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San José.— Luis Alberto Arce Catacora asumirá mañana la presidencia de Bolivia para gobernar por un quinquenio con una duda acerca de la influencia que ejercerá la figura de su controversial mentor político, el expresidente Juan Evo Morales Ayma, y si será una sombra lejana sin poder, un fantasma omnipresente con poder o una silueta incómoda ansiosa de poder.
De 57 años, casado dos veces, con tres hijos, sobreviviente de cáncer en un riñón, de La Paz, máster economista, contador general y catedrático universitario, Arce fue ministro de Economía y Finanzas Públicas en los tres gobiernos consecutivos de Morales— de 2006 a 2017 y de enero a noviembre de 2019— y emergió como cerebro del crecimiento económico que Bolivia registró en esos 13 años.
Designado con la venia del expresidente en enero de 2020 como candidato del izquierdista Movimiento al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP), de mayoría indigenista y cocalera dominada por el exmandatario, Arce derrotó en los comicios del 18 de octubre a un fragmentado partidismo anti-Morales.
Aunque sería una “silueta con ambiciones de poder”, Morales “suponía” que, por su tradición caudillista y su lógica egocéntrica, “su liderazgo era irreemplazable por la fuerza estratégica del movimiento cocalero [y] esto cambió drásticamente”, adujo el boliviano Franco Gamboa, sociólogo político y analista en relaciones internacionales.
“Arce demostró que pudo vencer esta tendencia y lograr nuevas lealtades políticas en sectores populares y clases medias de casi todo el país”, explicó Gamboa a EL UNIVERSAL.
“Arce no podría ser opacado por Morales debido a las mismas demandas al interior del MAS para reorientar al partido”, dijo.
Bolivia retornará a la órbita de la izquierda hemisférica. La Paz se realineará con México, Cuba, Venezuela, Nicaragua y Argentina y se distanciaría de EU y de países americanos a los que se asoció tras la salida de Morales de la presidencia en 2019.
Con la meta de lograr estabilidad institucional y reconciliación en un convulso país con abundante historial de golpes de Estado, mandatos inconclusos de gobiernos y asonadas castrenses, Arce asumirá sujeto a un compromiso: México, Cuba, Venezuela, Nicaragua y Argentina fueron leales a Morales— cuyo retorno al país se registrará mañana— y nunca reconocieron a su sucesora, la presidenta Jeanine Áñez.
Arce surgió como relevo en el contexto de la convulsión que estalló en Bolivia tras los comicios de octubre de 2019, en los que Morales se lanzó sin éxito para iniciar, en enero de 2020, un cuarto periodo consecutivo desde 2006 y hasta 2025.
Ante presión militar y policial, Morales aceptó una auditoría que la Organización de Estados Americanos (OEA) reveló el 10 de noviembre para confirmar irregularidades electorales. Morales admitió llamar a nuevos comicios y dimitió ese mismo día, pero luego negó la acusación de fraude, adujo que ganó legalmente y que sufrió un golpe de Estado.
En el caso mexicano, el nexo del gobierno boliviano con México lo signó Morales desde que el 11 de noviembre aceptó una oferta de asilo político del gobierno mexicano y el 12 viajó a ese país, donde estuvo hasta que el 12 de diciembre se mudó a Argentina a refugiarse.
Como senadora en línea de sucesión, Áñez, opositora al MAS, asumió el 12 de noviembre para finalizar en enero de este año el mandato de Morales, con el rechazo de México, Argentina, Cuba, Venezuela y Nicaragua.
“Hay mucha tensión en Bolivia”, afirmó el diplomático boliviano Jaime Aparicio, embajador de Áñez en la OEA de noviembre de 2019 hasta esta semana. Con la decisión adoptada este mes por congresistas salientes del MAS de pedir enjuiciar a Áñez y a sus ministros, Arce demostró que “tampoco está dispuesto a la reconciliación. Sigue con las políticas de abuso de autoridad de Morales. No tiene intenciones de cambiar sino de radicalizar”, dijo Aparicio. “Arce no quiere iniciar su mandato de forma conciliadora. Será aliado incondicional de Cuba, Venezuela, Nicaragua, México y Argentina. Gobernará en forma absolutamente autoritaria, prescindiendo de todo diálogo con la oposición”, aseveró. Sin éxito, EL UNIVERSAL intentó obtener una reacción del presidente electo.
Arce declaró a la prensa boliviana que los reclamos son de “grupos minoristas” y, ante denuncias de que será títere del expresidente, replicó: “No soy Evo Morales”.