Washington.— vive en una inercia permanente desde hace tiempo. Washington no dice nunca que ningunea la región, al contrario, pero no puede negar que tiene otras prioridades en su política exterior. Especialmente ahora, cuando el hemisferio americano no cuenta en la incesante tarea de recuperarse de las heridas diplomáticas creadas por la anterior administración, de un Donald Trump que desgarró la política exterior tradicional de Estados Unidos.

“Como se esperaba, después de la era Trump, la administración Biden ha regresado a los parámetros tradicionales en la política exterior, que incluye Latinoamérica”, comenta a este diario Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano.

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Urgía poner por delante la curación de las relaciones con aliados potentes, principalmente en Europa y Asia. Básicamente, porque Washington, al abandonar la doctrina del America First y del aislacionismo, necesita recuperar sinergias del pasado para confrontar a Rusia y China. No es baladí que el primer viaje oficial de Biden al exterior fuera a Europa con una parada final en una cumbre con Vladimir Putin; tampoco sorprende que las primeras visitas a la Casa Blanca de dirigentes extranjeros fueran las de los presidentes japonés y surcoreano.

Biden tenía que ponerse manos a la obra con su mensaje de America is back, un mensaje mundial también para el continente americano. Con Biden se abren las puertas a un diálogo más tradicional.

“No hay duda que la administración de Joe Biden significa un cambio de tono en las relaciones entre EU y América Latina y el Caribe”, escribía hace unos meses Rafael Castro-Alegría, experto en la región del German Institute for Global and Area Studies (GIGA). El analista recordaba que Biden prometió “corregir la incompetencia y negligencia de Donald Trump en la región”. Sin embargo, añadía, “los tonos y matices de significado no serán suficientes si su propósito es estar a la altura del desafío de convertirse en un verdadero socio de los países latinoamericanos”.

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Para Tom Long, profesor de políticas y estudios internacionales de la Universidad de Warwick, la región no es prioridad en la política exterior de Biden, especialmente en los inicios de su mandato. Pero en su texto From Trump to Biden in Latin America, en el Report on the Americas del North American Congress on Latin America (NACLA), dice que la “profunda interdependencia significa que la mayoría de las políticas domésticas tendrán un tremendo impacto para la región”.

En todo este tiempo, Biden ha revelado muy poco de su estrategia para la zona. “Hasta el momento falta definición en cuanto una estrategia, que plantea prioridades y una idea clara que se puede lograr, dadas las realidades y condiciones tanto en América Latina como EU”, aporta Shifter. Pero ya ha tenido acercamientos muy importantes. El primero, su interés en atajar el tema migratorio “de raíz” con inversiones en los países de origen, principalmente en el Triángulo Norte; el segundo, un inicio de implementación de la “diplomacia de la vacuna”, en parte para contrarrestar y evitar la presencia china, con donaciones a países como México y Brasil, entre otros.

Dos aspectos que coinciden en la agenda doméstica. Especialmente profundo ha sido el primero, con contactos con México y países como Guatemala, donde han viajado varios funcionarios de alto nivel (incluida la vicepresidenta Kamala Harris). Queda la duda de qué posición tomará la gestión de EU sobre Cuba y Venezuela, pero hay primeros pasos.

En el caso de la isla caribeña, EU votó en contra del levantamiento del embargo cubano en la votación anual sobre el tema en la ONU. En cuanto a Venezuela, en los últimos días, EU y sus socios se han abierto a relajar las sanciones al régimen de Maduro. El objetivo aún es usar todas las herramientas que garantices elecciones “justas y libres” en el país sudamericano.

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En lo que sí ha habido un giro, por el momento, es en la designación de experimentados diplomáticos y asesores. El ritmo de nominaciones para cargos diplomáticos es lento. Ha nombrado a tres embajadores para la región (Costa Rica, Paraguay y México); en comparación, ya tiene 12 nombres para el continente africano. Brian Nichols, un diplomático de carrera, ya ha pasado por la audiencia de confirmación del Senado para ser subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental.

Más allá de eso, silencio. Oficialmente el gobierno Biden se rige por la defensa de la democracia, los derechos humanos y el Estado de derecho en los países del continente. “Cometeríamos un grave error al no priorizar nuestras relaciones dentro del [Hemisferio Occidental]”, dijo Mark McLarty, exjefe de gabinete en la Casa Blanca de Bill Clinton, en un acto organizado por AS/COA en marzo. “Creo que si hacemos eso, veremos una respuesta positiva. No será perfecto o una línea recta, pero claramente tenemos intereses y valores compartidos en gran medida y necesitamos adoptar y trabajar en una visión compartida en el futuro”, resolvió.

“Es razonable esperar otras políticas que vayan más allá de intereses domésticos y que buscan oportunidades concretas para colaborar con socios tanto gubernamentales como de la sociedad civil para avanzar en los enormes desafíos económicos, sociales y políticas que enfrenta la Latinoamérica”, auguró Shifter. “Que haya una región económicamente sólida, con menos probreza y desigualdad, y con sistemas políticos más estables y democráticos, es un interés de EU”, resolvió.