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Tokio.— El organismo nuclear de Naciones Unidas respaldó ayer el plan de Japón de descargar aguas residuales radiactivas al Pacífico desde la planta nuclear dañada de Fukushima, al señalar que cumple con las normas internacionales y que su impacto ambiental y para la salud será ínfimo.
Grupos surcoreanos, chinos y de algunos Estados isleños del Pacífico se oponen debido a inquietudes por la seguridad y por razones políticas. Las organizaciones pesqueras locales temen el daño a su reputación, aunque su producto no esté contaminado.
Los surcoreanos han comenzado a hacer compras de pánico en los supermercados locales. De acuerdo con el South China Morning Post, pobladores han criticado la falta de acción del gobierno del presidente Yoon Suk-yeol acusándolo de hacerse de la vista gorda ante el plan nipón de verter aguas residuales de la planta de energía nuclear al mar.
El titular del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Mariano Grossi, presentó su evaluación final del plan al primer ministro Fumio Kishida. El informe “es una evaluación exhaustiva, neutral, objetiva y científicamente sólida”, declaró Grossi. “Le tenemos mucha confianza”.
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“El OIEA ha concluido que el enfoque y las actividades de descarga del agua tratada (...) cumplen con las normas internacionales de seguridad pertinentes”, según el reporte.
“Los vertidos controlados y progresivos del agua tratada en el mar (...) tendrían un impacto radiológico insignificante sobre la población y el medio ambiente”, añade el texto. Grossi dijo que la dilución del agua residual procesada, pero levemente radiactiva para su descarga gradual al mar, es de uso común en otros países como China, Corea del Sur, Estados Unidos y Francia para deshacerse de agua que contiene ciertos radionucleótidos de las plantas nucleares.
Japón ha buscado el apoyo del OIEA para darle credibilidad al plan. Expertos del organismo de la ONU y 11 países han viajado varias veces a Japón desde principios de 2022 para inspeccionar los preparativos del gobierno y del operador de la planta, Tokyo Electric Power Company Holdings. Algunos científicos sostienen que aún se desconoce el impacto que tendría la exposición a largo plazo a los nucleótidos. Otros dicen que el plan de descarga es inocuo, pero exigen mayor transparencia en el muestreo y la supervisión.
Kishida dijo después de su reunión con Grossi que Japón seguirá brindando “explicaciones detalladas basadas en pruebas científicas con un alto grado de transparencia tanto hacia el interior como hacia el exterior”.
Hasta ahora, el agua altamente contaminada que genera la planta se procesa en circuitos llamados ALPS (Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos) para retirar la mayoría de los elementos radiactivos, a excepción del tritio, y vuelve a almacenarse en bidones antes de su descarga al mar.
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El gobierno japonés y TEPCO, propietaria de la central atómica dañada por un terremoto en 2011, tomaron esta decisión ante la incapacidad de seguir almacenando el agua en tanques en terrenos de la central, por falta de espacio físico. “No permitiremos un vertido de aguas que pudiera afectar la salud de los japoneses o de personas de todo el mundo y tampoco al medio ambiente”, dijo el primer ministro nipón durante una rueda de prensa tras su reunión con Grossi. Además de reunirse con altos funcionarios japoneses, Grossi visitará también la planta del noreste del país este miércoles.
El triple terremoto-tsunami-accidente nuclear del 11 de marzo de 2011 provocó la fusión de tres reactores de la central de Fukushima, en el accidente nuclear más grave desde el de Chernóbil. La catástrofe provocó fugas radiactivas que obligaron a decenas de miles de habitantes de las zonas circundantes a evacuar sus hogares con urgencia.
Aunque se espera que la descontaminación y el desmantelamiento de la central duren varias décadas, Japón se enfrenta al problema inmediato de almacenar alrededor de 1.33 millones de toneladas de agua de lluvia, las aguas subterráneas y las inyecciones necesarias para enfriar los núcleos de los reactores nucleares en el emplazamiento de la central, que pronto se saturará. El gobierno japonés planea verter esta agua al océano después de haberla tratado con un sistema de descontaminación que elimina los elementos radiactivos a excepción del tritio, que será diluido.