San José.— El viejísimo y popular refrán de “candil de la calle, oscuridad de la casa”, podría aparecer en las múltiples pancartas agitadas por los , Cuba, Venezuela o Colombia para festejar la liberación de Julian Assange: la realidad de la libertad de prensa y de expresión en esos y otros países de América Latina y el Caribe mostró… la oscuridad de la casa.

Los presidentes izquierdistas de México, Andrés Manuel López Obrador; de Cuba, Miguel Díaz-Canel; de Venezuela, Nicolás Maduro; y de Colombia, Gustavo Petro, salieron presurosos anteayer a celebrar la libertad de Assange. Con matices, se vanagloriaron en señalarla como un triunfo de la libertad de prensa, aunque en sus países el periodismo quedó bajo amenaza y tampoco se puede ejercer libremente por culpa de sus gobiernos.

“Subrayamos la paradoja de que algunos de los Estados más nefastos en libertad de expresión en sus propios países hayan sido los primeros en felicitar por la liberación de Assange”, aseguró la abogada colombiana Jimena Reyes, directora para las Américas de la (no estatal) Federación Internacional por los (FIDH), de París.

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Al referirse a lo que describió como represión contra los periodistas y la prensa en Venezuela o Cuba, Reyes declaró a EL UNIVERSAL que, en sus conferencias mañaneras de prensa y como “líder populista”, “López Obrador ha estigmatizado a los periodistas y a la prensa en un país en el que muchos de estos periodistas son asesinados por tener la valentía de difundir información veraz sobre la realidad mexicana”.

“Todos estos presidentes deberían más bien mirar lo que pasa en casa y hacer cambios drásticos para realmente tener la legitimidad de felicitarse por la liberación de Assange”, adujo.

La Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que integra el sistema de la Organización de Estados Americanos (OEA), precisó en 2024 en su informe de 2023 que en México hay “creciente estigmatización, descalificación y descrédito” de políticos y funcionarios públicos “contra la prensa”.

Cuba y Venezuela ocuparon repetidamente los últimos lugares de los catálogos americanos y mundiales de países con menor o ninguna libertad de prensa. El régimen comunista cubano monopolizó desde 1960 el control periodístico. La represión al periodismo en Venezuela se intensificó sin cesar desde 1999, cuando se instaló el actual aparato gobernante en ese país.

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La (no estatal) Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), de Bogotá, reveló en 2023 el peligro del trabajo de la prensa en Colombia al comunicar que, cada dos días, un periodista colombiano sufrió amenazas por buscar la verdad y la noticia, mientras Petro se dedicó a enfrentar a los medios y a los reporteros y a los que acusó de falta de credibilidad.

México, Cuba, Venezuela y Colombia adujeron defender la libertad de prensa.

“Es fundamental que se predique con el ejemplo y que quienes ostentan posiciones de poder público sean consecuentes con la libertad plena en el ejercicio del derecho de la libertad de expresión y de prensa”, afirmó la periodista Yanancy Noguera, presidenta del Colegio de Periodistas de Costa Rica, instancia independiente de defensa del periodismo local.

“El derecho a la libertad de expresión y de prensa no tiene apellidos. Es decir, no tiene adaptaciones al gusto y preferencias de las personas y, mucho menos, de las figuras políticas”, dijo Noguera a este diario.

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Al subrayar que “el derecho a la libertad de expresión es libertad plena y el derecho a la libertad de prensa es libertad plena con absoluta independencia y respeto al desarrollo del trabajo de la prensa independiente”, recalcó que “las adaptaciones, apellidos, predicados que figuras políticas quieran dar a los dos derechos van en contra al derecho en sí mismo”.

Fundador de WikiLeaks, Assange saltó a la fama mundial en 2010 al destapar centenares de miles de documentos secretos del gobierno de Estados Unidos en ese sitio sobre las guerras en Irak y Afganistán, pero también de América Latina y el Caribe.

Las revelaciones incluyeron los turbios nexos del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, con el ya fallecido líder libio Muammar al-Gaddafi (1942-2011), los temores de Cuba de que su burbuja informativa interna se rompería con el ingreso de redes sociales a teléfonos celulares y la alerta de 2012 de que sólo uno o dos años de vida le quedaban al entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez (1954-2013).

Perseguido por EU, Assange reforzó su nexo latinoamericano al asilarse de 2012 a 2019 en la Embajada de Ecuador en Londres, de la que salió para estar hasta anteayer en una cárcel británica al quedar libre por un pacto con EU.

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