San José.— Feliz de ser perseguido por la libertad, al dibujante cubano-estadounidense Edel Rodríguez Alonso le cuesta entender por qué el presidente mexicano, se resiste a tolerar, sin exponerse a represalias del gobierno, los periodistas y medios de comunicación nacionales y extranjeros, ejerzan las libertades fundamentales de expresión y de prensa en México.

“La libertad es fundamental para cualquier artista”, dice Rodríguez en una entrevista con EL UNIVERSAL.

Nacido en 1971 en Cuba, la libertad es su palabra de vida.

En busca de libertad y con sólo nueve años, se suma en 1980 con sus padres, Coralia y Cesáreo, y su hermana, Irma, a unos 125 mil cubanos que, de abril a septiembre de ese año, huyen de Cuba a Estados Unidos por mar en el “éxodo del Mariel”.

Tras romper con el verticalismo del régimen comunista gobernante en Cuba desde 1959, estudia y halla libertad en EU como creador independiente para diarios y revistas de esa nación, como The New York Times, The Washington Post, Time, The New Yorker, Fortune o Rolling Stone, y de otras partes del mundo.

En febrero de 2017 lleva a a decapitar la Estatua de la Libertad. En noviembre de 2020, conduce a Joe Biden a devolverle la cabeza a la emblemática imagen.

En una profunda jugarreta sobre un símbolo de Nueva York, sus dos gráficas sacuden la portada de la revista Der Spiegel, de Alemania, y provocan elogios y reproches... pero nada más: pese a su atrevimiento hacia el político más poderoso del mundo, nunca hubo revancha en su contra.

Al lamentar el asedio oficialista en México a medios y reporteros, se dice feliz de dibujar sin miedo a padecer castigo o amonestación de la Casa Blanca. De 49 años, este profesor de dibujo vive en Nueva York, con su esposa y sus dos hijas, y enseña en libertad.

Se culpa a López Obrador de hostigar a la prensa en México. ¿Cómo sería una caricatura suya de ese asunto?

—Hice cuatro dibujos de México y uno de López Obrador, para The Washington Post. Me interesa la libertad de prensa. Si él está contra la libertad de prensa, para mí ya no es una persona que valga. La libertad de prensa es lo número uno.

Si él critica a la prensa, eso lo hacen todos los políticos. Pero sin libertad no tenemos dirección y la persona no existe. Da el espacio para cualquier idea visual que entre a la cabeza de un escritor o artista. En EU tengo libertad de expresarme como quiera y lo hago.

Lo grave en México es que se mata a periodistas y hay acoso judicial y tributario a los medios.

—Sí, eso tiene un gran parecido a lo que Trump ha hecho para decir que la prensa es la enemiga del pueblo. Eso no se debe hacer. En EU tenemos a la libertad de prensa en la Constitución Política. No es un invento: es un derecho.

¿Sufrió amenazas del gobierno de EU por la caricatura de Trump?

—Para mí es muy importante enseñarle al mundo, a artistas de Cuba, de Irán, de China, de México, que aquí [en EU] se vive la libertad. Hice eso hace casi cuatro años y no me ha pasado nada. No me ha llamado nadie del gobierno ni de la cuadra [sonríe, en referencia al aparato de control comunista de los barrios en Cuba].

No me han impedido la salida de EU. He salido y entrado muchas veces, he estado en México y en Europa diciendo mil cosas de Trump en charlas. Entro a EU, enseño mi pasaporte y [en Migración] me dicen: ‘Bienvenido’. Más nada, ni entrevistas del gobierno ni nada con mis impuestos.

Para mí eso es la libertad de EU. Un artista puede expresarse en paz y sin ser castigado. Los medios de comunicación han estado tirándole a Trump en democracia.

Usted expuso en 2014 en Casa de las Américas en Cuba. ¿Cómo exponer en una institución estatal de un país al que se reprocha la falta de libertad?

—Los curadores me invitaron y explicaron que no fue fácil para ellos tener el permiso [del gobierno cubano] para mi exposición. Quise que los cubanos vieran el trabajo que se hace en libertad completa.

Dije a los curadores que quería dar una charla con dibujos que exhibiría en cualquier lugar del mundo y que no quería, por estar en Cuba, tener que cambiar mi charla. Lo pensaron y me dijeron: ‘Sí, hazlo, dale’. Ellos corrieron su riesgo y yo corrí el mío. Hablé lo que yo quise. No hablé fuerte contra nada, pero hablé verdades y el público me abrazó.

Hablé de lo que es expresarme como artista en EU. Enseñé dibujos críticos sobre Cuba. Al final, los dibujos no son armas [de fuego] ni violencia: son ideas para discutir. Conozco al pueblo cubano, que quiere libertad de expresarse.