San José.— El peligro de una severa escasez de alimentos por el impacto de la pandemia del Covid-19 en las cadenas de producción agropecuaria amenaza a América Latina y El Caribe.
La advertencia la expone, en entrevista con EL UNIVERSAL, el argentino Manuel Otero, director General del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) del sistema de la Organización de los Estados Americanos (OEA), con sede en Costa Rica.
La pandemia, afirma, sin duda puede agravar los escenarios de subnutrición o mala alimentación que ya existían en la zona desde antes de que emergiera la crisis por el Covid-19, luego de su brote a finales de 2019 en China.
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¿Teme que la región sufra un problema de seguridad alimentaria y abasto, debido a la crisis por el coronavirus?
—Todos estamos shockeados por la pandemia. Mientras concentramos nuestros esfuerzos en la crisis sanitaria, emerge con absoluta claridad el tema de la seguridad alimentaria, y nos recuerda que el sector agropecuario es el que nos provee tres comidas al día.
Hay un tema fundamental: asegurar el suministro de alimentos a todos los ciudadanos del continente. Los diferentes eslabones —producción, transformación, procesamiento, comercialización y consumo— tienen que funcionar.
Nuestros productores siguen en el campo, pero algunos de ellos lamentablemente están sin tener todas las precauciones de higiene para prevenir el coronavirus.
Por ahora hay alimentos y abastecimientos; no obstante, empiezan a aparecer algunas luces amarillas, sobre todo con los productos perecederos. Es un tema emergencial.
Antes del virus, la zona ya sufría escenarios de subnutrición o mala alimentación. ¿Cree que la pandemia los agrave?
—Sin duda. Por ser un continente de contrastes, en la región coexisten grandes exportadores de productos agropecuarios: por el sur, Brasil, Paraguay, Argentina y Uruguay; por el otro extremo, Canadá, Estados Unidos y el área del norte de México.
Otro contraste muy claro es que mientras intentamos derrotar a la pobreza y la inseguridad alimentaria, aparecen fallas en la nutrición, [como] problemas en la obesidad.
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Esto que ocurre [con la pandemia] es un factor agravante que nos debe hacer a todos tomar conciencia de que el sector agroalimentario en las Américas tiene que ser estratégico con políticas de Estado.
Pensando en que tenemos todo para ser garantes de la seguridad alimentaria del planeta, estamos ante una emergencia en la cual es necesario tomar una serie de recaudos.
¿Quiere decir que el coronavirus es una bomba de profundidad que complica todavía más el panorama continental?
—Un error que no debemos cometer es pensar que solamente debemos preocuparnos por el coronavirus, [cuando hay] problemas de sequía en Centroamérica, Uruguay, Chile.
Hay países (…) en los que, además del Covid-19, tienen dengue y otras enfermedades.
Son tiempos realmente difíciles para los que no estábamos preparados. [En términos militares] lo estábamos para la guerra, pero no para este enemigo invisible que es el coronavirus.
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Siempre vuelve a emerger la seguridad alimentaria, nos acordamos de ésta cuando enfrentamos una crisis y después de que se disipa.
No digo que desaparece, nos volvemos a olvidar de la importancia estratégica que tiene la autosuficiencia alimentaria, la promoción del comercio intrarregional.
En el rubro agropecuario, ¿cuál será la lección del coronavirus en América?
—Esta experiencia marca a la humanidad y espero que podamos salir fortalecidos. El mapa de plagas [en la agricultura] y enfermedades está cambiando de manera muy rápida.
El coronavirus es un padecimiento que ataca a los humanos, entonces aparecen otros males para los que necesitamos sistemas de sanidad, calidad e inocuidad que no sólo sepan controlarlas, sino que hagan vigilancia sanitaria.