia como el segundo antídoto en ser autorizado para combatir la pandemia por coronavirus en suelo europeo, después de la fórmula de Pfizer. 

Sin embargo, el entusiasmo por la innovadora pócima duró hasta el momento en que fue puesta en circulación. La Comisión Europea acusó a la empresa de incumplidora. La firma había comunicado la intención de suministrar considerablemente menos dosis de lo acordado durante la fase inicial de la campaña de vacunación. 

Luego del primer incidente, vinieron los retrasos en las entregas a causa de problemas de producción en su planta de Bélgica. Estos se registraron pese a prometer que habría una mejora. 

Simultáneamente hubo planteamientos desde la Comisión Europea en el sentido de que estarían desviando dosis de Europa a otros países en busca de mayor beneficio. Versión negada por la compañía. 

Esto condujo a que la UE estableciera de urgencia un mecanismo de control de las vacunas producidas en su territorio a terceros países. La herramienta fue inaugurada a principios de marzo por Roma bloqueando 250 mil dosis destinadas a Australia argumentando incumplimiento de los contratos de suministro. Italia fue uno de los primeros en quejarse por el anuncio de la farmacéutica de que despacharía a la Unión menos unidades de las inicialmente comprometidas. 

Los encontronazos con Europa no pararon allí; una polémica provocada por casos de trombosis provocó que algunos países dejaran de aplicarla. 

Dinamarca fue el primero en dejar de usar la dosis anglo-sueca, el 11 de marzo, luego del fallecimiento de una mujer de 60 años por un episodio de trombosis sanguínea. A Copenhague le siguió Noruega, Islandia y Luxemburgo. Oslo había informado sobre la hospitalización de tres trabajadores de la salud, todos de menos de 50 años. 

Después se sumó Bulgaria, Islandia, Rumania, Austria y los Bálticos. “Hasta que todas las dudas sean disipadas, la vacuna estará en pausa”, aseguró el premier búlgaro Boyko Borisov. 

Holanda contestó suspendiendo inicialmente su uso por dos semanas, en tanto que los grandes, Alemania, Francia, Italia y España, dejaron sentir su peso el 15 de marzo parando máquinas. Un total de 16 capitales europeas habían tomado acciones para entonces. 

Debido a los antecedentes entre Europa y AstraZeneca, el Ministro de Salud de Alemania, Jens Spahn, tuvo que precisar que la decisión no era política. Insistió que se ajustó al consejo del organismo nacional de control de vacunas. 

El jueves, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) volvió a validar la sustancia. Los científicos del organismo con sede en Ámsterdam concluyeron que es “segura y eficaz”. 

Si bien no desestimó la probable asociación con algunos casos de trombosis, en todo caso los riesgos son menores en comparación a los beneficios. La EMA identificó 469 casos de coágulos sanguíneos entre 20 millones de vacunados en toda Europa. 

El dictamen de la EMA ha llevado a una docena de países a suspender el embargo, aunque no todos están dispuestos a alinearse, Finlandia anunció el viernes la interrupción de su uso durante al menos una semana, luego de dos casos de trombosis. 

Independientemente de los europeos decidan reanudar el uso del fármaco, el último incidente abonó un elemento más a la controversia que circunvala a la vacuna de AstraZeneca, el de la semilla de la duda sobre su efectividad, no obstante la defensa de la EMA y la Organización Mundial de la Salud. 

De acuerdo con una encuesta de opinión publicada por la firma YouGov, entre los alemanes ha aumentado la percepción de quienes piensan que la vacuna de AstraZeneca es insegura, pasando de 30% a 40% entre diciembre y febrero. Por el contrario, el número de alemanes que desconfían de la vacuna de Pfizer retrocedió de 25% al 19%. 

En tanto que en Francia, si bien hay una reducción en el número de personas que la consideran insegura, de 48% a 43%, todavía siguen siendo mayor el número de franceses que desconfían de ella respecto a los que piensan que es segura. Durante el mismo periodo, las vacunas Pfizer y Moderna, pasaron de tener notas de desaprobación a favorables entre los franceses. 

La situación difiere a la que experimenta el Reino Unido, en donde la campaña de vacunación ha marchado a velocidad de crucero teniendo la vacuna de AstraZeneca como fórmula estelar. Incluso, entre los británicos, conforme avanza la vacunación, mejoran las notas. En diciembre, el 63% creía que era segura, en febrero el 81%. 

“Tras la disputa entre la UE y Gran Bretaña por el suministro de la vacuna de AstraZeneca, parece haber una especie de campaña para dañar la reputación de la vacuna en el continente”, sostiene Matthew Smith, de YouGov. Asegura que la encuesta de YouGov exhibe la magnitud del daño causado en la percepción que se tiene de la vacuna.

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