San José. — Sentados en torno a una mesa en un bar en Uruguay y sin protocolos sanitarios, siete cuidadanos esperaron la llegada de la medianoche el pasado 26 de noviembre para cantarle feliz cumpleaños a un amigo.

Sin saber que era portador del uno de los cantantes improvisados contagió en la cantina a 18 que, en cadena, infectaron a 46 en la ciudad uruguaya de La Libertad, que acumuló más de 100 aislados en observación.

Autoridades de salud, policía, migración y cantonales de Costa Rica clausuraron la semana pasada seis bares y restaurantes del municipio de Upala, fronterizo con Nicaragua, por irrespetar los protocolos sanitarios.

Por incumplir el distanciamiento físico y la bioseguridad en San Diego, en la provincia de Pichincha, tres fiestas con más de 200 asistentes, entre ellos menores, fueron suspendidas el 5 de diciembre en casas y centros sociales por la policía de Ecuador.

Pese al creciente saldo mortal del coronavirus en América Latina y el Caribe —que pasó de 401 mil 538 decesos el 1 de noviembre a 471 mil 496 ayer—, y a las alertas de que las celebraciones decembrinas provocarán oleadas de brotes masivos en 2021, la realidad es que la resistencia persiste en la zona.

Sin importar si es final o principio de año, o se cumple cualquier otra fecha emblemática, hay sectores que se niegan a acatar normas básicas y a evitar las festividades, las aglomeraciones… y exponerse a un riesgo para la salud.

El cumpleaños en Uruguay agravó la crisis sanitaria en La Libertad, ya que el virus se propagó con rapidez en menos de 15 días. “Fue alguien en un grupo, en un lugar gastronómico, que se puso a cantar de una manera totalmente irresponsable”, dijo el presidente de la Administración de Servicios de Salud, Leonardo Cipriani, en rueda de prensa.

“Se ve que era una persona con una alta carga viral”, señaló en rueda de prensa, tras admitir que el brote fue “totalmente prevenible y evitable”. “A todos nos gustan las reuniones de este tipo, juntarnos, cantar, pero en este momento de pandemia, y a la espera de la vacunación, que se estima puede ser en abril o mayo, lo que hay que hacer es aguantar”, subrayó.

Pelea de gallos

En un país con una población que tiene fama de fiestera incansable, Panamá también registró incidentes. A finales de noviembre, una jornada de peleas de gallos en una gallera clandestina en Boquerón, pueblo de la provincia (estado) de Chiriquí acabó abruptamente cuando policías panameños irrumpieron a un tipo de actividad que está prohibida por la pandemia.

Despavoridos, los galleros huyeron y abandonaron gallos y bebidas alcohólicas. Otras dos competencias similares fueron intervenidas en la zona. Un festejo de 28 personas, incluidos menores, que se realizó alrededor de una piscina en una residencia de La Chorrera, suburbio al oeste de la capital panameña, debió ser interrumpida por las autoridades.

Un jolgorio clandestino a la intemperie al amanecer del 29 de noviembre anterior con más de mil 200 asistentes en Lomas de Zamora, centro-oriental provincia (estado) argentina de Buenos Aires, terminó inesperadamente cuando la policía de esa comunidad, fuertemente armada, penetró al lugar.

Por el peligro de infección, el gobierno de Buenos Aires sugirió a los bonaerenses someterse a una “cuarentena previa” de 14 días para prevenir contagios en convivios con parientes y amistades y “llegar sanos” a Navidad y Año Nuevo.