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San José.— Una sombra de mala fama con sello de coronavirus cayó sobre una familia de Santa Marta, en Colombia.
“Hemos sufrido mucha discriminación”, narró una colombiana que vive un drama con sus parientes al esparcirse información oficial de que cinco de sus familiares—la abuela y cuatro de sus 10 hijos— perecieron por Covid-19 entre el 29 de julio y el 15 de agosto.
La familia quedó con la sombra de ser foco de infección, pero la realidad es que sólo tiene un acta de defunción que confirmó que una tía y hermana murió por esa enfermedad y recibió versiones verbales de que dos supuestamente fallecieron por el virus.
“En estos momentos estoy desempleada y sería más difícil de lo normal conseguir empleo si salgo a decir que murieron familiares” por ese padecimiento, dijo la mujer a EL UNIVERSAL, en mensajes de texto y audio vía WhatsApp.
“No, si me toca identificarme, entonces no, porque hemos sufrido mucha discriminación”, advirtió, al explicar las razones para condicionar la entrevista al anonimato y explicar que varios de sus primos fueron separados temporalmente de sus trabajos por ese mismo problema.
De los cinco, la familia obtuvo el documento de que el deceso de una tía, de 63 años, fue por la pandemia, y recibió información verbal por teléfono y sin respaldo en papelería oficial de que un tío, de 70, y una tía, de 67, aparentemente habrían perecido por esa misma causa. La abuela, de 100 años, y otra de las tías, de 56 años, fallecieron por otras causas naturales.
Sin embargo, la Secretaría de Salud del Distrito Santa Marta, capital del nororiental departamento (estado) de Magdalena, reportó en periódicos y noticieros de radio y televisión con alcance nacional en Colombia que los cinco fueron víctimas mortales del contagio y que la infección se produjo cuando la familia se reunió en la vivienda de la abuela a festejarle sus 100 años.
“Todo eso es falso. Mi abuela cumplió el 23 de julio y ni hijos o nietos la visitaban desde que en marzo empezó la cuarentena, precisamente para evitar el contagio. Es mentira que haya habido una fiesta en su casa y que allí fue donde se propagó el virus”, recalcó.
“Es injusto lo que nos está pasando con esta discriminación. Mucha gente del barrio donde vivimos se creyó la noticia y el invento de la fiesta. Es muy difícil conseguir trabajo”, lamentó.
Sin éxito y con repetidos llamados telefónicos a su oficina, EL UNIVERSAL intentó obtener una versión del médico colombiano Henrique Toscano, el secretario de Salud de Santa Marta, respecto de las denuncias de que una falsa noticia perjudicó la vida cotidiana de esta familia colombiana.
En declaraciones a medios colombianos de prensa, Toscano aseveró que el contagio masivo ocurrió en una “reunión” para conmemorar el centenario de la abuela. “Uno de los hijos de la señora ya presentaba el virus y, sin saberlo, contagió a los otros asistentes [a la reunión], que en los días posteriores comenzaron a padecer por los síntomas y por su avanzada edad no soportaron la enfermedad”, explicó.
La primera en fallecer, de acuerdo con el funcionario, fue la anciana, quien recién llegaba a sus 100 años de vida; seguidamente cuatro de sus hijos que superaban los 60 años también tuvieron el mismo desenlace fatal.
“Las cuatro personas que vivían en la residencia donde se realizó la reunión, incluyendo la adulta mayor, acudieron en busca de atención en sus respectivas Entidades Promotoras de Salud (EPS) de manera individual, lo que dificultó relacionarlos como miembros de un conglomerado familiar”, dijo Toscano.
Medios colombianos como El Tiempo señalaron que el caso fue dado a conocer por otro miembro de este grupo familiar, quien desesperado solicitaba ayuda de medicamentos, porque otros parientes estaban enfermos y también requerían atención psiquiátrica para poder afrontar este momento de dolor.
Sobre los otros tres familiares infectados, Toscano dijo que dos son asintomáticos y uno tiene síntomas moderados. “A los tres les comenzamos a hacer seguimiento y ya están aislados”, afirmó.
Pero esa versión fue insistentemente negada por la nieta y la sobrina. “Al dolor de la muerte de nuestra abuela, de las tías y del tío, se nos sumó el calvario de la discriminación social por una falsedad”, acusó.