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El ataque registrado la noche del domingo en Las Vegas protagonizado por un hombre blanco armado contra miles de personas que disfrutaban un concierto de música country ha dejado a Estados Unidos en shock.
El presidente de Estados Unidos
, Donald Trump , calificó la matanza como “un acto de pura maldad”, expresó su pesar por las víctimas – 58 muertos y 515 heridos hasta las 14:00 horas– e hizo un llamado a la unidad del país.
“En los momentos de tragedia y horror, Estados Unidos se une, y siempre lo ha hecho. Apelamos a los lazos que nos unen: nuestra fe, nuestra familia y nuestros valores compartidos”, expresó el mandatario sin hacer referencia a que el autor del ataque fuera un estadounidense blanco que tenía en su poder alrededor de 10 armas automáticas .
Las omisiones de Trump resultan relevantes por varios asuntos: Primero, el más obvio, este ataque ha despertado de nuevo el viejo debate sobre la posesión de armas en Estados Unidos. En este tema la postura del presidente está muy clara, la poderosa Asociación Nacional del Rifle ( NRA , por sus siglas en inglés), fue uno de los principales donantes de su campaña y es de todos conocida la cercana relación del magnate con este grupo conservador y de fuerte arraigo en EU.
La vocera de la Casa Blanca, Sarah Sanders , aseguró en conferencia de prensa que hablar del tema de las armas en este momento es “prematuro” y el país se debe concentrar en guardar luto y apoyar a los sobrevivientes. Cuestionada sobre la postura de Trump sobre el control de armas, fue tajante, el presidente defiende la Segunda Enmienda , que es el artículo de la Constitución de EU que garantiza a los ciudadanos su derecho portar armas.
Segundo, ya se han alzado las voces desde el interior del país que le reclaman no definir el ataque como un acto de terrorismo doméstico , en lugar de un “ acto de pura maldad ”. La Casa Blanca consideró prematuro hablar de eso antes de que concluyan las investigaciones. En tanto, el FBI ha descartado vínculos entre Stephen Paddock , autor de la masacre, con grupos extremistas.
Tercero, Trump ha repetido hasta el cansancio que los enemigos de los estadounidenses están afuera, son los musulmanes, los indocumentados, los mexicanos; esa es la tesis en torno a la cual gira la política migratoria de su gobierno que tiene profundos tintes xenófobos.
Tras la matanza en el club gay Pulse de Orlando, Florida, en 2016, perpetrada por un estadounidense hijo de un inmigrante afgano, que dejó 49 muertos, Trump impulsó su propuesta de imponer un veto migratorio al llegar a la Casa Blanca .
Lo que pasó anoche en Las Vegas, que ya se denomina la masacre más grande en la historia moderna de Estados Unidos, dice que esas medidas no sirven.
Stephen Paddock,
un hombre de 64 años que, según su hermano Eric, no tenía filiación política, religiosa, no era cercano a los supremacistas blancos y no tenía un pasado criminal, abrió fuego contra una multitud de estadounidenses, en su mayoría blancos que estaban en un festival de country en Las Vegas .
Estados Unidos está en shock y necesita de su líder, pero Trump ya ha demostrado que no sabe manejar crisis, como se ha visto en su manejo (o falta de) en la emergencia de Puerto Rico .
En esta ocasión, el presidente ha llamado a la unidad pero él mismo es el que ha dividido al país. No se ha olvidado la controversia desatada tras sus declaraciones por los hechos en Charlottesville , en agosto pasado, cuando manifestantes que protestaban contra una concentración de supremacistas blancos fueron arrollados por un joven de extrema derecha, dejando una mujer muerta.
En esa ocasión Trump aseguró que había igual responsabilidad de “ambos lados, sin condenar abiertamente a los supremacistas que una noche antes habían marchado con antorchas y lanzando consignas contra judíos y negros, lo que recordó a los viejos grupos del Ku Klux Klan .
Recientemente, el conflicto desatado contra los jugadores de la NFL que se hincan para protestar por la injusticia racial y el racismo en Estados Unidos, muestra también las profundas divisiones en el país.
Trump
apela en estos momentos a los lazos que unen a los estadounidenses: la fe, la familia y los “valores compartidos”, la duda es si realmente todos en Estados Unidos comparten la misma fe y los mismos valores que su presidente.