Bruselas. En su despacho localizado al norte de Kiev y decorado con coloridos dibujos de flores, árboles y frutas pintadas en acuarela, el fundador de la organización Save Ukraine, Mykola Kuleba, examina junto con su equipo el estado de las operaciones de salvamento de niños trasladados ilegalmente de las zonas ocupadas de Ucrania a la .

Una misión de rescate, programada la semana pasada, fracasó luego de que los identificados fueran trasladados, de último momento, del centro de adoctrinamiento ruso al frente de batalla para cavar trincheras.

La unidad de salvamento conoce la ubicación de dos ucranianos más. Se les sigue la pista desde hace tiempo, tienen 17 y 19 años, pero juntos han tenido un niño que ha nacido ruso.

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“Ellos quieren venir, pero el bebé tiene pasaporte ruso ¿Cómo le vamos a hacer? No hay mecanismo oficial al que podamos recurrir para tramitar su desplazamiento. El régimen ruso nunca lo permitiría”, dice Kuleba.

El activista y antiguo Comisionado Presidencial para los Derechos de los Niños, fundó Save Ukraine en 2014 para dar visibilidad a la problemática de la infancia tras la anexión ilegal rusa de la península de Crimea y la movilización separatista de fuerzas prorrusas en la región del Donbas.

A partir de la invasión injustificada del presidente Vladimir Putin en 2022 y las evidencias de un plan que tiene la intención de remover de manera permanente a niños de su país para suprimirles su ADN ucraniano, comenzó a realizar operaciones de rescate.

Con cuatro brigadas, 60 vehículos y el apoyo de 200 empleados y voluntarios, ha logrado reunir a 515 niños con sus familiares.

En un foro convocado por el think tank European Policy Centre para discutir el estado de los esfuerzos por devolver a Ucrania niños “secuestrados” por Rusia, Kuleba expuso lo difícil que resulta salvar a un niño, debido a que el gobierno de Putin está empeñado en no dejar ningún rastro sobre su paradero.

Las actas de nacimiento y sus pasaportes ucranianos han sido reemplazados por documentación rusa, en el 99% de los casos los perfiles en redes sociales han sido borrados, y no hay información pública sobre el paradero de huérfanos y menores separados de sus familias en el contexto de las hostilidades.

Algunos tenían solo meses de nacidos cuándo fueron llevados a Rusia y aquellos en edad de entender han sido sometidos a una perversa política de adoctrinamiento.

“Los niños crecen creyendo que van a ser asesinados por ucranianos nazis armados por la OTAN”, asegura.

Mariam Lambert, cofundadora de la organización Orphans Feeding Foundation, con sede en La Haya, Holanda, señala que los esfuerzos de rescate se están complicando.

Las organizaciones no gubernamentales especializadas en la materia, identifican dos desafíos emergentes con potencial de escalar las atrocidades cometidas por Moscú y que forman parte del dossier abierto por el fiscal especial de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, sobre presuntos crímenes de guerra cometidos por las fuerzas armadas de Putin.

Preocupa la situación de los niños que se están dando cuenta de su condición de víctimas; en lugar de quedar en libertad, los están encerrando en centros penitenciarios sin hacer distinción sobre su edad.

“Lo que está ocurriendo es que además de las deportaciones, niños están siendo encarcelados. Niños de 13 a 17 años que son conscientes de las atrocidades y que tratamos de ayudarlos en su evacuación de los territorios ocupados a Ucrania, son encerrados en cárceles que no son para niños y bajo el mismo artículo, 201, del Código Penal: terrorismo e intento de asesinato”, sostiene Lambert.

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“Lo están haciendo para desalentar a otros niños que viven bajo ocupación, para que no hablen de ello o intenten hacer conciencia”.

Otra evolución preocupante es el uso de ucranianos adoctrinados en el frente de batalla. Se trata de personas que nacieron en Crimea y el Donbas, y que eran niños cuando los territorios fueron ocupados por las fuerzas rusas.

Se sabe de esta situación porque entre los prisioneros de guerra rusos han aparecido niños ucranianos. También información de inteligencia y diversos testimonios han puesto luz sobre casos en los que niños ucranianos están siendo capacitados para operar drones usados como proyectiles kamikazes contra las tropas ucranianas.

“Se les enseñó que Ucrania es el Estado del mal, un Estado nazi, y que deben pelear por Rusia, la víctima que quiere liberar los territorios. Han crecido con enorme odio hacia Ucrania”, sostiene Kuleba.

“Para Rusia es muy importante convertir a todos los niños ucranianos, eliminarles su identidad ucraniana y hacerlos niños rusos para que obedezcan al régimen”.

Uno de los objetivos primarios de Moscú en la invasión iniciada en febrero de 2022 ha sido “rusificar” a los ciudadanos ucranianos, con especial énfasis en la infancia.

No se conoce con precisión el número de víctimas, pero datos de la Oficina de Información Nacional de la Federación Rusa calcula el número niños deportados o desplazados de manera forzada en 744 mil.

La organización Children of War, hasta el 22 de octubre, tiene el registro preciso de 19 mil 546 menores deportados a Rusia, de los cuales 388 han regresado al país y 581 han perdido la vida.

Varias iniciativas se han puesto en marcha destinadas a facilitar el retorno de los niños ucranianos que fueron deportados o reubicados por la fuerza en Rusia. Entre ellas, está la Coalición Internacional para el Retorno de los Niños Ucranianos, activa desde febrero de este año y compuesta por 33 países. Kiev trabaja además con Qatar y China.

Sin embargo, los logros producidos por los mecanismos oficiales han sido “a cuenta gotas” debido a que no hay un compromiso genuino de los gobiernos, solo un uso político de la causa, denuncian los activistas.

“El tiempo es el mayor enemigo en este tema, porque en dos años, los niños no van a recordar ni a sus propios padres, estamos hablando de bebés de siete meses de edad hasta adolescentes de 17 años”, dice la activista belga Lambert.

Una solución a corto plazo sería dotar de capacidades a Unicef y la Cruz Roja Internacional para visitar los territorios ocupados y Rusia, a fin de evaluar el estado en el que se encuentran los más de 700 mil niños ucranianos contabilizados por Moscú.

Con una visión a largo plazo, Matthew Holliday, Director de Programas para Europa, Comisión Internacional sobre Desaparecidos (ICMP), recomienda ir creando una base de datos con información genética proporcionada por familiares de personas extraviadas para facilitar su identificación en la edad adulta.

Afirma que en Sudamérica y los Balcanes, regiones afectadas en el pasado por juntas militares y sanguinarias guerras étnicas, respectivamente, hay experiencias del uso de la genética que pueden servir en un futuro para remendar el intento de Moscú de acabar con la identidad del pueblo ucraniano.

“Lo que está haciendo Rusia, para nosotros, no solo es un crimen de guerra y contra la humanidad, sino genocidio, el adoctrinamiento masivo de niños ucranianos. El confinamiento solitario de un niño que habla ucraniano por días y es sometido a interrogatorio, ¿Qué es? Es un crimen de guerra”, afirma Kuleba.

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