San José. – Con el acelerado avance que el economista ultraderechista argentino logró anteayer en las elecciones primarias de su país en su objetivo puntual de instalarse a partir de diciembre próximo en la Casa Rosada, Argentina empezó a transitar ayer por otro doloroso tango repleto de interrogantes.

Milei ya se ganó el cetro de ser la nueva versión sudamericana del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, de los expresidentes de Estados Unidos, Donald Trump, de Brasil, Jair Bolsonaro, y de Filipinas, Rodrigo Duterte, y de la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, como populistas personajes controversiales acusados de debilitar las instituciones democráticas y de tendencias autoritarias.

Tras la derrota del gobierno en las primarias, que mostraron desconfianza hacia sus políticas, el peso argentino se devaluó en más del 20% al iniciar la jornada económica de ayer y lo subió a 365.50 por dólar. El costo de la moneda estadounidense en el mercado paralelo alcanzó 685 pesos, 80 más que al abrir las cotizaciones.

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¿Resistirá la debilitada economía argentina un remezón político de agosto a diciembre de 2023 y que ayer repercutió en los mercados, que reflejaron su desconfianza, nerviosismo e incertidumbre con mayor devaluación y otros efectos bursátiles y financieros, como el desplome de los bonos y las acciones de Argentina en las bolsas internacionales?

¿Está el país que es la tercera economía de América Latina y el Caribe preparado para revertir políticas sociales en asuntos como prohibir la legalización del aborto, eliminar la educación sexual o autorizar el comercio abierto de órganos humanos?

¿Cuál papel desempeñará la jerarquía católica argentina desde los púlpitos, tras mantenerse invariable a sus principios y oponerse a legalizar la interrupción voluntaria de los embarazos bajo diversos requisitos?

¿Será capaz Milei de conseguir que la espuma de sus masivas simpatías políticas continúe en la parte más alta del panorama, para afianzar su camino hacia la sede de la Presidencia de Argentina, desde la que gobernaron militares derechistas a sangre y fuego de 1976 a 1983 y políticos de izquierda, centro y derecha de 1983 a 2023 en una honda corrupción?

¿Logrará eliminar el Banco Central y sepultar los programas de auxilio social en un país con unos 17 millones de personas en la pobreza entre sus más de 45 millones de habitantes?

Entre masivas angustias sociales, el complicado baile apenas comenzó ayer en Argentina.

“Milei no escapa a la maldición de la encrucijada argentina, aquella que sentencia que un triunfo electoral no es sinónimo de la capacidad de imponer un proyecto político”, planteó el escritor y periodista argentino Fernando Rosso, en un artículo ayer en la edición desde Buenos Aires para el cono sur del semanario europeo Le Monde Diplomatique.

“Hace tiempo que Argentina se transformó en un cementerio de ambiciones hegemónicas en el que los distintos bloques sociales (y sus expresiones políticas) tienen la capacidad de vetar el proyecto del otro, pero carecen de recursos para imponer de manera perdurable los propios”, agregó.

“Milei y el libertarianismo triunfante en las primarias emergieron de ese laberinto y son la consecuencia de dos fracasos y un triunfo”, precisó.

Al subrayar que “los fracasos” son los del “programa neoliberal duro” en el gobierno del centroderechista Mauricio Macri, de 2015 a 2019, y del “estatismo blando” de la “deslucida administración” de Alberto Fernández, de 2019 a 2023.

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Milei, diputado y líder del opositor partido La Libertad Avanza, se convirtió el domingo en el triunfador indiscutible de las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) efectuadas ese día en Argentina en la que las distintas coaliciones, alianzas y fuerzas políticas definieron su lista de candidatos a la Presidencia, al Senado y a la Cámara de Diputados para las elecciones generales del próximo 22 de octubre.

Escrutado el 97.39% de las juntas receptoras de votos, Milei captó el 30.04% de los sufragios (7 millones 116 mil 325) en una lucha sin rivales dentro de su partido, se transformó en la primera fuerza política de Argentina y en favorito para vencer en los comicios de octubre.

Para ganar en esa etapa se requerirá del 45% de los votos o, de superar el 40%, que la diferencia con su inmediato seguidor sea menor al 10%. De ser necesaria una segunda, se realizará el 19 de noviembre entre los dos aspirantes con más sufragios en la primera y se ganará con la mayoría, para asumir la Presidencia el 10 de diciembre venidero y gobernar por cuatro años.

De acuerdo con los resultados oficiales, el segundo lugar como partidos fue para la derechista alianza Juntos por el Cambio, con 28.27% (6 millones 698 mil 29), y el tercero para la izquierdista o gubernamental Unión por la Patria, con 27.27% (6 millones 460 mil 689).

Como candidatos, el ministro de Economía de Argentina, Sergio Massa, candidato de la Unión, se ubicó segundo con 21.40% (5 millones 70 mil 104), y la opositora Patricia Bullrich, de Juntos, de tercera con 16.98% (4 millones 22 mil 466).

“Las dos grandes maquinarias electorales (fueron) derrotadas”, tuiteó el politólogo argentino Mario Riorda, presidente de la (no estatal) Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales y director de la maestría en Comunicación Política de la (no estatal) Universidad Austral, de Argentina.

“No fue sorpresa. Fueron las dos grandes influenciadoras de un clima electoral irreal, en sociedad con buena parte de la prensa afín. Ambas perdieron y le llaman sorpresa”, describió.

En lo que se interpretó como un voto de castigo para el oficialismo y lo que hasta el domingo anterior fue la principal organización opositora, Milei venció en 16 de las 23 provincias (estados), mientras que Unión triunfó en cinco y Juntos en 2 y en la ciudad autónoma de Buenas Aires.

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