.- Las alarmas se activaron este viernes en un aeropuerto brasileño por la captura, con casi 12 kilos de la droga sintética de metanfetamina líquida, de un mexicano que voló en una aerolínea comercial de México a y escondió los narcóticos en 11 botellas de plástico en una maleta para tratar de traficarlos en los carnavales del país suramericano.

El mexicano, de 50 años y de identidad todavía no revelada por las autoridades brasileñas, fue detenido tras aterrizar este viernes en el aeropuerto internacional de Guarulhos, en el suroriental estado de Sao Paulo.

Al ser descubierto con el cargamento de droga, el hombre confesó a los agentes brasileños que “el producto sería distribuido en los próximos días para ser vendido en las calles del país”, publicó este viernes Globo News, uno de los principales medios televisivos de Brasil, en su página digital.

El arresto se registró en el entorno a los carnavales de Sao Paulo, que están programados del 8 al 14 de este mes.

Las autoridades brasileñas contabilizaron 11 kilogramos 800 gramos, que fueron descubiertos por el servicio de inteligencia de Receita Federal, una dependencia tributaria brasileña, con su equipo de Gestión de Riesgos, precisó Globo News.

Las autoridades brasileñas mostraron las 11 botellas con la carga de metanfetamina líquida que un mexicano intentó introducir este viernes en un aeropuerto de Brasil en un vuelo comercial procedente de México. (Globo News TV, de Brasil)
Las autoridades brasileñas mostraron las 11 botellas con la carga de metanfetamina líquida que un mexicano intentó introducir este viernes en un aeropuerto de Brasil en un vuelo comercial procedente de México. (Globo News TV, de Brasil)

“El mexicano fue trasladado a la estación de la Policía Federal dentro del aeropuerto, donde fue detenido en flagrancia y acusado de tráfico internacional de drogas”, informó.

Receita Federal reportó que la droga estaba escondida en el equipaje del pasajero que acababa de aterrizar, procedente de un vuelo comercial procedente de la Ciudad de México en su primer viaje a Brasil. Los inspectores hallaron 11 botellas con la sustancia mezcladas entre la ropa y objetos del pasajero, agregó.

Citado por el medio televisivo, el delegado de la Aduana de la terminal aérea de Guarulhos, Mario de Marco, reveló que las inspecciones se intensifican en esta época del año

“Estas semanas previas al carnaval este control ha sido aún mayor, ya que las pandillas ven estas fiestas como oportunidades para mayores ventas de drogas de contrabando”, narró.

Receita Federal confirmó que intensificó la coordinación con la Policía Federal de Brasil, porque los narcotraficantes utilizan los cambios en las rutas de la aeronavegación internacional para eludir los controles.

No hubo, por el momento, ninguna revelación oficial en torno al cártel mexicano del narcotráfico al que el mexicano pertenecería.

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La detención remitió a los reportes de 2023 sobre los estrechos nexos entre el Cártel de Sinaloa, uno de los conglomerados mexicanos más poderosos y temibles, y el Primer Comando de la Capital (PCC), una violenta pandilla de Brasil que nació en 1993 en una cárcel brasileña y que en 2020 se transformó en la más numerosa y ambiciosa sociedad secreta del narcotráfico de América del Sur.

Un añejo pacto para el contrabando de cocaína entre el PCC y el Cártel de Sinaloa derivó en el contrabando de fentanilo, un opiode sintético que es 100 veces más potente que la morfina y 50 más fuerte que la heroína.

Sinaloa y PCC diversificaron su portafolio de negocios e incursionaron con el fentanilo a un país que, como Brasil, tiene características particulares en el contexto internacional de las drogas. Solo precedido por Estados Unidos, el gigantesco mercado brasileño es el segundo principal o mayor consumidor mundial de cocaína.

Brasil es el primer consumidor internacional de “crack”. EU se consolidó como el mayor destino mundial de estupefacientes desde hace más de 50 años, pero Brasil se afianzó como receptor para el consumo y el tránsito de parte de la cocaína que, vía Venezuela y otros países de América del Sur, se envía de Colombia, el más importante productor global de ese alcaloide, a Europa, Asia y Oceanía.

Uno de los primeros hallazgos de la policía en Brasil que activó las alarmas se logró antes de los carnavales de febrero de 2023 en ese país, pero en marzo siguiente se registró otro decomiso en una sucesión de casos sin precedentes en el mercado brasileño al hallarse una carga en el suroriental estado de Espíritu Santo.

“El Cártel de Sinaloa pone el dinero y sus líneas de abastecimiento”, mientras que el PCC, el mayor grupo criminal de Brasil, “pone sus laboratorios, sus cocineros y los conejillos de indias” o víctimas que, sin su conocimiento, son escogidas para experimentar, aseguró Atlántico, un centro global de análisis de inteligencia.

Los “conejillos de indias” son los clientes tradicionales del PCC en marihuana y cocaína, según Atlántico, al advertir que Espíritu Santo solo podría ser un puesto para expandir la influencia de Sinaloa y PCC al sureño estado de Sao Paulo, vecino por el norte con Minas Gerais y en una posición crucial al limitar por el noreste con Río de Janeiro. Espíritu Santo es frontera por el sur con Río de Janeiro.

“La zona industrial (de la ciudad de Sao Paulo) es la máscara ideal para las cocinas (de drogas) sintéticas (…). En los últimos siete meses, los alquileres se han incrementado con la aparición de testaferros colombianos y mexicanos”, señaló Atlántico, en un reporte de 2023 del que EL UNIVERSAL tiene copia. “(Hay) cientos de personas en situación de calle que tienen arrendadas grandes naves industriales”, narró.

El PCC nació precisamente en Sao Paulo el 31 de agosto de 1993 tras una mortal trifulca en un juego de fútbol entre reos de la prisión de Taubaté, en esa sureña ciudad, y se propagó con decenas de miles de integrantes que dominan los mercados criminales en varios estados brasileños.

Con redes en Europa y África, el PCC rebasó los muros carcelarios para convertirse en una cooperativa criminal que cruzó las fronteras de Brasil y se espació con fuerza en casi 30 años, también forjó vínculos con el Cártel del Golfo, uno de los más viejos de México. En asocio con narcotraficantes y disidencias de las guerrillas comunistas de Colombia, el Golfo abasteció de cocaína al PCC para vender en Brasil, según el (no estatal) Instituto Igarapé, entidad brasileña de estudios.

El PCC laboró para mexicanos y colombianos en transbordo de cocaína a Europa y EU y se enlazó con redes criminales como ‘Ndrangheta, principal mafia de Italia, entre otras, en transacciones de armas y drogas.

La presencia del PCC fue verificada en EU, Surinam, Argentina, Bolivia, Paraguay, Guyana, Chile, Uruguay, Venezuela, Colombia, Perú, España, Italia, Suiza, Inglaterra, Portugal, Holanda y Francia, según InSight Crime, institución de análisis criminal con sede en Colombia. El PCC opera como cooperativa criminal o sociedad secreta en una cadena de préstamos, armas, protección colectiva y contactos de la economía criminal en Brasil.

Una de las perspectivas sería que el PCC garantizara a Sinaloa el acceso a la denominada Triple Frontera, punto de confluencia de Paraguay, Brasil y Argentina y de inquietud de los cuerpos brasileños e internacionales policiales, militares, de inteligencia, seguridad y defensa como paso de múltiples productos ilícitos y personajes criminales, desde terrorismo a narcotráfico.

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