Hong Kong.— La policía antimotines se enfrentó anoche a los manifestantes a favor de la democracia en el aeropuerto de Hong Kong, en una terminal donde decenas de personas interrumpieron las operaciones por segundo día consecutivo.

Cinco personas fueron arrestadas y dos policías resultaron lesionados, de acuerdo con cifras de los agentes. Esta mañana las operaciones en el aeropuerto habían vuelto a la normalidad, tras el retiro tanto de manifestantes como de oficiales.

Sin embargo, la tensión es latente en la que se considera la crisis política más grave de la excolonia británica desde su retrocesión a China, en 1997. Desencadenada por el rechazo a un proyecto de ley que autorizaba las extradiciones hacia Beijing, la movilización de Hong Kong, que lleva 10 semanas, amplió sus reivindicaciones para denunciar un retroceso en las libertades, la injerencia china y la violencia policial.

China volvió a denunciar las manifestaciones, señalando que “no son sólo crímenes graves de violencia, sino que muestran una tendencia a recurrir al terrorismo”. Reiteró también su apoyo a la líder de Hong Kong, Carrie Lam, cuya caída exigen los manifestantes, y advirtió que “Hong Kong es territorio chino y los asuntos de Hong Kong son asuntos internos de China”.

Las declaraciones encendieron las alertas ante la posibilidad de una intervención china en Hong Kong.

El último gobernador británico de Hong Kong, Chris Patten, advirtió en declaraciones a radio BBC que una acción china en el terreno “sería una catástrofe para China y, por supuesto, para Hong Kong”. “Desde que el presidente [chino] Xi [Jingping] está en el poder, se ha reprimido a la oposición y a los disidentes en todas partes, el partido lo ha controlado todo.

“Sabemos cuáles han sido estos otros métodos en la historia de China”, alertó, citando la represión de la plaza Tiananmen en Beijing en junio de 1989.

Hong Kong volvió al dominio chino en 1997 con la garantía de que bajo el sistema de gobierno de “un país, dos sistemas”, la ciudad conservaría un alto grado de autonomía, un Poder Judicial independiente y libertades no permitidas en la China continental. Sin embargo, los hongkoneses se quejan del creciente control de Beijing.

Atizando más el fuego, el presidente estadounidense Donald Trump aseguró que “nuestra inteligencia nos ha informado que el gobierno chino está moviendo tropas a la frontera con Hong Kong. ¡Todos deben estar en calma y seguros!”.

Poco antes, dijo a periodistas que la situación en el territorio semiautónomo es “muy difícil. Espero que se resuelva pacíficamente. Espero que nadie salga lastimado. Espero que nadie sea asesinado”.

En China, el gobierno y medios en redes sociales habían transmitido antes un video de las fuerzas de seguridad reunidas al otro lado de la frontera con Hong Kong.

Las opciones se agotan para resolver la crisis, y los choques entre manifestantes y policías son cada vez más graves. En la jornada de ayer, armados con gas lacrimógeno y garrotes, los agentes confrontaron a los activistas, que utilizaron los carritos de equipaje para bloquear las entradas a la terminal del aeropuerto. Las autoridades se vieron obligadas a cancelar vuelos, igual que el lunes. En las dos jornadas más de 200 partidas fueron suspendidas.

La alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, expresó su preocupación por la violencia, y dijo que hay indicios “creíbles” de una respuesta policial excesiva, por lo que reclamó abrir una investigación. China la acusó de “interferencia” en asuntos internos.

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