Vestido con jeans, una playera polo y blazer, Lech Walesa, premio Nobel de la Paz, ex presidente de Polonia y emblema del anticomunismo llegó a la Universidad César Vallejo para una rueda de prensa, antes de la conferencia magistral que dictó hace unos días en Lima, la capital peruana. “Me gusta estar cómodo y estoy trabajando”, dijo, mientras contestaba en polaco y prefería no ensayar palabras en inglés.
Usted es una de las figuras emblemáticas de la caída del comunismo, pero ahora vemos en el mundo y sobre todo en Europa el crecimiento de la extrema derecha.
—En esa época, había varios comunismos. Yo estaba en contra del comunismo soviético, porque en realidad eso era más una dominación, pero ahora hay que buscar las respuestas para los tiempos de hoy. Hay un 10% de la gente de todo el mundo que tiene más dinero que 90% restante y esto no se puede pasar por alto. No importa si ellos tienen dinero, sino que esos recursos están congelados, no se trabajan. Y por eso las masas no están de acuerdo con lo que está pasando y buscan justicia. Si no encontramos solución para que este dinero se trabaje para todos, vamos a tener una revolución, y la revolución ahora se hace en pocas horas, con los celulares e internet.
¿Cree que el radicalismo de derecha supone un peligro tanto como lo fue el comunismo?
—Si ve que otro tiene mucho y yo me estoy muriendo de hambre, uno ve la injusticia. Tenemos que buscar el cambio, pero en forma pacífica.
¿Los jóvenes en Polonia han aprendido de las lecciones que dejaron las luchas sindicales de los años 70 y 80?
—Sí y no. Ahora han llegado a mandar los demagogos y populistas, y están tratando de involucrar a los jóvenes, y por el momento están ganando. Debemos tener tranquilidad para mirar a un lado y otro. Todo el mundo hoy está buscando soluciones y por eso algunos apoyan a Donald Trump, otros a Angela Merkel. Se ve la necesidad de construir globalización, pero no se sabe cómo. Esto no es malo ni bueno, depende de qué programas vamos a implementar y si esto va a ser justo. En este contexto, Trump tiene razón en algunos puntos, pero él no tiene razón en cómo solucionar estos problemas, por eso estamos necesitados de ayudar a los jóvenes a buscar soluciones. Por ejemplo, la ONU es muy importante, pero se creó en otros tiempos y no tiene resultados para el mundo actual.
¿Habrá una revolución de los jóvenes?
—Los jóvenes ven la suciedad de nuestra política, pero no se sienten con la fuerza suficiente y por eso no participan. Los políticos, incluyéndome, somos viejos. Siempre nos acordamos de la guerra, de la revolución, y estamos mirando hacia atrás y así no se puede construir. Tenemos que dejar que los jóvenes participen y ayudarlos.
Usted también abogó por el ingreso de Polonia a la Unión Europea (UE), pero ahora hay voces críticas hacia la Unión Europea.
—La UE se creó en una situación muy especial, todavía estaba la Unión Soviética. La UE es indispensable, pero hay que remodelarla para que sea buena. Los problemas que tenemos en el mundo no son difíciles. Era bastante más difícil luchar contra el comunismo soviético, pero todo depende de cómo conversemos y nos pongamos de acuerdo. Ahora es mucho más fácil, pero tenemos que tener ganas para querer cambiar.
Usted fue muy cercano a Juan Pablo II y es un católico ferviente. ¿Cómo ve el trabajo que está haciendo el papa Francisco?
—A finales del siglo XX, el mundo estaba muy dividido y se estaba frenando el desarrollo. El espíritu santo trajo al Papa polaco, que rompió ese orden en el mundo. Pero en la Iglesia de aquellos tiempos también pasaban cosas malas y eso hay que limpiar, y por eso llegó Francisco. Es otro Papa para otra época. Hay cosas malas que van a salir de esta Iglesia, pero esto es muy difícil porque el Papa tiene muchas trabas, pero sé que el espíritu santo lo va a ayudar.
¿Qué prefiere: ser presidente, conferencista o electricista?
—En cada situación traté de ser el mejor. Traté de ser el mejor electricista, el mejor sindicalista y el mejor presidente. Me pagaron en forma distinta, y ahora soy el mejor jubilado.