Diez candidatos arrancaron ayer oficialmente sus por la presidencia, con miras a las elecciones del 28 de julio, pero los ojos están puestos en dos de ellos: el presidente Nicolás Maduro y Edmundo González Urrutia, del bloque opositor Plataforma Unitaria Democrática (PUD).

Encuestas de firmas como Datincorp, Poder y Estrategia y Consultores 21 señalan que González tiene entre 55% y 60% de la intención de voto, contra 20% de Maduro.

, quien va por su segunda reelección y tercer mandato ?con lo que sumaría 18 años en el poder?, inició su campaña hablando de profesías que auguran años de prosperidad. “Tengo la profecía hecha por varios pastores cristianos, me la hicieron en 2022, me dijeron ‘vienen siete años de prosperidad y crecimiento y felicidad’, y yo les pregunté a partir de cuándo. El primer año de la profecía es 2024 y la profecía lo que hace es cumplirse”, dijo en el estado de Zulia.

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La campaña de Edmundo González decidió centrar esfuerzos en incorporar a la sociedad civil, a sabiendas de que necesita un apoyo masivo no sólo para ejercer presión sobre Maduro a no ignorar los resultados electorales, sino para tener testigos en cada mesa electoral que garanticen que la voluntad popular será respetada.

Sabedor de que heredó su fuerza y de que antes que él, Corina Machado labró recorriendo el país el apoyo del que goza hoy la oposición, la mantendrá a su lado para los diferentes actos de campaña.

En declaraciones a CNN, la experta en comunicación política, Carmen Beatriz Fernández, dijo que la oposición necesita dos cosas para evitar el fracaso y abrir las puertas a a la reelección de Maduro: evitar desvíos en su mensaje de transición pacífica y en la conexión con el electorado. Lo primero, porque resulta vital no sólo para no encender las alarmas del régimen, sino también de la comunidad internacional, que busca evitar a toda costa una nueva crisis. Lo segundo, para mantener esa marea humana que ha acompañado los mítines de la oposición, visible a nivel internacional, y que permite rebatir cualquier señalamiento de que el globo se desinfló.

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En ese sentido, el politólogo Luis Salamanca consideró, en conversaciones con el mismo medio, que el diálogo entre Venezuela y Estados Unidos representa un “esfuerzo” de parte de este último país para lograr que el proceso electoral “se complete tal como viene dándose y que lleguemos así al 28 de julio... Lo que creo que está tratando de proteger finalmente el gobierno de Estados Unidos es que lleguemos al 28 de julio con el tarjetón tal como está, con todos los candidatos que se pudieron inscribir y que el electorado vote por quien decida. Allí hay una posibilidad de derrota para el gobierno”.

Si Maduro aceptaría esa derrota, es una pregunta que se mantiene en el aire, con dudas crecientes ante el cerco que mantiene con la oposición y los señalamientos de un supuesto plan opositor golpista que, para muchos, puede ser el preámbulo para un encarcelamiento en caso de ver en peligro su continuidad.

En medio de las dudas, una cosa es cierta: el ganador se saca el tigre de la rifa, con un país que enfrenta hiperinflación, éxodo masivo y una creciente tensión social.

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