El principal legado de política exterior del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador es, por mucho, haber llevado a buen puerto la negociación y ratificación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) con un gobierno estadounidense averso a la apertura comercial y a la integración regional.
Se demostró que existe institucionalidad y predictibilidad en la relación bilateral México-EU y en la relación trilateral a nivel América del Norte. En México la apertura comercial no es cuestionada por ninguna fuerza política. Esta administración consolidó este consenso sobre la política de Estado más exitosa de las últimas décadas.
En la parte económica queda inconclusa la modernización del componente comercial del Acuerdo Global México-Unión Europea, la promoción de iniciativas que profundicen la integración entre los socios de América del Norte como movilidad laboral, infraestructura transfronteriza, cabotaje marítimo o inversiones conjuntas en Centroamérica.
La gran asignatura pendiente (...) será refrendar el compromiso del Estado mexicano con la democracia y la protección de los derechos humanos. Más allá de la no intervención y la autodeterminación de los pueblos, es necesario recordar que principios de política exterior de México incluyen desde 2011 la protección y promoción de derechos humanos. Oscar Ocampo. Coordinador de Energía y Medio Ambiente en el Instituto Mexicano para la Competitividad