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Baltimore. A medida que Charles Richardson perdió la vista gradualmente, debido a complicaciones de la diabetes, ciertos recuerdos de su infancia lo atormentaron aún más.
El sacerdote católico apareció vívidamente en su mente. El mismo que le prometió un lugar en un equipo de baloncesto de élite que viajaba mucho, lo invitaba a comer hamburguesas y lo ayudaba con la tarea. El que, alega Richardson, lo agredió sexualmente durante más de un año.
“Lo he estado viendo mucho últimamente”, dijo Richardson.
Como estudiante negro de secundaria de Baltimore, Richardson comenzó a pasar tiempo con el reverendo Henry Zerhusen, un carismático clérigo blanco. Era la década de 1970 y la parroquia de Zerhusen era un elemento fijo en un vecindario que experimentaba una fuga de blancos y se convertía rápidamente en uno de mayoría negra. Zerhusen acogió la integración racial en su iglesia e implementó programas para familias en dificultades, incluida la de Richardson.
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Los sobrevivientes negros como Richardson han sido casi invisibles en la crisis de abuso sexual de la Iglesia católica, incluso en Baltimore, hogar de una histórica comunidad católica negra en la arquidiócesis más antigua del país. Entre los afroestadounidenses, los casos de abuso sexual por parte del clero son poco denunciados, dicen los expertos, y la Iglesia católica de Estados Unidos generalmente no rastrea públicamente la raza o el origen étnico de las víctimas. Sin esos datos, se desconoce el alcance total del abuso y sus consecuencias.
“Las personas de color han sufrido un largo legado de abandono y marginación en la Iglesia católica”, dijo el reverendo Bryan Massingale, un sacerdote católico negro y profesor de la Universidad de Fordham cuya investigación se ha centrado en el tema. “Necesitamos corregir la idea de que todas o la mayoría de las víctimas de este abuso han sido blancos y hombres”.
A principios de este año, la Fiscalía General de Maryland publicó un informe incisivo sobre el abuso sexual infantil dentro de la arquidiócesis de Baltimore. El informe documenta más de 600 casos de abuso, pero omite cualquier contexto sobre raza. Sin embargo, hay pistas en los nombres de los sacerdotes y de las iglesias enlistadas.
De las 27 parroquias de la arquidiócesis que tienen una importante población negra, al menos 19 —el 70%— tuvieron anteriormente sacerdotes en su personal acusados de abuso sexual, según un análisis de The Associated Press. En las parroquias que experimentaron cambios demográficos, estos agresores residieron allí en los años posteriores al aumento de la membresía negra y la disminución de la membresía blanca.
En 2013, Zerhusen enfrentó acusaciones de otra víctima: el nieto de una mujer que había trabajado en San Ambrosio. La arquidiócesis llegó a un acuerdo con la víctima por 32 mil 500 dólares y añadió a Zerhusen a su lista de sacerdotes acusados de manera creíble.
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Christian Kendzierski, portavoz de la arquidiócesis, dijo que recién se enteraba de la acusación de Richardson sobre Zerhusen —quien murió en 2003— cuando la AP lo contactó.
La última vez que Zerhusen abusó de él, refirió Richardson, saltó a través de un vitral para escapar. Todavía tiene cicatrices que atribuye a la caída.
Pero las cicatrices emocionales jamás han sanado. Hasta hace poco, nunca le había contado a su familia sobre las agresiones.
Como hombres negros, “tenemos una reputación que debemos llevar con nosotros, una apariencia”, explicó Richardson. “Algo como esto es una de las peores cosas, decir que otro hombre te ha violado o tocado”.
Después del informe del fiscal general, los legisladores de Maryland votaron a favor de derogar el estatuto de limitaciones para que los menores víctimas presentaran demandas. A los 58 años, Richardson contrató a un abogado y decidió hacerlo público.
Disparidad racial en la Iglesia
Ray Kelly, presidente del consejo pastoral de San Pedro Claver, una parroquia negra de Baltimore, dijo que la arquidiócesis no ha abordado las disparidades raciales.
“La Iglesia católica estadounidense todavía ve a la población negra como un caso de caridad perpetua, por así decirlo”, dijo. “Y los depredadores irán a donde está la presa: las comunidades negras que dependen del apoyo de la Iglesia”.
El abuso también provino de la comunidad negra de Baltimore.
Cuando fue ordenado sacerdote en 1974, Maurice Blackwell era una rareza célebre: un sacerdote negro que creció allí mismo. Desde entonces, ha sido acusado de abusar sexualmente de al menos 10 niños menores de 18 años, la mayoría en parroquias de mayoría negra.
Darrell Carter alega que fue una de las víctimas de Blackwell. Ahora, con 63 años, decidió demandar bajo la nueva ley estatal.
Cuando era adolescente, Carter visitó dos de las parroquias de Blackwell en busca de trabajos ocasionales. En cambio, reportó, Blackwell abusó sexualmente de él durante cuatro años y le pagó 25 dólares cada vez. Carter dijo que Blackwell blandió un arma y amenazó con matarlo si le decía a alguien.
Carter agregó que denunció el abuso a la arquidiócesis varios años después, pero no ocurrió nada al respecto. La arquidiócesis replicó que recibió un informe del abuso de Carter en 2019 y lo informó a las autoridades. Blackwell no respondió a mensajes recientes en busca de comentarios.
Sobre el abuso, Carter dijo: “No hay un día en que no piense en ello”.
En 2002, otra de las víctimas de Blackwell, Dontee Stokes, confrontó y le disparó a Blackwell después de que él se negó a disculparse. El tiroteo se convirtió en un acontecimiento decisivo en el mal manejo de Baltimore de las denuncias de abuso sexual por parte del clero, justo cuando el alcance de la crisis salía a la luz en Boston.
Blackwell sobrevivió y Stokes fue absuelto de intento de asesinato posteriormente. Cumplió 18 meses de detención domiciliaria por cargos de posesión de armas.
Stokes había denunciado el abuso casi una década antes del tiroteo, pero la policía nunca presentó cargos. Aunque la arquidiócesis consideró creíbles sus afirmaciones, sus líderes regresaron a Blackwell al ministerio. Blackwell finalmente fue destituido en 1998 luego de que se presentara otra víctima.
Pero fue sólo después del tiroteo de 2002 que Blackwell fue formalmente laicizado y acusado penalmente. A pesar de haber sido condenado por tres cargos de abuso sexual infantil, se le concedió un nuevo juicio debido al “testimonio inapropiado sobre otras víctimas posibles”, según el informe del fiscal general. Los fiscales finalmente declinaron volver a juzgarlo.
En 1990, poco antes de que Blackwell fuera acusado públicamente por primera vez, la hija de Gloria Webster se volvió suicida y admitió que había sido abusada sexualmente por el reverendo Richard Deakin, pastor blanco de jóvenes, desde que tenía 13 años.
Como demandar a Dios
“Fue como si estuviera demandando a Dios”, dijo Webster, quien presentó cargos penales y civiles contra Deakin. “Todos mis amigos se volvieron contra mí”.
Mientras tanto, Angelique Webster enfrentó el caso entre hospitalizaciones psiquiátricas. “No podía esconderme de él porque eso estaba ahí todo el tiempo”, refirió.
Deakin se declaró culpable de violación en segundo grado y abuso sexual infantil, y no recibió pena de cárcel con una sentencia suspendida y libertad condicional. Más tarde se convirtió en trabajador social en un centro del Departamento de Asuntos de los Veteranos en Pensilvania. No respondió a un mensaje en busca de comentarios.
En 1993, los Webster llegaron a un acuerdo extrajudicial por 2.7 millones de dólares, una suma asombrosa para la arquidiócesis, donde la mayoría de los acuerdos son de menos de 100 mil dólares.
Los sobrevivientes que se presenten ahora probablemente recibirán acuerdos más pequeños ya que la arquidiócesis se declaró en quiebra.
Pero, por su parte, Richardson recientemente encontró consuelo al contarle a su hija sobre el abuso: “Me he quitado un gran peso de encima”.
Ahora está jubilado, pero Richardson recordó un momento que se destacó durante su carrera como vendedor de automóviles, cuando otra víctima de abuso por parte del clero entró en su concesionaria. Eso fue algún tiempo después de que Stokes le disparara a Blackwell y Richardson lo reconoció por la cobertura de los medios. Antes de venderle un auto, Richardson le dijo a Stokes que estaba orgulloso de él.
Pero no pudo enunciar lo que realmente quería compartir: que a él también le sucedió. Ahora, finalmente puede hacerlo.
mcc