San José.- Por segundo año consecutivo y por el rebrote o nuevas olas de contagios del Covid-19, las cúpulas católicas de América Latina y el Caribe aceptaron volver a suspender o limitar las procesiones y restantes actividades públicas de la Semana Santa para contener la difusión del virus, aunque promovieron reforzar la unión espiritual sin importar el aislamiento físico.
Para prevenir desconectarse totalmente de la feligresía, las autoridades eclesiásticas católicas recurrirán en la mayoría de países a las transmisiones televisivas y por medios electrónicos o digitales de las ceremonias que comenzarán a desarrollarse desde hoy, Domingo de Ramos, y hasta el Domingo de Resurrección y con los días cruciales intermedios de jueves, viernes y sábado de la Pascua.
La Pasión, la Muerte y la Resurrección de Jesucristo, triduo pascual estelar de intensa actividad litúrgica en la Iglesia Católica y las variadas confesiones cristianas, se harán con las comunidades sometidas a protocolos de bioseguridad.
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Las cuarentenas, los toques de queda y las leyes secas para confinarse o aislarse y precaver que la epidemia siga propagándose, persistieron en la zona en una fase clave del combate a la pandemia por la vacunación, que en la zona se inició el 24 de diciembre, continuó con lentitud y proseguirá en la Semana Mayor.
Venezuela implantó una cuarentena radical del 22 de marzo al 4 de abril y Guatemala y Colombia adoptaron acciones severas en movilidad humana y aérea, visitas a playas y festejos en los días santos.
“La responsabilidad social y el distanciamiento son la primera línea de defensa”, con capacidad reducida en las iglesias y sin fiestas privadas o clandestinas, exigió el ministro colombiano del Interior, Daniel Palacios.
Al describir una situación “muy compleja” por el rápido aumento de casos, el gobierno de Chile reinstauró un confinamiento a partir del 25 de marzo para 14 millones de sus 19 millones de habitantes.
Costa Rica comenzó a aflojar restricciones y Panamá también evalúa flexibilizar.
República Dominicana prorrogó el toque de queda en un inicio hasta el 15 de abril, con horas variables más estrictas para viernes, sábado y domingo de esta semana, clausuró 237 balnearios para las fechas santas y a los que dejó abiertos les ordenó respetar extremos rangos de seguridad.
Honduras estableció horarios restrictivos de transporte vehicular en autobuses de pasajeros y de visita a playas y prohibió las excursiones turísticas. “Nos gustaría que el pueblo hondureño entienda que no estamos promoviendo que la gente salga. Queremos que se quede en sus casas” y, si sale, que cumpla con los controles básicos, pidió el ministro coordinador general del gobierno de Honduras, Carlos Madero.
De previo a esta semana, Argentina empezó a regular el ingreso y la salida de turistas en especial de Brasil, donde surgió una variante del SARS-CoV-2 (siglas en inglés de síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2) que provoca el padecimiento. Nicaragua descartó otra vez adoptar cualquier vigilancia y estimuló las aglomeraciones por turismo y religión.
Las redes. En un escenario alarmante de salud, los católicos latinoamericanos y caribeños deberán acoplarse a las normas que fueron establecidas en la Pascua de 2020 por la jerarquía católica y ahora con la experiencia acumulada durante más de un año de acudir vía internet a los ejercicios religiosos.
“La decisión es la correcta. Debemos atender la propuesta” de acudir a internet y suspender o limitar los actos, afirmó el guatemalteco Nery Rodenas, director de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala.
“Por sentido común, lo más adecuado es evitar multitudes y los acercamientos. La Semana Santa en América Latina y el Caribe se caracteriza por la presencia multitudinaria en la religiosidad popular”. declaró Rodenas a EL UNIVERSAL.
La crisis “nos hará vivir la Semana Santa 2021 con ciertas restricciones”, señaló, por su parte, la Conferencia Episcopal de Chile, en un mensaje similar al emitido por las conferencias latinoamericanas y caribeñas para apegarse a los dictados de la Santa Sede.
Al aclarar que la participación en Chile dependerá de cada municipio, sin descuidar las reglas sanitarias y de manera segura, exhortó a que las celebraciones sean transmitidas por redes sociales y complementadas “con algunos ritos que se pueden hacer desde el hogar”, por lo que sugirió “colocar un pequeño altar familiar donde se vayan poniendo los signos de cada día”.
Tras admitir que, al disminuir el aforo en los templos, “muchas personas no podrán participar presencialmente”, propuso seguirlos por internet y recomendó que, si se carece de capacidad tecnológica, hay opciones como la oración en las casas.
El futuro “es muy incierto” por la epidemia, ya que “realmente no sabemos lo que nos depara y hay muchas dudas acerca de lo que vendrá”, advirtió, por su lado, monseñor Carlos García, obispo del distrito peruano de Lurín, en el sur de Lima.
“No estamos solos ante esta terrible enfermedad, porque contamos con la compañía de Jesús que prometió estar con nosotros hasta el fin del mundo”, recordó, en un mensaje a los limeños en el que mezcló esperanzas y dudas.
Drama humano. En una región con el 40% de los católicos de todo el mundo, la Semana Santa encontrará a naciones como Brasil y Paraguay hundidas en las etapas más grave del ataque del virus, con los hospitales y demás centros de salud con dramáticos panoramas de saturación y de colapso en sus unidades de cuidados intensivos o escasez de elementos esenciales como el oxígeno.
Con una inoculación que progresa sin la celeridad requerida por las dimensiones de la emergencia, los registros oficiales mostraron que desde que el 25 de febrero de 2020 se confirmó el primer paciente en Brasil, América Latina y el Caribe llegó ayer a un acumulado de 24 millones 291 mil 624 portadores y 762 mil 913 fallecidos luego de que el 13 de junio alcanzó un millón 558 mil 369 contagiados y 76 mil 556 difuntos.