Bruselas
Para algunos fue un héroe, para otros un cobarde villano. Tras seis décadas de controversia, el veredicto sobre una de las figuras más divisoras de la cúpula de la Santa Sede está en manos de unos 150 investigadores.
Expertos israelíes, alemanes, rusos, franceses, españoles y estadounidenses, entre otros, podrán examinar de manera exhaustiva los archivos apostólicos del pontificado Pío XII (1939-1958) a partir de hoy.
El acceso al material será total, desde los documentos de la Secretaría de Estado del Vaticano y de la Congregación para la Doctrina de la Fe, hasta los cables de las embajadas del Vaticano en todo el mundo; unos 16 millones de documentos y decenas de miles de cajas. “La apertura del archivo es muy relevante, especialmente porque Pío XII es uno de los papas más controvertidos de los últimos siglos. Inicialmente fue muy apreciado, pero en la década de 1960 el aprecio se tradujo en crítica y reproche”, dice a EL UNIVERSAL el vaticanista Tom Zwaenepoel.
La apertura del delicado dossier estaba prevista para 2028, pero el papa Francisco decidió anticipar el proceso.
Para el catedrático de la Universidad de Gante, la fecha 2 de marzo de 2020 no es ninguna casualidad, está llena de simbolismo, al cumplirse exactamente 81 años del día en que Eugenio Pacelli fue electo jerarca de la Iglesia católica romana.
Afirma que la apertura ratifica la visión que tiene el Pontífice argentino de Pacelli como un “valioso sucesor del apóstol Pedro” y “sustituto de Cristo en la tierra”, y da continuidad a un largo proceso iniciado por su predecesor alemán, Benedicto XVI.
El objetivo es poner fin a la “especulación errónea” sobre la actitud de la Santa Sede ante la persecución de los judíos durante el régimen de la esvástica.
“Francisco espera que la decisión de abrir los archivos de Pío XII ayude a restablecer la imagen histórica del Papa de la guerra”, sostiene el estudioso.
“Espera que esto dé un impulso a la investigación histórica seria y objetiva, que contribuya a una mejor comprensión de las decisiones ‘serenas’ y ‘valientes’ de Pío XII y lo que lo llevó a tomarlas. Que su nombre se purifique tras décadas de acusaciones de que no enfrentó a la Alemania nazi por el Holocausto”, opina el especialista.
Simultáneamente, continúa, pretende que el ejercicio contribuya a una mejor relación con los judíos y ratifique los dichos del Pontífice de que “la Iglesia católica no le tiene miedo al pasado”.
Por su parte, Frank Bosman, investigador del Centro Cobbenhagen de la Universidad de Tilburg, considera que la maniobra del Pontífice argentino tiene como motivación principal llegar a la verdad, al menos en el sentido moral, a través de un proceso abierto, transparente y responsable.
“No sé cómo pueda juzgar la historia las acciones del papa Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial, pero con la apertura de los archivos los eruditos podrán, definitivamente, decirle al mundo si fue un héroe de guerra que salvó a judíos y que injustamente fue difamado después de su muerte, o un cobarde que tenía gran simpatía por el dictador alemán”, sostiene el experto.
Asegura que la revisión puede arrojar cualquiera de los dos escenarios, pero “al final sólo la verdad puede liberarnos de las dudas. Hay que darle a los estudiosos todas las opciones posibles y esperar su veredicto”.
No más secretos
A finales de 2019, la biblioteca privada de los pontífices dejó de tener el nombre de Secretum y fue rebautizada como Archivo Apostólico del Vaticano.
Con la desclasificación del archivo de Pío XII, la Iglesia católica romana quiere enviar la señal de que pretende ir más allá del simple cambio de nombre a uno de los acervos más grandes e importantes del mundo, al contener alrededor de 85 kilómetros de estanterías llenas de documentos de casi todas las culturas del mundo.
“La Iglesia de Roma está dándole la última despedida a la vieja creencia de que los archivos pueden mantenerse en secreto de forma indefinida”, explica a este diario Bosman.
En la Basílica de San Pedro parece que ha prevalecido la idea de que en la era de la información, tanto desde una perspectiva estratégica como ideológica, es importante darle apertura a la información.
“La idea de que la información, especialmente la información potencialmente dañina, puede ser retenida para siempre, es una falacia que hemos abandonado recientemente como sociedad. El papa Francisco lo ha entiendo y por eso necesita abrir los archivos”, indica el teólogo holandés.
Entre el cielo y el infierno
Doctor en Teología y profesor en Derecho Canónico y Diplomacia Eclesiástica, Eugenio Pacelli fue el último pontífice nacido en Roma.
Como cardenal, secretario de Estado y hombre leal del padre Pío XI (1922-1939), enfrentó sistemas totalitarios: fascismo, nacionalismo y comunismo, y como Pontífice dirigió a la Iglesia por las aguas turbulentas de la Segunda Guerra Mundial, la reconstrucción en la posguerra y la Guerra Fría.
Su lema, recuerda el estudioso Tom Zwaenepoel, fue “Opus Lustitiae Pax” (La Paz es Obra de la Justicia). El autor de libros sobre Francisco, Benedicto XVI y Juan Pablo II, sostiene que después de la guerra que destrozó Europa, el Papa italiano fue alabado.
Albert Einstein dijo que “sólo la Iglesia se atrevió a oponerse a la campaña de Hitler para reprimir la verdad”, mientras que el exprimer ministro de Israel Golda Meïr lo describió como “amigo del pueblo judío”.
Pero la percepción sobre Pío XII cambió por completo cinco años después de su muerte, particularmente luego del guión teatral El Vicario, del dramaturgo alemán Rolf Hochhuth, que introdujo la idea de un Papa “frío y sin corazón”, simpatizante del Führer y cómplice del Holocausto.
Ya no era el Pastor Angélico, sino el “silencioso peón de la guerra”, el “Papa de Hitler”; había terminado por convertirse en uno de los pontífices más controvertidos y en el tema más delicado en las relaciones entre judíos y católicos.
Tres bandos emergieron a partir de ese momento, explica Zwaenepoel. Historiadores como Walter Laqueur lo encasillaron como un Papa débil que no se atrevió a elevar la voz contra el régimen nazi; mientras que sus detractores lo tacharon de haber establecido una alianza estratégica con Hitler y de haber sido cómplice de una tragedia silenciosa.
En tanto que sus defensores dijeron que actuó en el interés de los que más sufrían y su actitud fue más una táctica para no empeorar su situación.
Se dice que las diversas acciones de Pacelli permitieron salvar la vida de miles de judíos, al menos de 4 mil judíos romanos que se escondieron en recintos clericales como la Residencia Papal en Castel Gandolfo.
El catedrático belga indica que para Francisco el silencio de Pío XII fue en realidad un intento de mantener encendida la llama del trabajo humanitario y el trabajo de la diplomacia secreta pro activa. “No sólo el Papa argentino tiene elogios para Pío XII, Benedicto XVI lo consideró como el precursor del Concilio Vaticano”, refiere.
“Sin embargo, las expectativas no pueden ser demasiado elevadas. Según lo que ha visto Sergio Pagano, prefecto de los archivos, no se espera que se encuentren cosas extremadamente nuevas en los documentos ni que pongan la historia al revés”, asegura.
“Según muchos observadores, está claro que pese a lo que se pueda consultar en el archivo, la actitud de Pío XII siempre será controvertida y la percepción seguirá siendo doble”, sentencia.