Riad.— Arabia Saudita está reinventando su futuro.
Ubicado en la península arábiga y con una posición destacada en la escena internacional por tener una de las mayores reservas petroleras, ha decidido diversificar su economía, no depender sólo del petróleo y está apostando al turismo.
A primera vista puede parecer una estrategia arriesgada para un país que prohíbe el consumo de alcohol y hasta 2019 permanecía cerrado al resto del mundo, mientras sus vecinos, como Qatar, Dubái y Jordania son ya destinos posicionados en la región; sin embargo, las sorpresas que esconde Arabia Saudita, y las muchas que ya construye, tienen el potencial para que este reino compita en el mundo.
Este cambio se engloba en la Visión 2030, un proyecto impulsado por el príncipe heredero Mohamed Bin Salman que promete “construir una sociedad fuerte como base para la prosperidad económica… con raíces sólidas que abracen el Islam moderno, el orgullo nacional, la herencia y culturas sauditas, al tiempo que ofrecen al mundo opciones de entretenimiento de alto nivel”.
En los últimos años el país ha echado a andar gigaproyectos —algunos que parecen salidos de una película de ciencia ficción—, con una inversión de un trillón de dólares y proyectados para ser concluidos en los próximos siete años.
Esto va de la mano de reformas sociales que incluyen mayores derechos para las mujeres. La educación tiene un papel importante: 110 mil sauditas estudian en el extranjero en las mejores escuelas de hospitalidad del mundo, patrocinados por el gobierno.
En al menos cuatro regiones del país hay construcciones en marcha, desde carreteras, hoteles y aeropuertos, hasta museos, salas de concierto, hospitales, escuelas, universidades y ciudades enteras, proyectadas para ser autosustentables y albergar a millones de personas, todo dentro de una nueva visión de país que debe estar concluida en 2030.
“La transformación que está ocurriendo en este país es una transformación sin precedentes. Aquí hay la visión, el liderazgo y los recursos para llevar a cabo esta transformación”, asegura Gloria Guevara, exsecretaria de Relaciones Exteriores de México (2010-2012) y actualmente jefa de asesores especiales del Ministerio de Turismo de Arabia Saudita.
Destaca que el príncipe heredero, de 38 años y quien de facto ejerce el poder en el país, lleva a cabo una revolución sin precedente; “aunque este país tiene tanto petróleo para 100 años, él está apostando al turismo. El turismo es, como le llaman aquí, el nuevo petróleo, por eso nos estamos diversificando, pero también se apuesta a la inversión, educación, la infraestructura, la tecnología y todas estas áreas que son tan relevantes para que un país crezca”, señala Gloria Guevara.
Precisa que en 2022 el PIB de Arabia Saudita creció 8.7%,“y una gran parte de ese crecimiento tuvo que ver con sectores como turismo”, que en todo ese año recibió a 16.7 millones de turistas, cifra que se prevé superar este 2023, porque, tan sólo en el primer trimestre del año, se registraron 9 millones de visitantes internacionales, en su mayoría del sector negocios y religioso.
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Un cambio que ya se ve
La evidencia de que las cosas están cambiando en este reino se empieza a notar con detalles que en los países occidentales son parte de la norma diaria, pero en esta parte del mundo implican cambios sociales profundos, como las mujeres al volante en las muy transitadas calles de Riad, o trabajando como agentes de migración en el Aeropuerto Internacional Rey Khalid, vestidas con el tradicional nicab, que les cubre el cuerpo y la cara, dejando al descubierto sólo los ojos, y portando gafetes con fotografías en las que se les ve el rostro.
En las calles muchas mujeres visten abaya, una túnica que puede ser de colores y adornada con bordados, complementada con el velo que cubre la cabeza.
“Gracias al príncipe heredero nos hemos vuelto a abrir como parte de la visión 2030. Dentro de la apertura y la transformación, se cambiaron cientos de leyes y hoy en día no sólo se les permite manejar y viajar solas, sino que también… se implantó una ley de pago igualitario. También hay apoyo para que se incorporen en la vida laboral y sean financieramente responsables”, dice Guevara.
Señala que a las mujeres se les da prioridad, también, de crecimiento en puestos directivos: se les apoya e impulsa con educación especializada; por ejemplo, con becas en estudios de liderazgo en Harvard.
Entre los grandes proyectos del país está la construcción en Riad de lo que, de acuerdo con las autoridades sauditas, será el aeropuerto más grande del mundo, con capacidad para mover 120 millones de pasajeros en un año, para lo cual también se crearán dos nuevas aerolíneas, Riad Air y Neom Air, nuevas rutas aéreas a numerosos destinos, entre ellos Barcelona y Venecia, y para 2030 se deben haber construido 600 mil nuevos cuartos de hotel en todo el país.
Se desarrolla un tren rápido en Jeddah, una hermosa ciudad a orillas del mar Rojo, que comunicará con La Meca y Medina, las ciudades sagradas que reciben millones de peregrinos al año.
En la capital del país también se construye un sistema de líneas de Metro, donde una de las estaciones es creada por el estudio de la arquitecta Zaha Haddid, que contribuirá a cambiar el rostro de la ciudad junto con los rascacielos que ya existen y los que están en construcción.
El país invertirá 800 millones de dólares en los próximos 10 años sólo en turismo, señala la directora ejecutiva de la Organización Mundial de Turismo (OMT), Natalia Bayona.
El cambio fue destacado durante el foro con motivo del Día Mundial de Turismo que tuvo lugar en Riad a finales de septiembre, donde el secretario general de la Organización Mundial de Turismo (OMT), Zurab Pololikashvili, destacó que de 2019 a la fecha Arabia Saudita “ha ido de desconocido a un destino que debe ser visto”.
Las ciudades del futuro
La transformación de Arabia Saudita va mucho más lejos de sólo infraestructura. “Saudi Arabia es un desarrollo que el mundo nunca ha visto. Ellos pueden invertir en muchas cosas que comúnmente no se puede en otros países, pero serán herramientas que otros podrán usar”, señala Matthew Upchurch, CEO de la empresa especializada en turismo de lujo, Virtuoso.
Este desarrollo está basado en cinco grandes proyectos.
Diriya. En las afueras de Riad están las ruinas de las ciudad de At-Turaif, capital del primer estado saudita y nombrada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. En torno a este lugar se construye una ciudad que recreará el sitio como era hace 300 años, con el fin de conservar y preservar para las futuras generaciones, al tiempo que será un puente al futuro. Un proyecto al que se le han destinado 63 mil millones de dólares y deberá estar concluido en 2029.
En un área de 14 kilómetros cuadrados se construyen 3 mil desarrollos habitacionales, 38 hoteles y resorts, seis museos, 26 atracciones culturales, una universidad, un estadio deportivo y numerosos restaurantes y centros comerciales de lujo. Todo generará 55 mil empleos directos e indirectos. Se prevé que sea una ciudad caminante, donde los vehículos circularán bajo tierra
Qiddiya. A 45 kilómetros de Riad. Es concebida para ser la capital del entretenimiento, las artes y la cultura. En 367 kilómetros se construye una pista Fórmula 1, un parque de diversiones, estadios deportivos y salas de conciertos,
Neom. En el noreste de la península arábiga, entre el desierto y el mar Rojo se desarrolla Neom (Nuevo futuro), donde se construyen cuatro grandes proyectos: Oxagon, ciudad destinada a la industria, investigación e innovación.
Trojena. Región montañosa a 50 kilómetros del golfo de Aqaba, donde se construye una pista de esquí, el lago artificial más grande del mundo y hoteles. Será la sede de los Juegos Asiáticos de Invierno de 2029. The Line, una ciudad futurista construida por 12 de los despachos de arquitectura más importantes del mundo, que promete poner primero a las personas.
The Line. “The Line redefine el concepto de desarrollo urbano y cómo serán las ciudades del futuro”, promete la presentación de este proyecto. Ubicada en la costa norte del mar Rojo, se trata de una ciudad vertical construida en el desierto a lo largo de 170 kilómetros y 200 metros de ancho visualizada con lagos y bosques y reservas artificiales para albergar a 9 millones de personas. Sin calles, vehículos ni tráfico y cero emisiones de carbono, diseñada para trabajar 100% con energía renovable. La idea es reducir el impacto de la ciudad en la naturaleza, abarcando 5% de la superficie y preservando 95% restante.
La ciudad estará formada por bloques con viviendas para 80 mil personas, escuelas, universidades, hospitales, salas de conciertos, estadios y un muelle para yates. Promete que los habitantes llegarán a su trabajo, escuela o destino a una distancia de cinco minutos caminando, en un entorno de espacios verdes.
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Al Ula, un paraíso en el desierto
En el noroeste de la península arábiga, en medio del desierto decorado con rocas impresionantes, está Al Ula, un lugar prácticamente desconocido en el mundo occidental con todo el potencial.
Hacia los siglos III y II antes de Cristo, Al Ula era paso en la ruta del incienso, que iba de la India a Egipto. La zona arqueológica de Hegra —declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO— guarda los vestigios de ese tiempo.
En Hegra hay 111 tumbas de la cultura nabatea, contemporáneas de Petra, talladas en piedra, entre otros vestigios. Todo un museo al aire libre, bajo el sol del desierto.
Estas maravillas en piedra fueron escarbadas, talladas y pulidas. La técnica era trabajarlas de arriba hacia abajo, utilizando solamente cinceles, martillos y picos.
Entre los vestigios destaca la tumba de Lihyan, hijo de Kuza, tallada en una sola roca y con cuatro columnas, en lugar de las dos que tienen las demás tumbas, por lo que se presume que debió ser preparada para un miembro importante de una influyente familia nabatea. Sin embargo, está sin terminar y nunca fue ocupada. Se estima que quedó inconclusa por la llegada de los romanos a esta parte del mundo. Las rocas del desierto son un atractivo por sí solas. Los hoteles del lugar, todos cinco estrellas, están diseñados en armonía con el desierto. Algunas con formas especiales, que las han convertido en un atractivo, como La Roca del Elefante, uno de los lugares más emblemáticos de Al Ula.
Algo que sorprende es encontrar una variedad de frutas, como mangos, piñas, melones que son cultivados en oasis locales, algunos de los cuales se pueden visitar para conocer el método para recolectar agua en el desierto, que permite la existencia de numerosos plantíos de frutas, verduras y, sobre todo, palmeras, el árbol nacional. Entre el pasado y la naturaleza también se hace presente lo moderno, como el Maraya Concert Hall, el edificio de espejos más grande del mundo.
Algo que la gente del resto de mundo puede no conocer de la población de Arabia Saudita es su amabilidad y hospitalidad.
Otro punto a destacar es la seguridad. Debido al calor, la gente sale a las calles después de las 4 de la tarde y la vida continúa hasta la madrugada.