Miami.— La tragedia del fentanilo, que mata a miles de personas en la Unión Americana, no termina y la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) eleva la alerta en la población y las autoridades sobre una nueva droga que exponencialmente es aún más devastadora.

La droga se conoce como “tranq” o “droga zombie”, similar, pero no igual, a la llamada “krokodil”, muy de moda hace años, la cual apodaron en su momento también “droga zombie” por los efectos que provoca.

La alerta por “tranq” llegó a tal nivel que el gobierno de Estados Unidos la declaró el miércoles pasado como “amenaza emergente”. Sobredosis fatales y morbilidad grave están entre las razones que llevaron a la administración de Joe Biden a lanzar esta medida preventiva que busca salvar vidas y evitar un mal mayor.

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Esta nueva droga que circula en la sociedad estadounidense se compone de fentanilo y un medicamento llamado xilacina, aprobado para uso veterinario en 1971: “Este compuesto no opioide ataca al sistema nervioso central y le provoca a quien lo consume somnolencia, reduce los ritmos cardiaco y respiratorio, así como la presión arterial, a niveles peligrosos. Puede provocar amnesia”, describe a EL UNIVERSAL el médico veterinario Pablo Roger, desde Miami, Florida.

“Este medicamento [xilacina] está indicado para caballos, vacas y toros. En el cuerpo humano casi no se sabe porque sólo un loco lo consumiría, pero sin duda puede ser mortal y peor mezclada con fentanilo. Quien la consuma es un suicida en potencia”.

Una de las características de “tranq”, por el que recibe el apodo de zombie, es que el consumo continuo provoca llagas en la piel que se pudren, haciendo que el consumidor parezca un zombie. La DEA ha comenzado a recopilar testimonios de personas que han consumido la droga para poder conocer sus efectos en humanos, ya que aún no hay exámenes clínicos oficiales por parte de autoridades de salud: “Hemos registrado, según nos han descrito consumidores de drogas con xilacina, que tienen síntomas de hipertensión y taquicardias, acompañadas de lapsos de hipotensión y bradicardia, hiperglucemia, cambios a disminución y baja de frecuencia cardiaca, dis- ritmia, depresión respiratoria, resequedad de boca, somnolencia, hipotermia y coma”, describió la vocería.

La otra característica de la xilacina es que, dependiendo del método a través del cual se consuma la droga elegida, sea fumada, inyectada o ingerida, la xilacina provoca además que los tejidos blandos por donde pasa se contaminen y comiencen a pudrirse, al punto de llegar a amputaciones, cuando es inyectada o cirugías urgentes para extirpar lo que internamente este en mal estado.

Personas que han consumido “tranq” aseguran que tiene efectos eufóricos más duraderos y que por ello resulta muy difícil dejar la droga, a pesar del temor que pueden llegar a generar las llagas: “La adicción es más fuerte”, dicen. Además, es barata, por lo que los adictos la consumen más, algunos sin saberlo y el síndrome de abstinencia es más severo, advierten los médicos que han atendido a pacientes.

“Es un juego de ruleta rusa, ya sabes, una bala en un revólver, se gira el cilindro y se cierra sin que nadie sepa en qué turno se disparará”, compara el veterinario Roger; “las personas tienden a pensar: ‘A mí no me va a pasar’, y cuando menos lo esperan, ya están muertos porque están jugando con varios revólveres a la vez. No sólo consumen la droga [fentanilo o “tranq”]; también consumen alcohol, cocaína, heroína, éxtasis y una larga lista de mezclas mortales”.

En la alerta que la DEA dio a conocer para todo Estados Unidos, su directora, Anne Milgram, destacó: “La xilacina está agravando la de por sí amenaza mortífera que es para el país el fentanilo”.

De acuerdo con registros de esa agencia, la DEA ha analizado en laboratorio las incautaciones de droga que llevó a cabo en 2022 y ha comprobado que, 23% del fentanilo en polvo y 7% en pastillas contienen xilacina, por lo menos. También comprobaron que hay rastros en incautaciones de cocaína y heroína.

Datos de la misma DEA indican que las muertes por sobredosis con xilacina aumentaron 1,127% en el sur de Estados Unidos entre 2020 y 2021; 750% en el oeste del país; más de 500% en el medio oeste y más de 100% en el noreste. En 45 estados, de los 50 que componen Estados Unidos, se consume ya “tranq”.

Desde Méxco

Una vocería de la DEA señala a este diario que, con base en información obtenida a partir de detenciones de narcomenudistas y algunas incautaciones que contienen xilacina, “tenemos sospechas muy consistentes de que esta nueva droga también está llegando desde territorio mexicano.

“El fentanilo ya se produce en México y ahora, la xilacina, que obtienen fácilmente los cárteles. Las autoridades mexicanas tienen que hacer mucho más para detener estos envíos”, consideran en la DEA.

“Es muy importante que la gente sepa que el naloxona que tanto se ha difundido para contrarrestar los efectos de una sobredosis de fentanilo, no hace nada contra la xilacina que es igual de peligrosa y mortal”, advierte también la vocería de la DEA.

Pese a las restricciones avaladas en marzo, aún hay muchos vacíos en el uso de la xilacina, por la falta de regulación “con contexto para uso humano”, señala el medico veterinario Pablo Roger: “Estoy seguro que en México es igual y de ahí que la compra de este medicamento animal pueda conseguirse muy fácilmente”.

Hay que agregar que uno de los comercios que más han proliferado en la frontera norte de México son precisamente las veterinarias. Tan sólo en el perímetro de la ciudad de Tijuana, la Sección Amarilla indica que hay cerca de 300 veterinarias.

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