San José. – Atrapada en el calvario cotidiano de verse obligada, de pronto, a reacomodar su vida y la de sus dos hijos ante el deceso por coronavirus de su esposo, el médico salvadoreño Érick Remberto Aparicio Rivera, la trabajadora social salvadoreña Ana Beatriz Lara León intenta salir adelante.

Detesta la palabra viuda . “Afronto los desafíos con mucho ímpetu, pese al estigma que existe sobre las viudas”, dijo Ana Beatriz, de 43 años, en una entrevista con en el marco del .

Aparicio, de 50 años, murió el 16 de julio de 2020 en un hospital público de San Miguel, capital del centro-oriental departamento (estado) salvadoreño del mismo nombre, tras quedar contagiado de Covid-19 a inicios de junio por contacto con sus pacientes en su clínica privada de esa zona.

La pandemia trastocó la vida de una pareja con 20 años de matrimonio y siete de noviazgo, que procreó a Sofía, de 16, y Óscar Alfredo, de 13. La angustia familiar se agravó cuando Sofía y Óscar dieron positivo de la enfermedad y su padre, internado en el hospital, les pudo atender y recetar vía teléfono celular.

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Los dos se curaron… luego de que su padre pereció.

Ana Beatriz, empleada del (estatal) Instituto Salvadoreño de Seguridad Social (ISSS) en San Miguel, recordó que con su esposo vivió “un cuento de hadas con final trágico”. El siguiente es un extracto de la entrevista que concedió al conmemorarse ayer el Día Internacional de las Viudas.

¿Cómo sobrelleva la ausencia de su esposo?

-Nunca imagine que muriera. Siempre pensé que yo iba a morir primero. La vida a veces suele ser muy dura. No estábamos preparados. Ha sido cuesta arriba su ausencia. La economía golpeó a mi familia. Gracias a Dios tengo trabajo y ajusté gastos.

Emocionalmente necesito terapias ocupacionales y así divagar la mente. Me distraigo en el jardín. Hago mucha actividad física y trato de estar ocupada. He leído muchos libros de mujeres con historia parecida. Admiro su valentía.

No es fácil cuando por 20 años tuve a un hombre para el que todo estaba bien, hasta cuando se me quemaban las tortillas. Para sobrevivir he aprendido a ver a mi esposo en cada planta del jardín, en el colibrí que me visita todos los días, en el canto de los pájaros.

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Todo está como él lo dejo. Trato de mantener la casa y su carrito tal como a él le gustaba. Las caídas de Sol son duras, pues en el día asumo que él anda trabajando, pero al llegar la tarde mi realidad comienza.

Mis niños y yo lo extrañamos cada segundo. Los días son distintos sin sus bromas y locuras. Le doy gracias a Dios porque puedo soñarlo. Casi todos los días lo veo en mis sueños y a veces hasta me dice qué hacer. He agarrado fuerzas: a él no le gustaba verme llorar y sé que saldré adelante.

“Afronto los desafíos con ímpetu”, dice mujer de El Salvador en Día Internacional de las Viudas
“Afronto los desafíos con ímpetu”, dice mujer de El Salvador en Día Internacional de las Viudas

Ana Beatriz Lara León y sus hijos, Sofía y Óscar Alfredo Aparicio Lara, luchan por superar la muerte por Covid—19 en 2020 en El Salvador de su esposo y padre, Érick Remberto Aparicio Rivera.

¿Por qué ser viuda es más difícil en un país en el que, como El Salvador, la mujer es socialmente relegada?

-Cuando mi esposo estaba internado, su mayor preocupación era dejarme sola con los niños. Varias veces me dijo: ‘Sé que cuando yo falte nadie va a ser como soy contigo’.

Afronto los desafíos con mucho ímpetu, pese al estigma que existe sobre las viudas. Mis hijos son mi aliento y sé que tengo una gran responsabilidad. Espero no fallar. A diario le digo a Dios que me muestre el camino a seguir, porque sola no puedo. Me motivo cada día y, como los pajaritos, he aprendido a vivir el día a día.

Mis hijos son mi única compañía. No ha sido fácil para ellos. Son muy valientes y tratan de que yo no los vea llorar, pero sé que lloran a ratos. La niña le escribe cartas a su papá y yo se las voy a leer a mi esposo al cementerio. Es como una pesadilla de la que aún no despierto. Es difícil de la noche a la mañana ser señalada como viuda, palabra que odio pues yo siempre seré la esposa del doctor Aparicio.

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¿Cómo percibe el futuro de su familia?

-Es una pregunta muy dura. Me está costando mucho mantener a Sofía y a Óscar solo con mi salario y tenerlos en el colegio. La niña el próximo año será bachiller (en secundaria) y quiere estudiar Medicina, como su padre. Sé que me costará mucho, pero no descansaré hasta verlos hechos profesionales.

El sueño de mi esposo era ese: que no pasaran por todas las dificultades que él tuvo para ser médico.

Tienen miedo de perderme. Eso me dicen. La pérdida de mi esposo es lo peor que hemos enfrentado, pero les ha ayudado a ser más responsables. Óscar se siente como el hombre de la casa. Desde que mi esposo no está, los tres dormimos juntos. Somos más unidos, a pesar de la ausencia que reina en mi hogar.

¿Recibe pensión del Estado salvadoreño como viuda?

-No he recibido ningún beneficio y tampoco me quedó pensión. Estoy a la espera de que el ISSS resuelva si la muerte de mi esposo fue por enfermedad profesional. El Instituto dice que no les consta que él se contagió viendo a sus pacientes. Él no tenía otro empleo más que su clínica y ese era su único medio de vida. En pandemia sanó a muchos.

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Érick Remberto Aparicio Rivera

¿Qué piensa de ser mujer, viuda, jefa de hogar y trabajadora en un mundo machista que las discrimina y hace víctimas de violencia de género?

-Ha sido difícil lidiar con los diferentes estigmas de la mujer sola. La conducta social causa daño. Se piensa que la mujer, al quedar sola, no puede salir adelante por el maltrato del sexo opuesto. La sociedad piensa que la mujer, por estar sin pareja, no tiene derecho a superarse y menos a sostener un hogar.

He conocido a mujeres que están en mí situación. Invito a toda mujer a hacer valer su derecho. Si en algún momento se ven intimidadas, que demuestren que sus valores y principios son innegociables.

jabf/rmlgv