San José.— En un nuevo viraje a la izquierda y atrapado por un entorno de volatilidad política, el presidente peruano,, buscó salir del atascamiento de ingobernabilidad de más de seis meses y sin que haya absoluta certeza de que logrará el voto de confianza del Congreso para que Aníbal Torres ejerza como primer ministro y trate de evitar el desplome definitivo del gobierno.

Castillo confirió antenoche a Torres la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) y, en una muestra de la ruta serpenteante en apenas el inicio de su gestión de 72 meses, lo convirtió en su cuarto jefe de gabinete desde que asumió el 28 de julio de 2021.

Los predecesores de Torres, pieza del izquierdista y gobernante partido Perú Libre, Guido Bellido (de izquierda radical) del 28 de julio al 6 de octubre y Mirtha Vásquez (de izquierda moderada), del 6 de octubre al 31 de enero, fracasaron en su objetivo central de lograr la gobernanza. En un viaje de la izquierda a la derecha, Héctor Valer fue nombrado el 1 de febrero y dimitió el 5, porque el Congreso confirmó que se negaría a ratificarle.

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Como “encabeza un gabinete de sobrevivencia, de corto alcance y arrastra serios problemas” que heredó de Valer, Torres “no soluciona la crisis: la puede profundizar”, pronosticó el politólogo peruano Fernando Tuesta, profesor de Ciencia Política de la (no estatal) Pontificia Universidad Católica de Perú.

“Si de lo que se trataba era de nombrar un gabinete que resuelva la crisis, esto no se consigue. Podrá tener más tiempo de vida que (…) Valer, pero no lo suficiente como para encaminar un gobierno a la deriva”, dijo Tuesta a EL UNIVERSAL.

“Se trata de un PCM con poca capacidad para dialogar y persuadir. Torres es más bien un personaje incontinente y puede meter al gobierno en más de un problema. Ha sido incondicional del presidente y ahora le es funcional”, describió.

Tras anticipar que “pese a todo y las críticas que recibirá de las diversas bancadas, el Congreso le dará su voto de confianza” a Torres, Tuesta recordó que “los congresistas son pragmáticos” y comprenden el escenario.

“Para qué gastar una bala en Torres, si luego pueden censurar a cuanto ministro quieran. Mientras tanto, en la realidad del ciudadano de a pie, se acumula una combinación de desinterés y frustración acumulada”, relató. Con la ingobernabilidad de trasfondo, Castillo recibió fuertes ataques opositores por designar la semana anterior a Valer ante las severas dudas sobre su idoneidad para el cargo, con denuncias de violencia familiar y en un país políticamente voluble: de 2016 a 2021 tuvo cuatro presidentes en un paisaje de turbulencia por corrupción.

Debilidad

Las reiteradas proyecciones políticas peruanas alertaron que Castillo, con fama de frágil y de falta de preparación para ejercer la responsabilidad que el voto popular le confirió en 2021 y atado al historial de casi seis años en Perú, sería víctima de una ficha clave del juego político interno: la inestabilidad. Aferrado al argumento de que su único objetivo es ayudar a los millones de marginados peruanos, Castillo se declara suficientemente capaz de cumplir el mandato que se le otorgó en las urnas. Mientras prosiguen los pleitos en las alturas del poder en Lima en los palacios de Gobierno y Legislativo, la realidad en la cotidianeidad para los 33.9 millones de peruanos exhibe un progresivo deterioro socioeconómico.

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El número de víctimas de la malnutrición subió de un millón 600 mil personas a 2015 a 2 millones 800 mil a 2002, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), que integra el sistema de la Organización de Naciones Unidas (ONU), reveló que la tasa de pobreza extrema aumentó de 5.0% de los peruanos en 2017 a 8.6% en 2020 (ya con el coronavirus), mientras que la pobreza total subió de 18.9% de la población en 2017 a 28.4% en 2020.

Sin mayoría parlamentaria en una riesgosa jungla política que ni cede ni concede, el futuro de Castillo sigue marcado por las dudas en un complicado laberinto. “Esto era previsible desde las elecciones [de 2021]. Estaba claro que Castillo es muy ignorante e incapaz y está vinculado a muy peligrosos grupos delincuenciales y de la vieja izquierda terrorista que se disputan la corruptela en el Estado”, adujo el sociólogo Fernando Rospigliosi, exministro del Interior de Perú y analista político.

“Desde hace mucho tiempo ya en Perú prácticamente no existen partidos políticos. Hay etiquetas, cascarones, que presentan candidatos cada vez que hay elecciones, pero no son partidos políticos con solidez. Todo eso contribuye a la situación de crisis en la que estamos, la peor en muchísimo tiempo y sin solución”, explicó Rospigliosi a este diario. “No hay hoy ideologías ni identidades sólidas en los grupos políticos y, por eso, ocurren estas cosas realmente extravagantes. Es un caso extremo el de Perú”, alegó.

A la pregunta que cunde en Perú acerca de si Castillo podrá concluir su quinquenio, el 28 de julio de 2026, Rospigliosi dijo que “sin duda es muy difícil que llegue al final. Los que propiciaron este gobierno quieren perpetuarse en el poder, cerrar el Congreso, llamar a una Asamblea Constituyente. Y la oposición quiere sacarlo del poder mediante un juicio político”.

Castillo reacomodó a su equipo, en lo que el periódico El Comercio, el principal de Perú, catalogó como gabinete de “choque” y de “confrontación” y sin cumplir la expectativa de que fuera de “ancha base”.

Como ministro de Salud asumió el polémico médico Hernán Condori, cuestionado por recetar “agua arracimada”, producto sin aval científico que, supuestamente, retrasa el envejecimiento y genera otros beneficios de la salud. Para el galeno salubrista, cirujano y oncólogo peruano Elmer Huerta, uno de los principales analistas médicos de la cadena CNN en Español, al “agua arrimada” se le promueve con “las afirmaciones más ridículas, escandalosas”. Condori alegó que actuó ajustado a la ley, mientras que El Colegio Médico del Perú pidió su renuncia.

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